Los territorios del águila

La incertidumbre sobre la gravedad de los impactos posibles está en la base de la mayor queja que Germain plantea a la Generalitat: '¿Por qué el Departamento de Medio Ambiente propone planes de estas características sin un estudio de impacto ambiental global?'.

Una manera de valorar el impacto de estas instalaciones es comprobar su efecto sobre alguna especie que tenga un valor de bioindicador. Éste es el caso del águila perdícera, un animal muy sensible a las perturbaciones humanas. Precisamente, este departamento de la Generalitat promueve estudios de radioseguimiento para comprobar el efecto de estas centrales sobre las águilas, y ya se ha comprobado el abandono de un sector de cría de esta rapaz debido a la instalación de un parque eólico en la sierra del Pradell (Tarragona), mientras otra pareja que tiene una central eólica en su territorio de caza ha dejado de utilizar el sector afectado. Es decir, los parques eólicos causan la disminución de la superfície útil de los territorios del águila, lo cual, según palabras de un técnico del Departamento de Medio Ambiente, 'podría hipotecar la supervivencia de otras parejas afectadas'. En la primera edición del mapa eólico, las zonas favorables para levantar centrales eólicas coincidían con una veintena de territorios de este ave en Cataluña.

Precisamente, Cataluña y la Comunidad Valenciana, con unas 60 y 80 parejas respectivamente, concentran casi el 20% de la población europea de esta amenazada rapaz, que se encuentra en regresión en los últimos años. Y en Cataluña, el grueso de la población del águila perdicera se encuentra en Tarragona, donde aún viven entre 45 y 47 parejas, la mayoría instaladas a lo largo de la cordillera prelitoral.