La memoria de los 'maquis' regresa a Cantabria

En 1957, mientras en Europa se firmaba el Tratado de Roma y en las carreteras españolas comenzaban a circular los míticos Seat 600, en los montes de Cantabria todavía quedaban dos guerrilleros antifranquistas, los últimos maquis. La periodista Ana R. Cañil ha reconstruido la vida de aquellos hombres, Juan Fernández Ayala y Paco Bedoya, y de la red de apoyo que les permitió sobrevivir en el libro La mujer del maqui, 25º Premio Espasa de Ensayo.

El periodista Javier Pradera destacó ayer durante el coloquio en torno a la obra que se celebró en Santander el mérito de la autora por lograr "la empatía y la complicidad emocional" con las personas de los valles de Cantabria entrevistadas para el ensayo. En su mayoría, mujeres. Calificó el trabajo de "un buen ejemplo de historia oral". Cañil manifestó que no todos los apoyos de los guerrilleros fueron voluntarios. "Eran gentes que vivieron en un dilema permanente, entre ayudar a los emboscados y el inevitable miedo a la Guardia Civil".

El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, recordó que como tantos otros vecinos de los pueblos cántabros tuvo en 1952 un contacto directo con los hombres que se habían echado al monte. Revilla abogó porque la lectura de la obra sirva para rehabilitar la memoria de los maquis y liberarlos de la carga de leyenda que arrastraron con los años. "No eran lo que se contaba de ellos", afirmó. La correspondencia de Bedoya con su mujer y su hijo demuestra que ahí no había más que un pedazo de pan, que echa por tierra su imagen de sanguinarios