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Silvia Domínguez se retira y con ella se marcha un cachito de la historia del baloncesto

La base catalana del Perfumerías Avenida y la selección española deja el deporte profesional con un historial imponente y el respeto de todas las aficiones

Silvia Domínguez
Fernando Miñana

Silvia Domínguez (Montgat, Barcelona; 38 años) ha anunciado este martes en el pabellón de Würzburg, en Salamanca, prácticamente su segunda casa y que a partir de ahora llevará su nombre, rodeada de las camisetas de sus diferentes equipos con el número 6, que deja el baloncesto después de 21 temporadas como profesional. El 6 es el número que eligió porque era el que llevaba su hermano Jordi cuando jugaban en la canasta que tenían en casa cuando eran niños y donde intentaban reproducir las jugadas que veían por la televisión. Un juego que luego se convirtió en su profesión. “Jamás pensé que el baloncesto me iba a dar estas experiencias únicas”, aseguró.

La catalana se marcha con un historial apabullante, incluida una medalla olímpica, otra mundial y tres victorias en el Eurobasket, manejando el juego de una selección española en la que estuvo en 202 partidos. También con tres Euroligas en tres equipos diferentes: Perfumerías Avenida, Ros Casares y Ekaterimburgo. Diez Ligas, ocho Copas, cuatro Supercopas. Tres competiciones en las que, solo en España, sumó 582 partidos. Más que ninguna otra jugadora.

También militó en el UB Barcelona o el Estudiantes. Aunque ella siempre fue del equipo charro. Allí pasó tres cuartos de su longeva carrera. “Perfumerías Avenida es el equipo de mi vida y el club de mi corazón. Llegué hecha una niña y me voy con 38 años”, dijo visiblemente emocionada mientras recordaba a quién le debía gratitud, como el resto de clubes o entrenadores, entre los que destacó a los catalanes Carme Lluveras y Miguel Ángel Ortega, o al vitoriano Roberto Íñiguez, quien dijo de ella en una ocasión que siempre antepuso el nosotras al yo. Quizá por eso se convirtió en la mejor pasadora de la historia de la Liga Femenina, con más de 2.000 asistencias. También se acordó de todas aquellas chicas que jugaron a su lado, aunque dejó clara su predilección por Laura Gil. “Si me hubieran dado a elegir una compañera con la que acabar mi carrera deportiva, siempre te quiero en mi equipo”, le dijo a la pívot murciana, sentada en primera fila.

Ahora deja el volante del equipo en manos de Iyana Martín, una joven base asturiana de quien admira que, con 19 años, no le importa quién tiene delante. Esta última temporada ha sido como un máster para la jugadora llamada a convertirse en su sucesora. Domínguez ve en ella a la adolescente que empezó en el baloncesto con 16 años y que ha tenido una carrera modélica, con una actitud en la cancha impecable, que le ha permitido ganarse el respeto de todas las aficiones. La primera de todas, la de Würzburg, la pequeña y caliente cancha del Perfumerías Avenida donde Silvia Domínguez se ha convertido en la mayor leyenda de la historia del club.

Durante su carrera tuvo tiempo, casi una pionera en esto, para ser madre y seguir con el baloncesto. En el día de la despedida le pidió perdón a su hijo, Yago, de 10 años, a quien muchas veces le faltó porque estaba jugando al baloncesto en cualquier ciudad de España o Europa. “Si por mí fuera, jugaría al baloncesto eternamente”, le dijo en su adiós, una forma de explicar que, en gran parte, lo deja por él.

Atrás quedan 21 años en la élite. En Barcelona, Madrid, Salamanca, Valencia o Ekaterimburgo. Pero también en Río de Janeiro, donde subió al podio olímpico en 2016. O en Orchies (Francia), Praga (República Checa) o Belgrado (Serbia), donde se proclamó campeona de Europa con España. Por el camino, muchos partidos jugados y muchos más vistos. No le importaba tragarse tres en un día porque siempre fue de la opinión de que en cada partido se podía aprender algo. Hasta este martes, el final de “un viaje que supera cualquier expectativa. Dedicarte a lo que amas es un auténtico privilegio”. Con el corazón encogido, miro al frente y habló de sus sentimientos. “Por un lado, siento vacío y tristeza, por otro, orgullo, pero lo que hoy me invade es una gratitud enorme. Es un día para agradecer a mucha gente que ha formado parte de mi historia”. La gratitud es su última asistencia.

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Sobre la firma

Fernando Miñana
Lleva en el periodismo desde 1993. Primero en 'Las Provincias' y escribiendo para los periódicos del Grupo Vocento, y ahora en EL PAÍS. También colabora con Valencia Plaza y la revista 'Corredor'. Viaja habitualmente a los campeonatos internacionales de atletismo.
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