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Juancho Hernangómez: “Juego mejor cuando no pienso y soy libre”

El ala-pívot y segundo capitán de España reflexiona sobre su carrera y su personalidad antes del debut de la selección ante Georgia

Juancho Hernangómez, con la selección española, en una imagen cedida por la Federación de Baloncesto.
Juan Morenilla

El segundo capitán de España es un tipo especial. Juancho Hernangómez (Madrid, 29 años) ha labrado su propio camino hasta vestir galones en la selección. No tuvo hueco en el Madrid junto a su hermano Willy, se curtió en el Estudiantes y en el salto a la NBA, su gran sueño, vivió las dos caras del negocio en seis franquicias. Hoy es un ídolo en el Panathinaikos, el equipo con el que ganó la Euroliga hace un curso. Con España ha sido campeón del Mundial de 2019 y del Eurobasket de 2022, un oro que ahora defiende. Antes del debut este jueves ante Georgia (14.00, La2), Juancho mira atrás. Ve cosas buenas y malas. No cambiaría nada.

Pregunta. Segundo capitán de la selección. ¿Qué siente?

Respuesta. Significa que los mayores se han ido y que solo quedamos mi hermano y yo. Cuando empecé, en 2017, era el más joven y fui joven durante mucho tiempo. Recuerdo lo bien que me trataron, lo mucho que aprendí y disfruté. Fue una época que pensé que nunca iba a acabar.

P. ¿Le gusta ser líder?

R. Bueno, cada uno lidera a su manera. Hay gente que lidera dentro de la cancha y gente que lidera fuera. Unos pretenden liderar y otros lo hacen con el ejemplo aunque no quieran ser líderes. Estos son los que más me gustan y a los que he admirado, gente que sin decir mucho o sin elevar la voz tiene mucho poder y a la que todo el mundo mira. Hay veteranos que han sido mis ídolos sin pretenderlo y sin que yo se lo dijera.

P. ¿Qué ha aprendido de los malos momentos?

R. Por suerte o por desgracia he tenido una carrera con muchos altibajos. La vida del deportista profesional es un vaivén, una montaña rusa. Hay que entender al deportista cuando tiene momentos de bajón, cuando se lesiona, cuando el cuerpo o la cabeza no funcionan o cuando las expectativas de ellos mismos o de los demás no se cumplen. Aprendí muy pronto que el deportista es frágil, de cristal. Me operé con 15 y 16 años dos veces la rodilla y no sabía si iba a llegar. Pero no cambiaría nada de mi carrera, ni lo malo. Esos malos momentos me enseñaron mucho. Las lesiones con 15 años me hicieron cambiar radicalmente la persona que era. Me di cuenta de los valores que realmente importan en la vida. Intenté ser mejor persona. Para mí eso siempre ha sido lo prioritario. Cada mal momento me ha llevado a lugares que luego he valorado muchísimo. No me arrepiento de nada ni volvería atrás. Está claro que no soy la persona de hace 10 años, o cinco, o el año pasado. Eso es lo bonito de la vida. Está bien cometer errores. Todavía sigo equivocándome y aprendiendo.

P. Cuando España ganó el Eurobasket de 2022, se emocionó mucho recordando su camino…

R. Sí, me emociono mucho cuando miro atrás y veo de dónde vengo y cómo he recorrido ese camino. Lo difícil que fue llegar a la NBA, muchos entrenamientos, sacrificios, viajes, momentos muy, muy duros, salir de lesiones. No sabía si iba a llegar y lo aposté todo a una carta. Nunca pensé en un plan B. El día que fui elegido en el draft fue el más feliz de mi vida. He trabajado muy, muy duro. También me ha recompensado el baloncesto con vivencias y personas, no solo ganar. Aunque haya perdido, recuerdo años maravillosos. Eso me quedará para el resto de mi vida. A veces pasamos de largo por eso. En mi generación vivimos muy rápido, lo queremos todo aquí y ahora, no tenemos la paciencia para valorar que las cosas y las personas tienen su tiempo. Algunos florecen a los 19 años y otros a los 25, hay gente que comete muchos errores y aprende tarde. Ahora intento vivir más tranquilo, disfrutar del camino y de cada pequeño momento porque no se va a repetir.

