La movilidad que viene
EL PAÍS y Acciona reúnen a un grupo de expertos para debatir sobre cuál debería ser el uso ideal del coche particular con el objetivo de garantizar ciudades sostenibles


El futuro avanza a toda velocidad. Dentro de una quincena de años, el automóvil habrá dejado de ser, en su mayoría, un bien de uso individual, dominante en las carreteras, para convertirse en una pieza de un ecosistema urbano más eficiente, interconectado y racional. Habrá menos unidades, serán más pequeñas, más inteligentes y estarán fabricadas con materiales 100% reciclados. Algunos vehículos incorporarán tecnologías de conducción autónoma, disponibles actualmente aunque aún no desplegadas a gran escala por cuestiones regulatorias. Serán espacios diseñados para el descanso, el trabajo o el encuentro, y se moverán optimizando rutas, evitando los desplazamientos innecesarios. Por encima de todo, priorizarán la calidad de vida de los ciudadanos, con una menor contaminación, tanto en emisiones como ruido, y una integración más en armonía con el entorno urbano.
El escenario anterior, descrito por un grupo de expertos convocados por EL PAÍS y Acciona, es quizás una previsión de ensueño con diversos desafíos. Lograr que en el corto plazo se conciba la movilidad como en un mundo de ciencia ficción será todo un reto tanto para las empresas diseñadoras de vehículos, las administraciones públicas, como para los ciudadanos que optarán por modelos más compactos, eficientes y sostenibles, alineados con una ciudad más habitable. “Lo importante es que el vehículo se ajuste a las necesidades reales de movilidad”, según Santiago Benjumea, director de ventas de Silence, la solución de automóviles eléctricos de Acciona.
Benjumea prevé que la movilidad a escala mundial, además de ser eléctrica, mutará de vehículos de grandes dimensiones —como los SUV, que dominan el mercado del automóvil en España— a unidades más reducidas. “Los carriles [de las carreteras] se están haciendo más estrechos y el uso del espacio urbano debe ser más eficiente”, resaltó en el encuentro titulado Diseño, urbanismo y automoción: vehículos para una nueva movilidad, celebrado en Madrid el lunes pasado.
En este viaje, el papel de las administraciones públicas es fundamental tanto a nivel de normativa como de infraestructuras de recarga para la transición. “Muchas veces no lo estamos haciendo al ritmo que lo necesita el sector de la automoción”, reconoció María José Aparicio, coordinadora de Movilidad del Ayuntamiento de Madrid. Pero ya están dando pasos. La ciudad, por ejemplo, cuenta con casi 300 aparcamientos públicos, diseñados originalmente para ofrecer estacionamiento a los residentes. Conforme vencen las concesiones, explicó Aparicio, el Consistorio asume la gestión directa para convertir esos espacios en centros integrales de movilidad.
“Se trata de espacios multifuncionales que incluyen áreas para vehículos de uso compartido (sharing), estaciones de recarga rápida y sitios para la logística de última milla”, indicó la representante del Ayuntamiento. Transformar la movilidad pasa por un cambio en los hábitos de la ciudadanía, argumentó la especialista. Sobre todo en una ciudad donde en el 85% de los vehículos que circulan viaja solo el conductor, a pesar de que son coches de al menos cinco plazas. “Más del 95% del tiempo los coches están estacionados, ocupando espacio público muy limitado, y cada vez somos más: actualmente, se registran más de 14 millones de desplazamientos al día dentro de la ciudad”, agregó. Las grandes ciudades han crecido alrededor del coche, apuntó Emilio Iribarren Navarro, profesor del Car Design Master de la Universidad Politécnica de Valencia. “Hoy, ya no podemos seguir sosteniendo ese modelo”. Las actuales urbes, según este último especialista, están completamente constreñidas, donde el movimiento se ha vuelto caótico.
La auténtica revolución, añadió Iribarren, será cuando la conducción sea autónoma. “Eso sí va a cambiarlo todo”. El diseño exterior podrá seguir diferenciándose según el ADN de cada marca, pero el interior será otra historia. “Un automóvil podrá convertirse en una oficina, en un salón, en un comedor… dejará de ser solo un medio de transporte para ser un espacio habitable”, destacó el profesor universitario. El mayor obstáculo, dijo, será la regulación. “El problema no es solo la tecnología, sino cómo se resuelve legalmente lo que ocurre en una situación límite. ¿Qué pasa si el coche tiene que elegir entre atropellar a un peatón o arriesgarse a estrellarse y poner en peligro a su ocupante? ¿Quién es responsable?”. A todos estos dilemas, los gestores de las ciudades, la industria y las actividades relacionadas con la movilidad deberán poner sobre la mesa las nuevas dinámicas urbanas, como la peatonalización o la adaptación al cambio climático, que exigen diversas respuestas y mucho más decididas, subrayó Javier Peña Ibáñez, arquitecto, investigador, educador y consultor.
Otro tipo de propiedad
“No se trata solo de hablar de movilidad, sino también de aspectos como la gestión del suelo, la permeabilidad urbana o el confort térmico”, destacó Peña. Todo está relacionado y tiene que ver con el tipo de vehículo, dónde se guarda y cómo se utiliza. Probablemente, dijo este experto, el mundo tenga que ir hacia modelos donde el vehículo no sea de propiedad individual, sino compartida, porque el espacio es limitado y cada vez más valioso. “Habrá que reequilibrar su uso para responder a las necesidades reales de la ciudad y sus habitantes”, resaltó. Desde Silence, explicó su director de ventas, se han adaptado a las nuevas necesidades del mercado. La firma, según Benjumea, ofrece desde el alquiler por minutos —a través de su sistema de sharing— hasta el alquiler por meses o la compra en propiedad, tanto de sus motos eléctricas como de su modelo S04, un coche 100% enchufable con dimensiones reducidas, lo que permite descongestionar las calles. “Somos solucionadores de problemas en el ámbito de la movilidad urbana”, concluyó.
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