Ir al contenido
_
_
_
_

Sergio Scariolo: “Respiro una conjura para ayudarme a terminar bien mi etapa en España”

El seleccionador reflexiona en esta entrevista sobre el Eurobasket, su legado y su despedida antes de entrenar al Madrid

Sergio Scariolo
Juan Morenilla

El rey de oros se despide. Sergio Scariolo (Brescia, 64 años) apura los últimos sorbos de una época gloriosa para el baloncesto español. El seleccionador campeón de cuatro Eurobasket (2009, 2011, 2015 y 2022) y de un Mundial (2019) ha decidido poner fin a un trabajo que durante 15 años ha desarrollado con entrega, exigencia y pasión. Después del próximo torneo europeo, del 27 de agosto al 14 de septiembre, cambiará el chándal de la selección por el del Real Madrid. Antes tiene pendiente un último baile, el servicio final a una selección a la que ha dotado de identidad y títulos.

Pregunta. ¿A qué sabe este Eurobasket para usted?

Respuesta. Estoy consiguiendo vivirlo con normalidad dentro de la absurda anormalidad que ha sido la convocatoria y la preparación por las lesiones. Estoy más ocupado en buscar soluciones que en las cosas más emotivas como pensar en mí mismo.

P. ¿Siente más responsabilidad?

R. No. Como la tarea es durísima, durísima, no merece la pena sobrecargarme con más obligaciones de las que ya tengo. Honestamente, no lo siento de una manera especial. Únicamente cuando estoy solo, de vez en cuando me viene una imagen, pero es algo privado y no cuando estoy trabajando, que es el 90% del tiempo.

P. ¿De quién heredó su ética de trabajo?

R. De mis padres. Eran profesores. Mi madre de universidad, mi padre de instituto. Y de mi origen. Me crié en la Lombardía, una región un poco calvinista. Ese ambiente lo he respirado desde que nací. Y en casa, con dos profesores, ahí estaba el remate.

P. ¿Nota una gran diferencia con los jóvenes de hoy?

R. Sí, son muy diferentes. El secreto para estar a la altura de la comunicación que requieren estos tiempos es saberlos entender, esforzarte por entenderlos. No necesariamente te tiene que gustar todo lo que hacen, pero sí hay que intentar ponerse en sus zapatos. Tengo dos hijos de la edad de mis jugadores y eso me ayuda mucho a tratar con ellos. No puedo estar pensando que los tiempos pasados fueron mejores, o si lo pienso no me tiene que influir. Por supuesto no puedo ir de amiguito con mis jugadores porque sería ridículo e inútil y no lo aceptarían. Sí hago todo lo posible para sintonizar la radio que ellos escuchan. Luego, cuando estoy solo, escucho otra cadena.

P. ¿Ha hablado con los jugadores del ruido alrededor de la selección por su marcha al Madrid?

R. Lo hablé con ellos el primer día. Les pedí que hagamos todo lo posible para mantenernos ajenos. Sé que hay una conjura no escrita para poder ayudarme a terminar bien esta etapa. Lo siento y lo respiro. Les dije a los jugadores que la mejor manera es hacer bien nuestro trabajo, sin presiones añadidas, y terminando como siempre, con la cabeza alta con medalla o sin ella. Valoro esa conjura en los pocos momentos en los que pienso en el después. Hay vínculos emocionales que van más allá de la profesión.

P. ¿Se emociona?

R. En privado. No ayuda a mi trabajo dejarme guiar por las tormentas emocionales de una actividad tan sometida a altibajos por victorias, derrotas, opiniones… Eso lo he desarrollado con el tiempo. A veces es muy útil y otras no me gusta mucho, pero sé que es la mejor forma de tener un nivel alto de calidad en la toma de decisiones. El momento de las emociones es íntimo.

P. España defiende el oro europeo de 2022…

R. Le interrumpo. Eso es una definición que el deporte no puede aceptar. Han pasado tres años, ha cambiado todo. España no defiende nada. Por haber ganado el último campeonato no empezamos 10 puntos por encima del rival. En su momento hicimos una cosa extraordinaria. Ahora empezamos de cero en la parrilla de salida.

P. ¿Y cómo está la selección?

R. Estoy satisfecho de los entrenamientos, de la actitud del equipo, de la asimilación aunque ha sido obstaculizada por los problemas físicos. Se nota el hecho de que llevamos jugando de una determinada manera desde la cantera. Eso nos facilita el trabajo. No puedo decir nada malo. Tenemos defectos, muchos, igual más que otras selecciones, pero los tenemos claros y hay un compromiso para reducir su efecto. Los rankings de favoritos tienen en cuenta el nombre de los jugadores más que la capacidad para formar equipos, y ahí históricamente nosotros siempre hemos añadido algo respecto a la suma de los valores individuales. Es el recurso con el que contamos para remontar posiciones.

