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La energía presiona de nuevo los precios al alza

El INE confirma el dato adelantado de inflación de julio (2,7%), el segundo mes consecutivo de crecimiento de IPC por el efecto base de los importes de la luz y la subida de los carburantes

Una gasolinera en Santiago de Compostela.
Laura Delle Femmine

La trayectoria ascendente de los precios queda confirmada. La inflación repuntó al 2,7% en julio, subiendo por segundo mes consecutivo y situándose en su nivel más elevado desde febrero, según el dato definitivo que ha publicado este miércoles el Instituto Nacional de Estadística (INE). El incremento registrado en el séptimo mes del año, de cuatro décimas comparado con el mes anterior, fue causado principalmente por el efecto base provocado por los precios de la electricidad, que en el mismo mes de 2024 habían bajado, y por los combustibles, más caros que hace un año. La tasa subyacente, que no tiene en cuenta la energía y los alimentos frescos, se situó en el 2,3%, frente al 2,2% del mes previo. También en este caso, el organismo estadístico confirma el dato que había adelantado hace un par de semanas.

El INE detalla que las categorías que más contribuyeron a la subida de la tasa anual fueron la vivienda, con un aumento de 2,5 puntos, hasta el 6,7%, al calor del incremento de los precios de la electricidad —escalaron en julio un 17,3%—, y el transporte, que avanzó un punto, hasta el 0,2%. En esta última categoría, además de los carburantes para vehículos, presionó al alza la subida del transporte combinado y aéreo de pasajeros. La categoría que reúne hostelería y alojamientos se anotó una subida del 4,2%.

Pese al acelerón, el nivel de los precios permanece distante de la zona de riesgo. “Esta evolución de la inflación es compatible con un fuerte dinamismo de la economía española, que se mantiene como motor de crecimiento entre los principales países europeos”, valora el Ministerio de Economía en una nota. El INE “ha confirmado hoy los datos de inflación adelantados a finales de julio. La inflación general se situó ese mes en el 2,7% respecto al mismo mes de 2024, cuatro décimas por encima de la tasa de junio, por un efecto base asociado a la caída del precio de la electricidad en julio de 2024, y, en menor medida, por el encarecimiento de los carburantes”, añade.

Que la tasa subyacente solo haya subido una décima con respecto a junio refleja cierta estabilidad en los precios. Este indicador no está contaminado por aquellos componentes más sensibles a fenómenos temporales, como puede ser un puntual encarecimiento del crudo o una mala cosecha por el clima adverso, y permite evaluar con más precisión la tendencia de fondo de la inflación. De ahí que una primera lectura sobre los productos que más han contribuido al alza en el séptimo mes del año sugiere un incremento de naturaleza más coyuntural que estructural.

Por un lado, es habitual que los carburantes se encarezcan en estas fechas, en plena temporada veraniega, con desplazamientos masivos por las vacaciones. El aumento de precios de la electricidad tiene un origen distinto: responde a un efecto estadístico fruto de la comparativa con los datos registrados el año anterior. Las tarifas de los suministros energéticos se situaron en niveles inusualmente bajos en julio de 2024, a raíz de una bajada de las tarifas del gas y una reducción de la demanda. Por esa razón, su contribución ha sido especialmente determinante en el aumento que el Índice de Precio al Consumo (IPC) se ha apuntado el mes pasado.

Sin embargo, el comportamiento reciente de algunos componentes de la cesta parece estar ralentizando el proceso desinflacionario que parecía encarrilado un tiempo atrás, y no solo por el incierto resultado que tenga la guerra comercial desencadenada por el presidente de EE UU, Donald Trump. La electricidad está impulsando hacia arriba los precios desde hace meses. En concreto, desde el gran apagón de finales de abril. A partir de ese episodio, el sector está priorizando la seguridad del suministro sobre las tarifas, lo que supone emplear fuentes con generación más estable, pero más cara, a lo que se han añadido recientemente las intensas olas de calor.

También los alimentos ejercen una presión alcista desde principios de año. En parte, se nota la eliminación de la rebaja del IVA implementada en 2023 para mitigar el golpe económico de la invasión rusa en Ucrania, que dejó de aplicarse en enero. Pero la resistencia de los precios alimentarios no es un fenómeno exclusivo de España, y entre sus detonantes se encuentran los cada vez más frecuentes episodios meteorológicos extremos y el incremento de los costes energéticos.

Los artículos que más se encarecieron en julio con respecto al año pasado han sido el chocolate (21,6%), aceites distintos al de oliva (20,4%), el café (19,8%) y los huevos (18,3%). El aceite de oliva, en cambio, que había experimentado una subida espectacular durante la crisis inflacionista, se anotó el mayor descenso, del 44,3%. Los alimentos frescos subieron, en conjunto, un 7,2%; los comestibles no elaborados, bebidas alcohólicas y tabaco también se encarecieron, un 1,3%.

Pese a que los precios parecen haber frenado su carrera a la baja, la inflación está años luz de los picos alcanzados en lo peor de la crisis. En julio de 2022, el IPC subió un 10,8%, la tasa más alta en 38 años, al calor del vendaval energético causado por la guerra en Ucrania. Desde entonces fue bajando de manera más o menos lineal y ahora, pese a los repuntes de los últimos meses, está mucho más cerca del objetivo de referencia del 2% que marca el Banco Central Europeo (BCE) que de los máximos de hace tres años.

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Sobre la firma

Laura Delle Femmine
Es redactora en la sección de Economía de EL PAÍS y está especializada en Hacienda. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Trieste (Italia), Máster de Periodismo de EL PAÍS y Especialista en Información Económica por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
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