Juancho Hernangómez, en un amistoso ante Francia, en una imagen cedida por la Federación de Baloncesto.

P. ¿Con 29 años siente un salto generacional con los más jóvenes?

R. Sí, lo noto mucho. A Larry [De Larrea] y a Mario [Saint-Supéry] les saco casi 11 años. Es muy diferente cómo ven la vida. Me encanta su entusiasmo. Me recuerdan a mí cuando empezaba con esa energía de cada día. Ahí me doy cuenta de que me hago mayor y de que cuando yo llegué los mayores se portaron muy bien conmigo y me quisieron mucho. Me he sentido muy querido.

P. ¿Todavía puede sentir el baloncesto como si fuera un niño?

R. Sí, todavía lo siento como un juego. Cuando no viva así el deporte que amo me retiraré. Nunca he jugado por dinero. Nunca me he levantado y he pensado: “Joder, tengo que jugar al baloncesto”. Me encanta competir. El cuerpo no está como hace 10 años, que veía a niños jugando y me iba con ellos. Pero sigo amando el baloncesto, pienso en él 24 horas al día, veo muchos partidos, los jugadores nuevos... Sigo enamorado.

P. ¿Con qué sueña?

R. He cumplido todos mis sueños: ser profesional, llegar a la NBA y a la selección con mi hermano, ganar. Ahora mis sueños son día a día.

P. ¿Es un superviviente?

R. Todos lo somos. Si vas por la calle o en el metro, todos somos supervivientes de nuestras historias, todos tenemos miedos y angustias. Cuando alguien cumple un sueño, la alegría es la misma. Si tu padre está orgulloso de ti, o un amigo te dice que te has equivocado, tienes la misma sensación que yo. Eso no cambia por ser deportista. Las emociones son iguales. A mí me gusta estar con personas de más edad porque lo han vivido todo. Cuando creces, piensas que tus padres no tienen razón, que no saben, y el equivocado eres tú. Luego quieres estar con ellos.

P. ¿Qué tiene de su padre y de su madre?

R. Mi padre y yo somos muy parecidos en cómo vemos la vida. Mi hermano y mi madre se parecen y mi hermana reúne lo bueno de los dos. De mi padre tengo no tomarme todo muy en serio, disfrutar del momento. De mayor quiero ser como él. Mi madre ha sostenido la familia, es nuestro pilar más fuerte, la guía, la jefa. Siempre cuida a los demás. Es la persona menos egoísta que conozco, una luchadora.

P. “Los ojos nunca mienten”. Es un tatuaje que lleva en el cuello. Cuando se mira al espejo, ¿qué ve?

R. Que puedes mentir a cualquiera pero nunca a ti mismo. No puedo mirarme en el espejo y mentirme, aunque quiera, porque sé la verdad. Los ojos lo transmiten todo.

Juancho Hernangómez, con la selección española, en una imagen cedida por la Federación de Baloncesto.

P. ¿Uno juega según su personalidad?

R. Nunca lo he pensado. Yo soy más atrevido fuera de la cancha que dentro. Cuando no pienso tanto es cuando mejor juego, cuando sale mi mejor versión. Simplemente el amor por el baloncesto, como cuando era pequeño. Soy mucho mejor cuando juego por instinto, cuando soy libre. Cuando piensas las cosas dos veces, o cuando la cabeza no sintoniza con tu cuerpo, no sale bien.

P. ¿Le gustaría ser entrenador?

R. No. No tengo la paciencia para aguantar a 12 tíos, que te critiquen, que te insulten… es muy difícil. Lo respeto mucho.

P. ¿Y padre?

R. Sí. Era uno de mis sueños. Antes tenía muy claro que quería ser padre joven, pero son momentos de la vida. Ahora lo veo un poco más lejos. Estoy muy centrado en mí mismo. Y soy muy feliz.

Resultados y clasificaciones del Eurobasket.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.
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