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El superdividendo del Sabadell y el golpe de mano del Santander complican la opa del BBVA en la recta final

El banco catalán promete pagar 3.800 millones en 12 meses, el 28% de su valor en Bolsa, mientras el vasco debe acotar cuántas sinergias puede ejecutar

Ana Botín, presidenta del Santander, Josep Oliu, presidente del Sabadell y Carlos Torres, presidente del BBVA.
Álvaro Bayón

La opa del BBVA sobre el Sabadell ha tenido un invitado inesperado: el Santander. Cuando la operación entra en sus compases finales, se ha alzado ganador en la subasta para hacerse con la filial británica del Sabadell, TSB, a cambio de 3.100 millones. Por un lado, el banco de Ana Botín se refuerza en uno de sus mercados clave, el británico; y, por el otro, le da al Sabadell la munición necesaria para lanzar el último gran golpe de efecto contra la opa del BBVA, el pago de un macrodividendo extraordinario de 2.500 millones de euros. El mensaje es claro. Mientras que las condiciones extra del Gobierno han puesto en duda el ritmo al que el BBVA pueda conseguir las sinergias de la opa, el Sabadell busca convencer a sus accionistas con generosos pagos en dinero contante y sonante, que se elevan hasta los 3.800 millones en un año, el 28% de su valor en Bolsa, y fuerzan al BBVA a contemplar una mejora que han negado taxativamente en los últimos meses.

En septiembre del año pasado se reunieron en el palacio madrileño que alberga la sede del Banco de España los principales banqueros del país para asistir a la toma de posesión de José Luis Escrivá como nuevo gobernador. Todos los focos se centraron en un punto. El saludo entre el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, y el del BBVA, Carlos Torres, en su primera aparición pública desde que el banco del segundo lanzase una opa hostil para comprar al primero. Rápidamente Ana Botín, presidenta del Banco Santander, se unió al corrillo y así quedó retratada ante los medios de comunicación la reunión de los tres banqueros. Nadie podía imaginar entonces que, casi un año después, la operación fuese, de alguna manera, un baile de ellos tres.

Sobre el papel, el Sabadell se ha decidido a vender su filial británica tras haber recibido muestras de interés de algunos competidores, si bien una posible venta de este negocio llevaba años rumoreándose. Finalmente, el Santander y Barclays remitieron el viernes sus ofertas por el activo. En estas semanas el precio de TSB ha ido calentándose. Las primeras estimaciones estaban en torno a los 2.000 millones. Pero las ofertas se quedaron algo por debajo de los 3.000 millones con Barclays por delante. Y el Santander fue el que terminó llevándose el gato al agua poniendo un talón de 3.100 millones.

El banco de Ana Botín —con un golpe encima de la mesa que recuerda a las operaciones con las que su padre, Emilio Botín, hizo crecer el banco por todo el mundo— tiene buenos incentivos para firmar esta operación. Además, tiene dinero fresco en el bolsillo, tras haber vendido el negocio de Polonia hace pocos meses por 7.000 millones, donde se ha embolsado 2.000 millones en plusvalías, de las cuales ha utilizado la mitad.

Según la presentación a analistas, la operación le costará 50 puntos básicos en capital y 520 millones de libras (600 millones de euros) en gastos de reestructuración. Pero en cambio aflorará 400 millones en sinergias (470 millones de euros) y creará el tercer mayor banco del Reino Unido. Se hará con un libro de hipotecas de 34.000 millones de libras (40.000 millones de euros) y 35.000 millones de libras (40.810 millones de euros) en depósitos. Además, espera disparar la rentabilidad del negocio británico del 11% al 16% en 2028.

Más allá de este bosque de cifras, el movimiento supone un giro estratégico del Santander. Hace meses los rumores eran que valoraba vender su enseña en ese país, algo desmentido incesantemente por la propia Botín. En su lugar, anunció un plan de reestructuración, que suponía el cierre de 95 oficinas en ese país y el despido de hasta 750 trabajadores. Ahora también afirma que contempla una “racionalización de la red de oficinas” una vez asuma TSB.

La venta de Polonia fue interpretada por algunos inversores y analistas como que el banco apostaba por otras geografías en detrimento de Europa. La propia Botín citó a Estados Unidos y México como dos de los países donde el banco quería crecer, pero al mismo siempre insiste en que el banco tiene un ojo puesto para aprovechar las oportunidades de compra que surgan, siempre que ofrezcan una rentabilidad mayor que crecer orgánicamente y la distribución de dividendos y recompras. Lo que está fuera de toda duda es la promesa de devolver 10.000 millones a los accionistas hasta 2026, que este año ha disparado al banco en Bolsa. La propia Botín lo ha dejado claro en la conferencia con analistas posterior a la opa. Los pagos a los inversores se quedan inalterados.

La compra de TSB es una operación de crecimiento y una confirmación manifiesta de la apuesta del Santander por Reino Unido, pero muchos ven también un movimiento defensivo en España. Si la opa triunfa, el BBVA arrebatará al Santander el segundo puesto en el mercado español y replicará la apuesta que hizo el Santander hace casi una década en España al adquirir el Popular. De alguna forma, se suma, junto al Gobierno y el empresariado catalán, al bloqueo sobre la opa del BBVA al Sabadell.

Por el lado del Sabadell, esto supone quizás la última arma contra el BBVA, tras haber ido incrementado en los últimos meses los pagos a los accionistas, trasladado la sede social de vuelta a Cataluña y ganado el favor de la clase política y empresarial de allí.

El presidente del banco, Josep Oliu, ya avanzó que lo percibido por la venta de TSB irá dedicado a retribuir a sus accionistas. Lo sorprendente ha sido la magnitud del movimiento. El banco ha anunciado que llevará a su junta extraordinaria de accionistas el pago de un macrodividendo de 2.500 millones con cargo a lo que obtenga de la venta de TSB. Este se sumará a los tres pagos ordinarios que realizará este año (en agosto, diciembre y primavera de 2026) con cargo a los resultados de 2026 y todo el capital que exceda del 13%, que el banco estima que será una suma de 1.300 millones de euros. En total, pagará 3.800 millones en un año a sus accionistas, cerca del 30% de su capitalización, además de los 2.200 millones que les otorgó en 2024.

Este es el principal mensaje que quiere mandar el Sabadell al mercado. Es una especie de dilema para elegir entre el pájaro en mano y ciento volando. Mientras que la capacidad y el ritmo de generar sinergias por parte del BBVA de salir adelante la oferta se ha puesto en cuestión por las condiciones extra añadidas por el Gobierno, el banco catalán busca ofrecer a los inversores una senda clara de dividendos para los próximos años. Al menos para los tres años en los que el Ejecutivo obligará al BBVA a mantener al Sabadell como una entidad jurídicamente diferente, con patrimonio separado y una gestión independiente, lo que le impedirá fusionar ambos bancos, hacer grandes despidos colectivos con cargo a la operación o reducir drásticamente la red de oficinas.

Es decir, solo si la opa no sale adelante, los accionistas del Sabadell recibirán 50 céntimos, además de los dividendos y recompras que el banco generará de forma ordinaria. De aceptar la oferta, obtendrán una acción del BBVA y 70 céntimos de dividendos pasados por cada 5,3456 títulos del Sabadell. Una oferta que está por debajo de la tasación que el mercado hace hoy del banco catalán.

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Sobre la firma

Álvaro Bayón
Redactor de la sección de empresas especializado en operaciones corporativas, banca de inversión y capital riesgo. Graduado en Estudios Hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Periodismo UAM-El País, ha desarrollado toda su carrera en Cinco Días, donde trabaja desde 2016.
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