Los rusos se lanzan a hacer patria hasta de vacaciones
La industria local se ve sobrepasada por la avalancha de visitantes que elige su propio país

Privados de los populares y baratos vuelos chárter a Egipto y Turquía por razones de seguridad y políticas, respectivamente, los rusos, afectados además por la devaluación del rublo, adaptan sus vacaciones a las nuevas circunstancias. Como han hecho con otras mercancías internacionales, también en el caso del turismo las autoridades tratan de restringir el acceso a la oferta ajena y estimular la propia prescindiendo de la realidad sobre el terreno. El primer ministro, Dmitri Medvédev, promete subvenciones a los operadores turísticos que desarrollen rutas nacionales y novedosas, etnográficas, históricas, militares o árticas, entre ellas. En la lista de territorios prioritarios está la anexionada península de Crimea, pese a que esos turistas amparados por Moscú se arriesgan a ser vetados en Ucrania por violar las fronteras reconocidas internacionalmente.
En el foro Gaidar, unas concurridas jornadas económicas en la capital rusa, este año se debatieron los problemas de la industria turística local, como escaso personal cualificado, crecientes impuestos y decenas de torturantes inspecciones. El potencial de desarrollo del turismo en Rusia es inmenso y no solo en los vastos espacios reservados hoy a los aventureros. En Navidades, los viajeros que se lanzaron a “hacer patria” fueron acogidos por tenebrosas calles en Smolensk porque al municipio le habían cortado la iluminación por impago de la factura eléctrica. También soportaron largas colas para comer en Rostov Veliki o Yaroslavl, en la ruta del Anillo de Oro, y con dificultades alquilaron esquíes en Sochi, porque la sede de la olimpiada de invierno en 2014 no estaba preparada para el llenazo que le tocó vivir después de que los planes de turismo invernal en Crimea se vieran frustrados por el corte de electricidad desde Ucrania.
Hay también experiencias positivas en entornos como Tartaristán. En el nuevo mapa de vacaciones de los rusos —prescindiendo de los contenciosos políticos entre los dos países— ha vuelto Georgia, donde se come y se esquía a mejor precio que en el sur de Rusia. La crisis económica se impone.
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