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EUROBASKET
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Y si nos vuelven a sorprender?

Antes de criticar o de ponernos vídeos de hace años para que nos dé un ataque de nostalgia, veamos qué son capaces de hacer estos chicos

Sergio Scariolo
Juanma Iturriaga

Lastrada por las lesiones, debilitada por ausencias más o menos voluntarias y olvidada en los pronósticos hasta rozar en alguno la falta de respeto, España se presenta en este Europeo por lo bajini, que diría Iñaki Williams. Alejada de los focos que apuntan sin disimulo hacia otros lados, el verano no ha dejado de traer malas noticias. Tantas que Sergio Scariolo ha tenido que hacer ingeniería creativa para finalmente poder conformar un colectivo suficientemente competitivo en esta su última aventura como seleccionador (lo de la última lo dejaría en barbecho, que la vida da muchas vueltas).

Ante tanto remiendo obligado, la lista de costuras con riesgo de ruptura es numerosa. Inexperiencia extrema en los bases, donde a los jóvenes De Larrea y Saint-Supéry les ha caído encima una tarea para la que no sabemos todavía si están suficientemente preparados. Será sin duda uno de los temas del campeonato. De las limitaciones físicas con respecto a otras selecciones de tronío casi mejor no hablar, pues no tienen remedio. El liderazgo es todavía difuso, más marcado en la banda que en la cancha. No contamos con ninguna estrella de relumbrón capaz de llevarnos en volandas cuando llegue la tormenta (Aldama es el señalado, pero falta su confirmación en una gran competición) y el juego interior pivota sobre Willy Hernangómez, con todo lo que ello significa.

En esta tesitura, la selección se ha dedicado a ordenar lo táctico y proteger lo anímico. Lo primero tampoco ha sido fácil con tanta gente importante pasando más tiempo en el gimnasio que en la pista. Los partidos de preparación, muy exigentes ante selecciones con pedigrí, han emitido señales contradictorias. Un día mostraba nuestras carencias, dos días después no parecíamos tan lejos de los mejores. Tampoco se vio mucha prisa por ponerse a punto. El sistema de competición permite huir de urgencias, lo que les viene muy bien tanto a los lastimados como a los jugadores con bisoñez competitiva. El sorteo ha propiciado partidos de dificultad creciente, el mejor entrenamiento posible para afrontar los días decisivos. En la primera fase se prepara y en los cruces se compite. Georgia, Bosnia y Chipre deben servir para romper a sudar e Italia y Grecia son estupendas pruebas del algodón para saber dónde estaremos en juego y ánimo antes de afrontar los todo o nada.

Mientras intentaban acoplar tanta novedad, Scariolo y sus jugadores se han ocupado de construir confianza para armar una barrera que evite que les alcance el desánimo ante tanta limitación, derrotas y malos augurios. No estamos tan mal como pueden indicar los resultados en la preparación, ha dicho el técnico, poco dado a este tipo de declaraciones estilo vaso medio lleno. Se evoca una y otra vez el 2022, donde nadie daba un euro por el equipo. Se homenajea a referentes como Llull para no olvidar que no sólo fue el talento lo que les hizo grandes. Se vuelve una y otra vez al concepto familiar para que actúe de pegamento deportivo y personal. Incluso se recuerda que es el Last Dance de Scariolo con la selección, y qué menos que esta historia de éxito termine bien. Lo que haga falta para mantener la tropa unida, motivada y con una gran dosis de autoestima.

La tarea es hercúlea. Antes de que comience el campeonato se ha hablado más de lo que no tenemos que de las virtudes que atesoramos. Y vale, Sergio de Larrea no es Ricky Rubio, pero tiene algo especial. Brizuela es un genuino representante del espíritu Mamba. A Santi Yusta le ha costado un mundo llegar hasta aquí, y se merece lo mejor. Los Parrilla (Parra y Pradilla) no conocen el miedo. Aldama es muy pero que muy bueno. Y nadie saca mejor rendimiento a los Hernángomez que Scariolo. ¿Suficiente? No lo sé. Depende dónde pongamos el listón. Pero antes de cualquier crítica y de ponerse a ver un vídeo de hace años para que te dé un ataque de nostalgia, veamos qué son capaces de hacer estos chicos, no vaya a ser que nos vuelvan a sorprender.

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Sobre la firma

Juanma Iturriaga
Columnista en EL PAÍS desde 1985. Exjugador profesional de baloncesto. Medalla de plata olímpica en Los Ángeles 84. Conferenciante, articulista, presentador y colaborador en diversos medios de prensa, radio y televisión.
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