El dinero del Congo alimenta al Barça
La economía del club ha provocado un viraje: de presumir de UNICEF al nuevo patrocinador


La última encuesta facilitada el 23 de julio por el Barcelona afirmaba que el 86% de los 3.000 socios consultados por el club aprueba la gestión de Joan Laporta. Un porcentaje excelente si se tienen en cuenta los contratiempos que se han sucedido por la manera de proceder del presidente del Barça. No es extraño por tanto que el máximo mandatario reaccionara con rapidez al último equívoco provocado por el apagón televisivo que impidió a los abonados azulgrana presenciar la primera parte del debut del equipo en Japón. La respuesta, consciente del fallo de los medios digitales del club, fue devolver el dinero a los que habían pagado y programar en abierto por Youtube los partidos de Corea del Sur.
El enojo del barcelonismo era tan notorio que Laporta acabó con el experimento porque sabe que los socios pueden hacer la vista gorda con el proceder de los directivos mientras puedan ver y presumir del equipo de Flick. El exilio a Montjuïc ya fue llevadero porque permitió que 60.000 abonados se pudieran acoger a una excedencia hasta el regreso al Camp Nou. Y se sabe además que los socios, a pesar de ser los propietarios, no han tenido que poner ni un céntimo de más ante el crítico momento económico.
La deuda se atribuye a Josep Maria Bartomeu de la misma manera que en 2023 se enchufó a Joan Gaspart. El remonte fue posible en el primer mandato de Laporta por el círculo virtuoso activado con Ronaldinho. El remedio en el regreso del presidente en 2021 son las palancas que han permitido fichar desde Lewandowski a Olmo y vestir a Lamine Yamal con el 10. El recurso se repite cada verano: se trata de poner a salvo la salud del equipo a cambio de hipotecar la vida del club con la esperanza de que con el éxito se generará tanto dinero que el Barça no quedará en manos de los acreedores ni se convertiría en una SAD. El problema es que el uso repetido de las palancas provoca rechazo en los demás clubes y genera discusiones en el propio Barça.
La última se llama Ter Stegen. El Barça no puede inscribir a Joan García ni a Marcus Rashford, sus dos fichajes de la temporada, ni tampoco a Szczesny, sustituto desde enero de Ter Stegen. Necesita liberar masa salarial para cumplir el fair-play de LaLiga. Los 20 millones generados por las salidas de Ansu Fati (Mónaco), Pau Víctor (Sporting Braga) y Pablo Torre (Mallorca) conceden poco margen para un club acostumbrado a la incertidumbre y a forzar tanto las cuentas que ya fue sancionado con 15 millones por la UEFA.
El FC Barcelona i el govern de la República Democràtica del Congo @MinSport_Loisir s’associen per promoure la cultura i la innovació esportiva al país africà.
— FC Barcelona (@FCBarcelona_cat) July 30, 2025
Ahora toca esperar la ayuda que pueda llegar por la vía Ter Stegen. El club enviará un informe al tribunal médico de LaLiga para certificar que el portero estará cuatro meses de baja y poder utilizar el 80% de su sueldo a fin de inscribir a García como ya pasó el año pasado con el alta de Olmo a cambio de la lesión de Christensen. No será fácil convencer a Ter Stegen. Tampoco resultará sencillo que los auditores contabilicen los 100 millones que el club tiene comprometidos por los asientos Vip del Camp Nou porque todavía se desconoce cuándo se podrá jugar en el nuevo estadio del Barça. Ya no se descarta volver a Montjuïc.
La situación obligaba a reaccionar de inmediato porque todavía no se ha cerrado el ejercicio económico 2024-2025. Así que el Barça ha firmado un acuerdo de patrocinio con la República Democrática del Congo. El club cobrará 44 millones, 11 por cada uno de los años firmados, un ingreso que no se tendrá que periodificar ante LaLiga. El fin justifica los medios y los euros serán tan bien recibidos como cuestionado es el convenio con un país en el que se vulneran algunos de los derechos más elementales, es significativo el éxodo y la hambruna y al que se recomienda no viajar por los índices de corrupción y violencia, un escenario difícil de ser asimilado por una entidad que presume de tener una carta de identidad progresista, de ser més que un club y de su alianza con UNICEF.
Los mismos que criticaron que el dinero llegara de Qatar agradecen hoy que proceda de República Democrática del Congo. El Barça funciona como una empresa familiar a gusto de Laporta. El laportismo se impone como una religión en el Barcelona. No es fácil fiscalizar una gestión que escapa a cualquier control y ahuyenta a los ejecutivos más profesionales al tiempo que firma patrocinios únicos como los de Nike y Spotify.
La praxis levanta sospechas desde que Olmo fue autorizado a jugar por la intervención política del CSD y Laporta lo celebró con una butifarra. Aumentó desde entonces el marcaje al presidente como se vio con Nico Williams. Laporta se remite a sus socios y al equipo que ganó al Seoul. Imposible imaginar que el 3-7 no hubiera podido ser visto por los seguidores del Barça.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