P. ¿Esa es la marca España?

R. Hay valores muy reconocibles. Ser capaces de mantener el ego alejado de la puerta del vestuario y de la cancha. La capacidad de competir más allá de la lógica. Y, a nivel táctico, jugar en equipo con un nivel de conocimiento muy alto que traen los jugadores de sus clubes y de las canteras. Gracias a eso nos atrevemos a ser más profundos que otras selecciones que van más a la explotación de las capacidades anotadoras de sus estrellas.

P. ¿Qué es la dureza?

R. Hay dos durezas. Una física. En el baloncesto has de jugar fuerte o no sobrevives, desapareces por completo. Y la dureza mental de soportar los baches, errores, no perder la concentración tras los aciertos, y aguantar más de lo que el cuerpo te permite porque no tienes miedo, porque vas a por ellos en lugar de dejar que vayan a por ti porque te aplastarían.

P. ¿Cómo ve el puesto de base?

R. Veo a jugadores muy cerca de llegar a un alto nivel y con un recorrido brutal. Estamos en el camino. Los jóvenes van a dar un gran paso al futuro. ¿Es el momento perfecto para dar el cien por cien? Eso lo dirá la competición. A veces elevas el obstáculo y lo superan.

P. ¿De Larrea?

R. No me sorprende su rendimiento. Es un chaval que tiene un muy buen nivel de madurez, conocimiento del juego y ética de trabajo. Es un proyecto de un grandísimo jugador.

P. ¿Sigue pensando que es el momento más difícil para el jugador español?

R. La situación es sencilla. Se reduce cada vez más la presencia de jugadores españoles en el alto nivel de competición internacional, que es lo que otorga estatus.

P. Willy ha admitido que la temporada pasada perdió la pasión por el baloncesto. Ahora es el capitán. ¿Cómo ha sido su trabajo con él?

R. Le he visto muy bien. He tenido que dedicarme solo a la parte técnica. No he tenido la necesidad de motivarle, está con mucha energía. Me centro en sus fortalezas para luego corregir sus carencias a veces de manera bastante enérgica. Como sé que confía en mí, sé que puedo atreverme cuando toca decirle las cosas de esa manera. No tengo ningún problema en hacerlo y él lo intenta, lo acepta e intenta corregirse dentro de su idiosincrasia. Es obvio que Willy es un jugador con un corte más ofensivo que defensivo y yo en 15 días no lo voy a cambiar.

P. ¿Y Juancho?

R. Es un fantástico líder de ejemplo en el optimismo que insufla en el grupo. Eso es muy importante en un vestuario huérfano de jugadores que eran capaces de hacerlo y ya no están. No quiero que cambie su forma de ser. Quiero que no renuncie al tiro cuando le toca y que vaya al contacto físico con la confianza de saber que tiene cuerpo para aguantarlo. Eso espero que nos dé.

Scariolo, con Juancho y Willy Hernangómez.

P. ¿Santi Aldama como cuatro o como cinco?

R. Me gusta más como cuatro. Para aumentar los minutos en los que Juancho y Santi pueden estar juntos en la pista, o porque podemos desequilibrar al rival abriendo más el campo y sacar de la pintura a un pívot grande que no puede taponar el tiro, puede jugar de cinco. A estas alturas todo el mundo ha de hacer lo que le haga falta al equipo para competir. Las circunstancias personales hay que dejarlas en un cajón para ir a lo eficaz, no a lo bonito. Lo ideal nunca lo he tenido ni siquiera en esos equipos tan llenos de talento.

P. ¿Se nota en el vestuario que es la primera convocatoria sin un gran referente de esa generación?

R. Un carácter no puede cambiarse para parecerse a otro o porque otro no está. Pero sí pueden potenciarse cualidades que estaban solapadas. Eso lo voy notando. A Brizuela lo veo con una madurez y liderazgo superiores. Todos los jugadores que están en esta selección han debutado conmigo. Sé lo que puedo esperar de ellos porque los he elegido yo uno a uno. Ninguno me lo he encontrado heredado de antes.

P. ¿De qué está más orgulloso de su época en la selección?

R. Han sido 15 años en los que he estado muy involucrado en la cantera y la formación. Quiero dar un nombre propio, el de Manolo Aller, el link de continuidad. He tenido la suerte de tener una federación muy receptiva. Podían haberme dicho que me dedicara a los bloqueos y el pick and roll. Pero me he empeñado, he tenido esa influencia y me lo han permitido. Hemos creado unos valores duraderos que puedan sobrevivirme y un sistema de juego que tiene su riqueza táctica y es realmente competitivo. Y esa visión de conjunto que une la academia con el primer equipo. Es un legado que hará más fácil la tarea para quien venga detrás. En un par de años, España será uno de los mejores equipos del mundo.

P. ¿Fue difícil tomar la decisión de dejar la selección?

R. No fue fácil. Me he resistido durante el año, porque consideré coger un club durante la temporada. Echaré de menos a personas, momentos, pero debía basarme en mi instinto. Me iré con la conciencia tranquila. Dejo la línea marcada.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_