Djokovic, contra la edad y los elementos: “No es mala suerte, mi cuerpo me golpea; es lo que hay”
El serbio, de 38 años, lamenta su declive físico y dice que, por mucho que se cuide, llega con el tanque “medio vacío” a los enfrentamientos contra Sinner y Alcaraz


Novak Djokovic está dolido. Muy contrariado. Y, sin duda, esa es una buena noticia para él, puesto que lo contrario resultaría devastador y, probablemente, definitivo para el tenista más laureado en la historia del tenis masculino. Todavía le hierve la sangre. Arreciaba la tormenta sobre los miembros de su equipo: “¡Sólo mirad y callad, mira y callad! ¡No digáis ni una palabra, sólo mirad!”. Y ahora no quiere rodeo alguno. Antes de que la moderadora termine la protocolaria introducción de la rueda de prensa, el serbio, superado por Jannik Sinner en las semifinales y apeado ya de este Wimbledon, interrumpe: “¿Podemos empezar con las preguntas?”. “Vayamos directamente”.
Es un gigante herido. No se trata de perder, que también, sino de perspectiva. Mira Djokovic hacia el horizonte y no termina de encontrar escapatoria. No esta vez. Él, rey de los Houdinis, el hombre que siempre encontraba la llave del candado, empieza a verlo realmente complicado. Son 38 años y por delante afronta un desafío de dimensiones colosales, tal vez insalvable. Ya han emergido y compiten como dos centellas Sinner (23) y Carlos Alcaraz (22), pero más allá de ello, el tenista procesa y digiere como puede un hándicap todavía superior: la edad. Su cuerpo. Desde hace un tiempo, dice, no funciona igual. No reacciona del mismo modo ante los esfuerzos ni en las recuperaciones, y cada vez es más quebradizo por más que le dedique plena atención.
“La sensación no ha sido agradable”, admite. “No quiero entrar en detalles de mi lesión [producida durante el duelo de cuartos ante Flavio Cobolli, en un resbalón] y solo quejarme. Quiero felicitar a Jannik por su gran actuación, lo ha hecho muy bien”, indica antes de que se le recuerde lo desafortunado de esta temporada, en la que una lesión le retiró en las semifinales del Open de Australia y este último contratiempo —sin especificar, pero que le obligó a suspender el entrenamiento del día previo y claramente le ha mermado antes en la pista— le ha privado de afrontar en plenitud el pulso con el número uno. Pero ahí reside, precisamente, lo que le perturba: juego y físico van de la mano. Y tal vez no haya salida.

Se abre una leyenda en la sala de conferencias. Nole, a corazón abierto. “No creo que sea mala suerte”, precisa. “Sino que es la edad, el desgaste de mi cuerpo. Por mucho que me cuide, la realidad me golpea; pero no solo ahora, sino durante el último año y medio. Como nunca. Me cuesta aceptarlo porque creo cuando estoy fresco, en forma, todavía puedo jugar muy bien. Lo he demostrado. Pero jugar a cinco sets está siendo una lucha para mí; cuanto más dura el torneo, peor estoy. Llego a las rondas finales [semifinales en los tres grandes], pero una vez ahí tengo que jugar contra Alcaraz o Sinner. Y ellos están en forma. Siento que llego a estos partidos con el depósito medio vacío”, reconoce.
Pionero
“Y así”, prosigue, “no es posible ganar un partido como este. Es lo que hay”. Niega, en cualquier caso, que este haya sido su último partido en La Catedral, donde se ha coronado en siete ocasiones, solo una menos que el suizo Roger Federer. Y anticipa: “Quiero volver una vez más”. Será su físico, sin embargo, el que dictamine si regresará o bien debe cerrar antes una extensa carrera que, a excepción de 2018, cuando tuvo que operarse del codo, ha estado exenta de complicaciones porque además de poseer una carrocería privilegiada, Djokovic fue pionero en términos de nutrición, fortalecimiento y prevención. Técnicas hoy integradas de pleno en el deporte de élite y que él incorporó hace más de una década fueron en su momento objeto incluso de burla.

Su chasis, sin embargo, continúa enviándole señales. En Australia sufrió de la musculatura y el curso pasado, su menisco derecho se rompió en París. Le queda tenis, muy por encima de la media, pero le resulta cada vez más lejana la posibilidad de resistir al elevado ritmo que imponen Alcaraz y Sinner en el tramo final de los torneos. Circunscribe su calendario a las citas esenciales —diez citas, con un balance de 27 triunfos y nueve derrotas— y asegura que ya no le queda mayor motivación que los Grand Slams, pese a que deslizase su deseo de llegar a los Juegos de Los Ángeles (2028). Pero, aun así, no es suficiente. Queda por ver si termina aceptando del todo esta realidad.
“Es difícil ahora mismo decir cuál es el plan de cara a los próximos meses. Probablemente tenga que revisarlo todo y ver con mi equipo, con mi familia, cómo quiero proceder y dónde quiero llegar al máximo. No sé qué puedo hacer diferente, para ser honesto, porque no creo que nadie se cuide más que yo. Por desgracia, ahora no soy recompensado por eso”, lamenta. “Estoy disgustado y decepcionado, pero no tanto por la derrota como por lo físico. Estás ahí, decidido, quieres jugar; pero luego el cuerpo no te escucha. Eso es todo”, cierra el de Belgrado, que de aquí al cierre del ejercicio no advierte mayor aliciente que el US Open, enclave que en los últimos tiempos se ha traducido en disgustos para él. Es Nole contra los elementos.
“CARLOS TIENE UNA LIGERA VENTAJA”
Pese a las vicisitudes, el rendimiento de Djokovic en 2025 le garantiza hoy por hoy su presencia en la Copa de Maestros de Turín. En concreto, el serbio es tercero en la carrera anual. Tan solo ha festejado un título, en Ginebra, pero el premio no fue ni mucho menos menor, porque se trataba del número 100 de una carrera que partió en la élite hace 20 años.
Admirado y respetado, chocó de nuevo con Sinner y pone énfasis Alcaraz en el valor de la victoria del italiano. “Ganar a Novak es muy difícil y hacerlo en tres sets es más difícil todavía. La actuación de Jannik ha tenido mérito porque no ha bajado el nivel”, se pronunció el español, superado por el veterano en los dos últimos cruces entre ambos.
No obstante, será él quien debata el domingo (17.00, Movistar+) con Sinner. ¿Favorito? “Diría que Carlos tiene una ligera ventaja por haber ganado aquí dos títulos y por la confianza que tiene ahora mismo”, matiza Djokovic, “pero es solo ligera porque Jannik también está pegándole muy bien a la bola. Creo que va a ser un partido muy igualado como el de París”.
Alcaraz y Sinner cerrarán la competición, después de que este sábado (17.00, Movistar+), debatan en la final femenina la polaca Iga Swiatek y la estadounidense Amanda Anisimova.
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