San Blas y el modernismo

En el cerro de San Blas, sobre la vega del río Magro, cerca de la ermita que da nombre al bello paraje donde se presta la devoción a este santo saludable (Sant Blai gloriòs, deixat el xiquet i enduste la tos) que tanta advocación tiene, se halla uno de los dominios vinícolas más bellos de España: la finca de los Clemente. En una colina que domina el paraje, esta modernísima bodega cuenta con un conjunto de edificios restaurados que acogen las avanzadas instalaciones y la casa solariega que de por sí ya vale una visita. Todo es de gran belleza, el entorno de bosque, jardín y viñas (con cepas de bobal en vaso casi centenarias), y destaca la gran mansión de estilo modernista que ha sido restaurada con un esfuerzo y dedicación extraordinarios. Los materiales fueron buscados pacientemente para darle el mismo aspecto y uso que tuvo en sus orígenes. Si hoy esta casa está recuperada y restaurada es gracias a la familia Clemente Luján, que ha hecho un esfuerzo para dejar este bien de interés cultural, del que todos nos podemos sentir orgullosos, Requena, su comarca, y la Comunidad Valenciana. Esta bodega ha tenido un gran desarrollo, pues pensemos que lo que hoy son magnos y atractivos edificios solo eran ruinas cuando se compró el cerrito de San Blas en 1999, y en solo nueve años se ha restaurado este patrimonio, construido una moderna bodega y elaborado grandes vinos. Las naves para la bodega y la casa solariega no son el único activo que tiene Bodegas Emilio Clemente, sus Florante blanco 2006 y el crianza 2004 son vinos modernos, elegantes, con personalidad, la buena obra de una bodega familiar de producción limitada y de pago, pues todos sus vinos vienen de viñas propias. Un activo aun mayor son las siguientes cosechas, que causarán impacto cuando salgan al mercado, pues en Emilio Clemente ha habido siempre una gran virtud, cada añada ha sido mejor que la anterior. El Florante 2006, un coupage sobresaliente, va de lujo con los eriçons de Dénia, y el Emilio Clemente crianza se bebe con afición acompañando cualquiera de los arroces caldosos de la comarca. No en balde se dice de ella, Per arròs, La Ribera/ per tomaques Gandia/ per bon peix Altea/ i per cuirlo tot a La Marina.