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Davidovich, o qué manera de sufrir

El malagueño accede a los cuartos tras batir a Draper, pero sigue inmerso en la batalla interior: “No he sido capaz de respetarme a mí mismo ni a mi equipo”

Alejandro Davidovich
Alejandro Ciriza

Jack Draper, tipo serio él, no termina de entender qué demonios le ocurre a Alejandro Davidovich. O quizá sí. El malagueño acaba de vencerle (6-3, 6-7(6) y 6-4, tras 2h 46m) y de lograr el acceso a los cuartos de final del Masters de Montecarlo, pero no hay signo alguno de alegría en su rostro, sino todo lo contario. Sentado en la silla, el español intenta ocultar la emoción tapándose la cara y se lamenta durante treinta interminables segundos; de hecho, de no ser por el marcador, la imagen sugeriría la derrota. Pero esta es, al fin y al cabo, la historia de nunca acabar para él, un talento torpedeado una y otra vez por una mente traicionera que rema a contracorriente. Ha ganado, reaparecerá entre los ocho mejores del torneo tras las experiencias de 2021 y 2022, y figura ya entre los diez mejores de la carrera anual, signo claro de mejoría. Sin embargo, el poso es negativo.

Difícil de comprender, o no tanto si se atiende a una trayectoria que desde el punto de vista emocional ha sido siempre inestable. En un deporte tan mental como el tenis, los vaivenes del andaluz —citado este viernes (11.00, Movistar+) con Alexei Popyrin— son un cepo permanente y le sumergen en una batalla constante consigo mismo que nunca termina. Juega Davidovich, garantía de curvas. “Ha sido una montaña rusa”, describe. Y no le falta razón. A una bola de lograr el 4-1 en el segundo parcial, termina decidiéndose en el desempate, que había comenzado con un 2-0 a su favor. Luego, más giros, más nerviosismo, más roturas —cuatro ha encajado él, por las seis del inglés— y más tensión. Más estrés. Sellada esa manga, uno de sus preparadores, Félix Mantilla, ha optado directamente por abandonar el box. Y desde el rincón se le pide calma. Que reflexione.

“Si te respetas a ti mismo, vas a ganar, pero no puedes hablar en cada punto, Álex. No puedes quejarte en cada situación, tienes que seguir, porque él también duda y falla; estás siendo superior durante todo el partido y, pese a este caos, estás ahí”. “¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que se pierda y que nos vayamos a casa? ¡Pues ya está, tío! Disfrútalo, estás jugando un huevo, estás siendo superior. El otro te siente ahí… ¡Vamos, vamos, vamos! ¡Si el otro también está agobiado!”.

Al final, las 10 dobles faltas del británico —una de ellas, la que zanja definitivamente el duelo— y el arreón en los últimos juegos le han concedido la victoria, pero el peaje ha vuelto a ser muy elevado. El sufrimiento ha vuelto a ser extenuante y permanente. Incontrolable. En dirección a la red, se da golpes en el cogote. La segunda victoria de esta temporada contra un top-10 queda en un segundo plano. Se fustiga en la pista y hace autocrítica luego en las declaraciones pospartido. ¡Maldita sea, otra vez!

Equilibrismo constante

“No he sabido controlar mis emociones, ha sido duro”, afirma. “Estaba jugando un buen tenis, pero mi mente me susurraba mucha mierda. En algunos momentos no he sido capaz de respetarme a mí mismo, ni tampoco a mi equipo. Lamento mucho cómo he hecho las cosas hoy, así que ahora solamente puedo aceptarlo e intentar hacerlo mucho mejor mañana”, transmite en inglés. “La realidad es que hoy Jack [sexto del mundo, campeón reciente de Indian Wells] ha podido ganarme perfectamente porque ha jugado mejor que yo, por momentos ha sido superior; la diferencia ha sido que al final he apretado los dientes, he intentado permanecer en cada punto, en cada bola, aceptando todo el rato ese sufrimiento”.

Davidovich, cabizbajo durante el partido.

En busca del volantazo anímico que le permita dar un impulso a su carrera, Davidovich ha efectuado algunos cambios. El principal fue hace un año, cuando se desligó de su entrenador de toda la vida, Jorge Aguirre, y se asoció con David Sánchez y Mantilla después de una prueba con Fernando Verdasco. Desde junio reside precisamente en Montecarlo y brazada a brazada está consiguiendo revertir la dinámica negativa que le descabalgó de la zona alta del circuito —rozó el top-20 hace dos años— y le hizo descender al puesto 68. Los resultados reflejan una progresión, con las finales de Delray Beach y Acapulco, pero sus partidos continúan siendo un ejercicio de equilibrismo que impide averiguar el verdadero potencial de un profesional talentoso, que a los 18 años conquistó Wimbledon como júnior.

Davidovich cumplirá 26 años en junio y sigue a la caza de su primer título en la élite. Hasta hoy, los cuartos de final alcanzados en Roland Garros son su registro más meritorio, acompañado de los que firmó hace cuatro años en Montecarlo, las semifinales de Canadá hace dos y, sobre todo, la final que disputó contra Stefanos Tsitsipas en el Principado, territorio de doble cara para él; en ningún sitio ha llegado tan lejos en un Masters 1000, pero en las dos últimas ediciones cayó en la primera escala. Rema y rema para acabar algún día con la zozobra. Traduce el curso en 17 victorias y ocho derrotas. “Los dos últimos años no han sido fáciles para mí”, reconoce. “Pero este año me marqué el objetivo de redescubrir mi juego y empezar de cero, profundizar al máximo en mis posibilidades para jugar mejor. Estoy sintiendo mucha confianza”, zanja. No sin la angustia como indeseada acompañante. Siempre ahí.

FILS, SERIA PRUEBA PARA ALCARAZ

A. C.

Davidovich no encontrará al otro lado de la red a todo un especialista como Casper Ruud, sino a Alexei Popyrin. El australiano venció al noruego por 6-4, 3-6 y 7-5, pero no fue la única sorpresa de la jornada. El ruso Andrey Rublev perdió ante el joven Arthur Fils, por lo que el francés será el rival de Carlos Alcaraz este viernes (hacia las 13.00, Movistar+).

El murciano continúa ganando tono a base de peloteo y otra victoria, esta vez ante Daniel Altmaier: 6-3 y 6-1, tras 1h 25m. De nuevo, de menos a más. Imprecisión en el primer set, ensuciado con 25 errores, y un mejor rendimiento en el segundo, en el que redujo la cifra a ocho. Será la primera vez que se tope con Fils.

“Está jugando muy bien. Es el único jugador que ha llegado a los de todos los Masters 1000 este año”, advirtió. “Conforme pase más tiempo en la pista, iré sintiéndome mejor. Voy a intentar olvidarme de las cifras y las estadísticas, y simplemente jugar”, prorrogó. El de El Palmar presente un balance de 5-0 ante rivales menores que él.

El galo, virtualmente decimotercero a sus 20 años, supondrá una prueba seria para él. También avanzaron Stefanos Tsitsipas (doble 6-1 a Nuno Borges), Lorenzo Musetti (doble 6-3 a Matteo Berrettini), Grigor Dimitrov (6-3, 3-6 y 6-2 a Alejandro Tabilo) y Alex de Miñaur (doble 6-2 a Daniil Medvedev). Los cuartos quedan así: Davidovich-Popyrin, Alcaraz-Fils, Dimitrov-De Miñaur y Musetti-Tsitsipas.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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