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La letra que hace que su vivienda valga más

La mejora de la calificación energética impacta en el valor de tasación de las casas. El encarecimiento es mayor en el norte y en los pisos posteriores al año 2006

Etiqueta que refleja el consumo energético de una vivienda.
Sandra López Letón

La eficiencia energética aumenta el valor de las viviendas españolas. En concreto, la mejora de una letra en la eficiencia energética sube el precio de las casas en un 1,3% de media y puede superar el 4% en el norte de España, según la escuela de negocios IESE, la empresa de valoración inmobiliaria Tinsa by Accumin y la plataforma de datos y análisis de mercado Accumin Intelligence.

Esto significa que la eficiencia energética empieza a estar presente entre las variables consideradas a la hora de comprar una vivienda y que entre los ciudadanos va calando, aunque despacio, la idea de que el ahorro energético es y será un asunto a tener en cuenta en la formación de precios. “El mercado valora positivamente las propiedades con mayores niveles de eficiencia, al incorporar tanto los ahorros futuros en costes energéticos como la contribución a la sostenibilidad ambiental”, señala Cristina Arias, directora del Servicio de Estudios de Tinsa by Accumin. Su impacto directo en los precios es, de momento, moderado, pero con una clara tendencia a aumentar en los próximos años.

Esto es porque ese 1,3% es el resultado de aislar solo y exclusivamente la eficiencia energética sin tener en cuenta otras variables constructivas, algo que hasta ahora no se había hecho. Las viviendas más eficientes energéticamente suelen ser también más modernas, con mejor calidad constructiva y precios más altos. Un ejemplo: la revalorización media de una casa que mejora una letra en la calificación energética ronda el 9,4%. Ahora bien, es un dato adulterado porque también se está teniendo en cuenta la calidad de la construcción, más moderna y costosa. “Se trata de un resultado que lleva a conclusiones erróneas. Por eso, es importante diferenciar si el mercado valora una vivienda por su atributo de, por ejemplo, modernidad o si lo hace porque valora su mayor eficiencia energética”, añade Arias.

Este es el ejercicio que han hecho IESE, Tinsa by Accumin y Accumin Intelligence en un análisis —con una muestra de 243.000 viviendas recopilada entre 2012 y 2024— que, por primera vez, demuestra estadísticamente cómo la eficiencia energética se va convirtiendo “en una herramienta relevante no solo para aumentar, sino también para mantener el valor financiero de los inmuebles residenciales”, concluye Arias, una de las autoras.

El aumento del precio es mayor cuando se mejora la letra en las viviendas más eficientes (C-A) y algo más bajo en las casas más ineficientes (G-D). Por ejemplo, el precio sube un 1,2% si se pasa de la letra E a la D; un 2,1% cuando la B se convierte en A, y hasta el 3,3% en el cambio de C a B. Es decir, existe un green premium (prima verde) en el mercado residencial español donde mejores calificaciones de emisiones de CO2 se traducen en mayor valor de las viviendas, recoge el informe.

Para conseguirlo, el propietario debe actuar sobre tres elementos: “el refuerzo del aislamiento, la sustitución de sistemas de climatización por otros más eficientes y la instalación de energías renovables”, dice Arias.

La revalorización de las casas no se restringe a las propiedades de lujo ni a los unifamiliares o a ubicaciones concretas, sino que es un atributo valorado por el ciudadano en todas las categorías del mercado. Eso sí, el encarecimiento es mayor en regiones con climas más fríos, como Asturias (4,5%) y Cantabria (4,8%), por la importancia que el Código Técnico de la Edificación atribuye a reducir los costes de calefacción. En las comunidades más cálidas, como Andalucía, Madrid y Canarias, la prima verde es más baja (del 1% al 1,1%). El incremento del precio es más alto en los unifamiliares (1,5%) que en los pisos en bloque (1,3%) y en las viviendas construidas después de 2006 (1,7%) que en las propiedades más antiguas (entre 1,1% y 1,2%).

En los próximos años, es previsible que el impacto económico vaya ganando peso. “Basándonos en la mayor conciencia ambiental y, sobre todo, en la mayor regulación para lograr los objetivos de transición energética, esperamos que siga aumentando y acelerándose en los próximos años”, sostiene Arias.

Recorrido hay. La eficiencia energética del parque de viviendas en España es bastante baja. La mayoría de las viviendas tienen calificaciones que indican un alto consumo de energía y bajas prestaciones en aislamiento y climatización (presentan una calificación energética entre la D y la G). Revertir esta situación es uno de los grandes desafíos de España, un país donde un gran porcentaje de los edificios son anteriores a la aprobación del Código Técnico de la Edificación (que entró en vigor en 2006) y el 60% de las viviendas se construyeron sin ninguna normativa de eficiencia energética (son anteriores a la aplicación de la norma NBE-CT 79), según el Instituto para el Diversificación y el Ahorro de Energía (IDAE).

La etiqueta

Compradores y vendedores pueden conocer la eficiencia energética de las viviendas a través del certificado, un documento obligatorio cuando se vende o alquila que incluye una escala de letras: de la A (la más eficiente) a la G, similar a las etiquetas de los electrodomésticos. Es obligatorio en teoría porque, el pasado marzo, la asociación de consumidores CECU denunció a Idealista, Fotocasa y Alquiler Seguro por irregularidades con esta etiqueta en sus anuncios: uno de cada tres no la presentaban y decían que estaba “en tramitación”.

En 2026, España deberá adaptar su sistema de certificación de eficiencia energética a la nueva escala comunitaria, que busca que sea homogénea en todos los países. De acuerdo con la directiva europea 2024/1275, en 2030 los edificios con peor calificación (G) deberán ser renovados al menos a la E, y en 2033 todos deberán alcanzar al menos la clase D. En 2050, todos los inmuebles deberán ser de cero emisiones.

El coste del certificado en España mantiene sus precios estables y no registra importantes variaciones de un año a otro. “Para pisos de hasta 250 metros cuadrados, el precio de un certificado, conforme al Real Decreto 390/2021 y debidamente registrado ante el órgano competente, oscila entre los 90 y los 135 euros. En el caso de viviendas unifamiliares, el coste suele partir desde los 150 euros, dependiendo también de la localización y características del inmueble”, señala Lucía Martínez, directora técnica de Agentia R+ by Accumin. No está de más recordar que la emisión de este documento requiere una visita presencial al interior de la vivienda por parte de un técnico cualificado. Esta inspección garantiza la veracidad de los datos recogidos y la validez legal del documento.

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Sobre la firma

Sandra López Letón
Redactora especializada en el sector inmobiliario, del que informa desde hace más de dos décadas. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en EL PAÍS. Actualmente, escribe en el suplemento de información económica 'Negocios'. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.
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