La injusta inflación de sobresalientes en Bachillerato comienza a remitir
En 2024 el 21,8% de los titulados logró más de un nueve de media, frente al 25,5% de 2021. Los titulados en institutos rinden mejor luego en universidades públicas


Hace una década apenas el 14% de los bachilleres se tituló en la convocatoria ordinaria de mayo con más de un 9 y, sin embargo, desde entonces se ha asistido a una escalada de sobresalientes, hasta llegar al 25,5% del pandémico 2021. Pero la epidemia de sobresalientes empieza a amainar. En mayo de 2024, lograron esa puntuación en el Bachillerato el 21,8% del total de titulados, aunque luego solo un 6,9% del total lo lograse en la Selectividad, según los datos hechos públicos por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades este miércoles.
“Que se inflen las notas perjudica a todo el sistema y a los alumnos buenos. No puedes diferenciarte si todo el mundo está ahí arriba”, sostiene María Fernández Mellizo-Soto, profesora titular de la facultad de Educación de la Complutense. “Y los colegios, sobre todo los privados, fomentan la competición”.
Como siempre, están los centros privados a la cabeza (27,7%), seguidos de los de concertados (25,4%) y los públicos (19,3%), que concentran a la mayoría del total de bachilleres (66%) en sus institutos. En Selectividad, el 8,5% de los alumnos de la privada obtiene más de nueve sobre 10; en los centros concertados, un 6,5%, y en los públicos, un 6,3%, una diferencia menos perceptible. Sin embargo, los de la red pública son los que mejor rinden cuando se matriculan en una universidad pública.
Un estudio de la Complutense basado en los datos de admisión a sus carreras demostró que un alumno que se graduó en un instituto tenía un 63% más posibilidades de sacar buenas notas en sus carreras que uno que viene de un centro privado (concertado o no). Y un análisis posterior de Fernández Mellizo-Soto, coautora también del primero, con estadísticas de los campus públicos de toda España, corroboró esta tesis.
“Estudiamos los rendimientos de los alumnos en primero de carrera de la Complutense e hicimos modelos. Y salió que quienes venían de institutos públicos tenían mejores resultados, controlado por el nivel socioeconómico y por la nota de acceso que los que venían de privados”, relata la autora. “¿Qué puede indicar? Que están quizás mejor preparados; que cuentan con habilidades de autonomía ―son tratados como personas casi adultas― y se han acostumbrado a trabajar solos, como en la universidad, mientras que los de la privada andan más perdidos; o la tercera posibilidad es que vengan con las notas hinchadas de los centros privados porque, cuando controlas por la nota de acceso, tienen un rendimiento académico peor que los de la pública".
El exceso de sobresalientes ha provocado estos años situaciones nunca vistas, como familias cambiando a sus hijos a centros privados conocidos por inflar las notas, con la esperanza de entrar en el grado ansiado con la nota hinchada por el colegio. Pero se trata de una jugada muy peligrosa, porque aunque el 60% de la nota de acceso final depende del expediente escolar, si el alumno va mal preparado, no va a bordar la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) ―la antigua Selectividad, conocida hasta este curso como EBAU o EVAU―. Además, si se presenta a materias extra para puntuar no sobre 10, sino sobre 14, para entrar en las carreras con notas más altas como Medicina o Relaciones Internacionales, esa ventaja se diluye más.
En 2000, cuando Mariano Rajoy era ministro de Educación, el Gobierno decidió que la nota de los exámenes de Selectividad contase en el cómputo final un 40%, no un 50%. El examen, “más que una amenaza, es un estímulo, porque al ponderar más la nota del Bachillerato la gente se esforzará más”, razonó el Ejecutivo. Y eso supuso dar más poder a los centros educativos.
Luego en 2010, siendo el socialista Ángel Gabilondo ministro de Educación, se implantó la prueba específica, que es voluntaria, “para elevar la opcionalidad en el examen y así extender [hasta el 14] y afinar la competición por el acceso a las carreras más demandadas y prestigiosas”, según argumentaron. Los interesados se presentan desde entonces a exámenes de hasta cuatro materias optativas (solo puntúan las dos con mejores notas), de forma que si logran un 10 en la fase de acceso, pueden conseguir otros cuatro puntos, hasta un máximo de 14.
Méndez de Vigo
El superávit de notas altísimas en el Bachillerato comenzó en 2016, siendo Íñigo Méndez de Vigo ministro. Se decidió entonces que los aspirantes en 2017 no podrían elegir a qué asignaturas se presentaban de una veintena ofertadas durante el Bachillerato, sino que se presentarían a cuatro o cinco troncales y de especialidad. Un sobresalto para los alumnos que, según el estudio La subida de las notas de Selectividad: ¿Inflación o competición?, de EsadeEcPol, los centros trataron de paliar hinchando los expedientes.
Los centros de pago, a expensas de las matriculaciones para sobrevivir y que ahora acogen al 21,3% de los que se presentan a la PAU, siempre han puntuado alto. Hace una década conseguían el sobresaliente el 19,25% de sus alumnos, subió al 21,56% en 2017 ―en paralelo a los cambios en la Selectividad― y desde entonces no había año que no subiesen, hasta alcanzar al 31,9% ―casi uno de cada tres― en 2021, coincidiendo con la pandemia. Desde entonces los sobresalientes caen, pero el número sigue inflado. El curso pasado el 17,2% de sus alumnos logró una nota por encima del 9 sobre 10 cuando se hizo media con la nota de la PAU.
Hay además, diferencias grandes entre territorios. Se da el extremo de que en Extremadura el pasado curso el 50,8% de los bachilleres de centros privados lograron un sobresaliente o el 42,2% de los murcianos. En la franja más baja, lo obtuvieron el 25,2% de los gallegos.
En los centros concertados, minoritarios, partieron del 15,5% de alumnos con un expediente de sobresaliente en 2015, se alcanzó el pico en 2021 del 29,5% y las cifras del curso pasado confirman la caída. De nuevo, el rendimiento es mucho menor cuando se hace media del expediente con la PAU: el 14,6% logra un sobresaliente.
Muchos profesores de instituto admiten que empezaron a hinchar las notas cuando vieron que sus alumnos se quedaban fuera de los grados, por lo que consideran competencia desleal de la privada. En estos colegios de pago, si tienen mucha demanda, invitan a los alumnos atrasados a irse, pues la nota media en la PAU y el porcentaje de aprobados determina en muchos casos la elección de centro de las familias. De la pública, sufragada con los impuestos de todos, no se expulsa a los estudiantes que van peor.
El 11,4% de los bachilleres de la pública logró en 2024 un sobresaliente en la suma de la PAU y el expediente, de nuevo menos que en su aula, pero la inflación es menor. Hace una década consiguieron la máxima puntuación el 12,7%, en pandemia el 22,9% y ha menguado al 20,8%. Los alumnos de los contextos más desfavorecidos ―muchos inmigrantes― suelen matricularse en institutos públicos y el esfuerzo que hacen para sacar buena nota es mayor, pues no cuentan en su casa con una red de ayuda.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
