Esta vez, Alcaraz encuentra un aliado en el rival: Bellucci se deshace solo
El español iguala su marcador más contundente en un grande tras un duelo sin oposición: 6-1, 6-0 y 6-3, en 1h 36m. En la tercera ronda se enfrentará a Darderi


En la pista central de Nueva York, a un italiano le invade un sentimiento abrasador que termina haciéndose extensible a todos los presentes: trágame, tierra. Demasiado descompensado. Muy crudo: 6-1, 6-0 y 6-3, en 1h 36m. Esta vez ya no se habla del rapado viral de Carlos Alcaraz, sino de cuánto tardará el español en resolver un capítulo muy desequilibrado en el que Mattia Bellucci, de 24 años y 65º del mundo, ha salido derretido a la pista y se ha desmoronado él solito. “Conozco su nivel y sé que no ha sido su mejor día”, atenúa el vencedor, que viajará de italiano a italiano; el viernes, contra Luciano Darderi (23 años y 34º) en la tercera ronda. Ha sido un paseo, obvio, “pero hay detalles por pulir”, se exige, “alguna cosa” pendiente de afinar.
Habla Alcaraz después de haber igualado su resultado más contundente en un gran escenario —los cuatro juegos que salvó JJ Wolf en el Roland Garros de la temporada pasada— y de haberse desmarcado de Manolo Santana, Carlos Moyà y Roberto Bautista en el listado de victorias en los Grand Slams. Son 79 ya. Sabe bien esta, aunque para cuando ha empezado a coger cuerpo la fiesta de la sesión nocturna, él ya está camino del vestuario. “Lo siento, pero tengo que hacer mi trabajo... Cuanto menos tiempo pase en la pista, mejor”, se disculpa, mientras la hoja estadística recoge el desplome de su rival. Bellucci tan solo ha podido retener el 43% de los puntos dirimidos bajo sus primeros servicios. Él, a lo suyo, cumple. Prohibido bajar el pistón. Hace un año cayó a estas mismas alturas.
Así que cuando las piernas de Alcaraz se activan y el murciano se suspende en el golpeo, descarga y la bola rasea como un proyectil hacia la línea de fondo y los pies del italiano, imposible cazarla para él, las bocas impresionadas del público de la Arthur Ashe se abren. Por algunas de ellas (no pocas privilegiadas) entra el caviar, acompañado en la cajita roja por una ración grasienta de noodles de pollo. Caviar y pollo, sí, esto es Nueva York; le ley de la tarjeta de crédito (100 dólares el bocado) y movimiento sin cesar en todo el primer graderío porque el juego, en ocasiones, parece ser lo secundario. La actividad le obliga a Alcaraz a hacer la pausa: esto es Nueva York, de acuerdo, pero esto es tenis.
Los resultados más contundentes | Torneo | Rival | Marcador | Duración |
---|---|---|---|
US Open 2025 | Mattia Bellucci (ITA) | 6-1, 6-0 y 6-3 | 1h 36m |
Roland Garros 2024 | JJ Wolf (EE UU) | 6-1, 6-0 y 6-3 | 1h 51m |
Open de Australia 2025 | Yoshihito Nishioka (JAP) | 6-0, 6-1 y 6-4 | 1h 21m |
Roland Garros 2025 | Tommy Paul (EE UU) | 6-0, 6-1 y 6-4 | 1h 34m |
Wimbledon 2022 | Oscar Otte (ALE) | 6-3, 6-1 y 6-2 | 1m 38m |
Demasiada dispersión. Para entonces, el murciano ya ha despegado y lo ha sufrido el rival, un chico al que la prensa de su país atribuye buenas formas y así es; las zurdas suelen atraer, seductoras, casi siempre tienen algo. Sin embargo, parece ser que esta noche ha olvidado la precisión y las ideas en el hotel. Excesivamente nervioso, agarrotado, vulnerable. Absolutamente diluido. Demasiado goloso para Alcaraz, que sin la necesidad de forzar la máquina se ha ventilado el primer parcial en media hora y en 29 minutos el segundo. Se trata de pasar tres o cuatro bolas y esperar a que Bellucci, cada vez más descolocado, más perdido, pegue una caña o se pase de ímpetu o la envíe a la red.
Paz y buen trabajo
Hace un par de días ya contaba que le sucedió algo similar la primera vez que pisó la central de Wimbledon. Fue este año, pero aquella tarde (arañó 13 juegos) acabó ofreciendo una resistencia digna ante Cameron Norrie. Esta vez, sencillamente no hay partido. Se lo ha comido la presión, la macroestructura imponente de la Arthur Ashe, el verse delante del fenómeno quizá. Poco más que un entrenamiento para el español, que no pudo testearse del todo el primer día ante Reilly Opelka y tampoco podrá extraer excesivas conclusiones de este episodio descolorido, tan desnivelado, sin exigencia suficiente como para calibrar en qué punto está. “Fresco”, dice Ferrero.

En cualquier caso, ya ha sorteado dos rondas y divisa el viernes una tercera también apetitosa. Hasta aquí, mucha paz. Buen trabajo en el estreno —el acorde a lo que requiere el pulso con un sacador— y lo necesario en esta segunda intervención en la que la jueza debe llamar varias veces al orden al personal porque el murmullo y el desorden se imponen en varias fases: “Silence, please”. “Respeten a los jugadores”. “¿Pero cómo ha llegado [Bellucci] a ser el 65º del mundo?”, se escucha. Por momentos, la situación es más bien engorrosa. Hasta que Alcaraz no decide levantar el pie del acelerador, o bajar un poquito el tono, el desequilibrio hace que los que atienden se sientan incómodos.
“Servicio de primera clase”, retransmite desde la cabina John McEnroe, por eso de que todavía respira como un jugador y, empático, se ha puesto en la piel del italiano, quien acto seguido, maldita sea, comete una doble falta. Los nervios, qué malos son. Injusto hacer una valoración real de él porque a buen seguro que tiene tenis, pero no es el día, sin duda. Se lo ha tragado la tierra. El cemento. En el box de Alcaraz hay mucha seriedad, señal de respeto, y el maquillaje del tercer set acaba suavizando un embarazoso trámite que Dj Fly Guy ha amenizado con la variedad musical. Suena poderosa Rihanna y se divierten James Corden y Anna Wintour, sentados juntitos; él bromea, ella siempre con sus gafas. Y todo termina con una doble falta.
Quizá, no podía ser de otra forma. El pobre Bellucci.
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