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El gran salto de Iyana Martín, la jugadora que fluye

La base asturiana, de 19 años, debuta este jueves con España en el Eurobasket tras una gran primera temporada en la élite

Iyana Martín
Juan Morenilla

A mil por hora. Así ha vivido Iyana Martín en la última temporada. En solo un curso, la base asturiana de 19 años y 1,76m ha cambiado de equipo, ha rechazado ofertas de Estados Unidos, ha pasado a profesional, se ha estrenado en la Liga Femenina Endesa, ha sido internacional absoluta, se ha asentado como una de las joyas del baloncesto español y está a las puertas de debutar en el Eurobasket. En poco más de 12 meses. “Todo ha ido muy rápido. Ha sido un salto tan grande que a veces me ha costado asimilar dónde estaba”, cuenta a EL PAÍS la jugadora de Oviedo antes del primer partido de la selección en el campeonato europeo, este jueves en Hamburgo frente a Gran Bretaña (17.15, Teledeporte). Alemania (rival el viernes) y Suecia (domingo) completan el grupo; las dos mejores avanzan a cuartos, dentro de una fase final que tendrá lugar en Atenas.

El Perfumerías Avenida dio el golpe el pasado verano. El equipo de Salamanca no solo contrató a un diamante que había brillado durante dos campañas en el Segle XXI, en la Liga Femenina 2, sino que se aseguró el relevo de Silvia Domínguez, ahora retirada a los 38 años. La transición se ha acelerado tanto en su club como en la selección. La base asturiana ha disputado 24 minutos por partido (9,7 puntos y tres asistencias) en la Liga, y el cambio generacional le concede en España más galones de los normales a su edad. Con la selección debutó en junio de 2024 después de ser plata y MVP del Mundial sub-19.

Iyana comenzó en la canasta por herencia familiar, hija de María Carrión, que jugó en la selección asturiana, y de Juanjo Martín, base que alcanzó la EBA. Ambos eran entrenadores en el Centro Asturiano de Oviedo, cerca del Monte Naranco. “Y yo me puse a jugar por aburrimiento. Me gustó y fui subiendo”, revive. Y tanto subió que a los 14 años se fue de casa para fichar por el Segle XXI, en Barcelona. “Fue en el confinamiento y me dio mucho respeto. Siempre he sido muy familiar y prácticamente no había salido de casa. Elegí que me iba porque quería tomármelo más en serio”, añade. Pasó a vivir en una residencia junto al colegio y el pabellón de baloncesto, con otra compañera y una tutora. “El primer año casi lo dejo. Fue muy duro con la covid porque no podía ir a casa y mis padres no podían venir. Me di cuenta de que debía trabajar más, mirarme al espejo”.

Como a tantas otras promesas, a Iyana le tentó el verano pasado la oferta deportiva y económica de EE UU. “Yo de primeras no quería ir, pero visité algunas universidades. No me desagradó, pero las sensaciones… No sé explicar por qué. Para mi juego iba a estar más cómoda en el baloncesto europeo. Y cuando fui a Salamanca y entré al pabellón, me vi allí. Mi madre siempre me dice que hay que hacer lo que sentimos y luego ya nos equivocaremos. Me ha ido bien”, afirma.

Iyana Martín, con la selección, en una imagen ofrecida por la Federación Española.

En Salamanca ha cursado un máster con Silvia Domínguez. “Me llevo de ella su compromiso. Siempre ha estado por los demás”, afirma Iyana. Y en la selección mira a otro mito, Alba Torrens: “Siempre nos dice a las jóvenes que seamos nosotras mismas, que fluyamos, seamos valientes. Ella intenta que en la pista dejemos salir nuestra personalidad, que no estemos cohibidas. Yo juego sin miedo. Tengo carácter o no estaría aquí, esa chispilla. Voy fluyendo, lo que me salga, no tengo un estilo cuadriculado, con control porque muchas veces se me va la olla. Cuando tengo entrenadores que me permiten ser yo, como Anna Montañana en Avenida, y Miguel Méndez aquí, me es mucho más fácil adaptarme a lo que me piden. Sé que no me cortan las alas. En la selección me siento arropada y eso me ayuda a soltarme”.

Iyana es el futuro y también el presente. “A las jóvenes nos toca dar un paso adelante. Me hace especial ilusión empezar con la selección y dar ya ese paso. No les importa mi edad. Yo soy muy competitiva desde niña. En mi familia dejamos de jugar al parchís porque cuando perdía lloraba y me enfadaba y decía que no jugaba más. Siempre he sido así”, cuenta la ovetense.

El Eurobasket le obliga a cambiar las fechas de los exámenes de Logopedia, carrera que estudia a distancia en la UNIR (Universidad Internacional de La Rioja). Solo se matriculó en la mitad de las asignaturas, adivinando ya lo que tenía por delante, una temporada a toda velocidad.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.
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