Alcaraz cae a la primera en la trampa del Masters de París
El número uno cede en el estreno frente a Norrie tras una actuación muy errática: 4-6, 6-3 y 6-4, en 2h 22m. En el caso de que Sinner triunfe, le arrebatará el trono


Siempre exigente, siempre difícil, siempre tramposo, el reverso tenístico de París deparó este martes una sonora campanada con la caída del número uno, Carlos Alcaraz. Nada tienen que ver los vientos primaverales y la arcilla de Roland Garros con la oscuridad, los recovecos y los vértigos del antiguo Bercy, ahora La Défense, igualmente un escenario envenenado que engulló a las primeras de cambio al español en un episodio insospechado. Y no porque los recorridos previos del murciano en el torneo invitasen a cualquier tipo de euforia, sino porque el traslado al nuevo marco planteaba a priori un horizonte más esperanzador. Pero de eso nada. Todo lo contrario. Ko técnico: 4-6, 6-3 y 6-4, en 2h 22m.
En teoría, la reducción sensible de la velocidad de la superficie proponía un escenario mucho más amable para Alcaraz, quien a lo largo de estos días, después de acumular entrenamientos, había expresado su satisfacción por la mudanza a la nueva sede del Masters 1000 parisino: “Hay una gran diferencia, y me gusta. Ahora la pista es mucho más lenta y permite ver tenis, no solo saques y primeros golpes”. Sin embargo, lejos de encontrar un hábitat propicio para el control, el líder del circuito se topó con un enredo que terminó transformándose en un hoyo para él, confundido y difuminado, finalmente inclinado en una cita que cierra una serie fantástica y retrotrae a la lejanía de marzo.
Entonces, el de El Palmar sufrió un colapso frente al veterano David Goffin, que le apeó en el estreno de Miami tras una actuación aciaga. Ahora es Norrie, un guerrillero al que nunca le faltó la fe, quien le aparta en un santiamén del plano. Entre medias, nueve finales encadenadas —siete trofeos— y un regreso a la cima que ahora queda comprometido, puesto que en el caso de que lograse coronarse el domingo, Jannik Sinner le arrebataría el mando del circuito. De un revolcón a otro, Alcaraz continúa sucumbiendo a los fantasmas de Bercy, aquellos que en su día también pudieron con Rafael Nadal y que en clave española, tan solo consiguió doblegar David Ferrer.
Si en su primera aparición le atrapó la atmósfera, en la segunda una lesión, en la tercera el desgaste y el curso pasado los endiablados códigos del formato indoor, esta vez es el origen de la eliminación resultado paradójico, pues apunta a la lentitud. En contra de lo previsto y de lo percibido por el propio tenista durante los ensayos, la ralentización de la superficie acabo penalizándole sobremanera y devaluando su juego hasta límites extraños, puesto que hacía mucho, en concreto un intervalo de más de medio año, que no se advertía un Alcaraz tan fallón y sin ideas. Lo intentó, pero no hubo manera. A su falta de inspiración correspondió Norrie con suma convicción.
“¡Lo estoy haciendo todo mal!”. “¡Voy a meterlas y a tomar por culo!”. “¡No siento la bola, esto es como jugar en tierra! ¡Peor que Montecarlo!”. Gesto torcido, aspavientos y un carrusel de errores; finalmente, hasta los 54 registrados en la estadística. Una actuación completamente desdibujada. En ningún instante llegó a coger la temperatura idónea y frente a su reiteración en el fallo, Norrie (30 años y 31º del ranking) contrapropuso una solidez que en ningún instante llegó a resquebrajarse. De este modo, Alcaraz vuelve a experimentar el desconcierto característico de París, donde hace dos años también enfiló la puerta de salida en el debut, al caer ante Roman Safiullin.
“He jugado sin feeling. No sé cómo explicarlo, la verdad. Me había sentido muy bien en los entrenamientos, pegándole bien a la bola, moviéndome bien… Pero hoy, incluso en el primer set, sentía que no estaba haciéndolo como quería. Después me he sentido todavía peor. Estoy muy decepcionado con mi nivel, es lo que hay”, manifestó el murciano, que no competía de manera oficial desde que triunfase hace prácticamente un mes en Tokio. De ahí a este patinazo en París, mucha preparación y el paso por la exhibición millonaria de Arabia Saudí. Todo, decía él, con el objetivo de llegar fresco y físicamente preparado para el asalto a la recta final.
“Llegué aquí con buena energía, pensando que podía logra un buen resultado; incluso no jugué en Shanghái [mermado a esas alturas por un esguince de tobillo] para recargar las baterías, pero no sé qué ha pasado. En Miami fue distinto, porque lo de allí fue más una cuestión física, no de cómo golpeaba la pelota”, agregó extrañado, lamentado que se le haya escapado la oportunidad. Las métricas indican que la reducción de la velocidad ha sido reseñable, de los 40.8 puntos del año pasado a los 32.8 del actual. Sin embargo, a Alcaraz se le esfumó la inspiración.
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