Ir al contenido
_
_
_
_

Los ‘Juegos Mejorados’ en los que el dopaje está recomendado serán en 2026: estos son los millonarios que los financian

Los llamados ‘Enhanced Games’, una competición deportiva que incita al consumo de sustancias prohibidas, pretenden, según sus promotores, transformar el ideal del deporte en busca del superhumano

El nadador griego Kristian Gkolomeev, en la presentación, el miércoles en Las Vegas, de los Juegos Mejorados.
Carlos Arribas

Unos cuantos millonarios aburridos se han reunido en Las Vegas para montar un nuevo negocio, un carnaval de anabolizantes y EPO disfrazado de competición deportiva para atletas, nadadores y levantadores de pesas llamado Enhanced Games (algo así como Juegos Mejorados) y el mundo oficial del deporte se ha soliviantado.

La primera edición se celebrará dentro de un año, el fin de semana del Memorial Day de Estados Unidos (22 a 25 de mayo). La competición se celebrará en el Resorts World Las Vegas y contará con pruebas de natación (50 metros libres; 100 libres; 50 mariposa; 100 mariposa), atletismo (100 metros lisos; 100/110 vallas) y halterofilia (arrancada; arrancada y levantada). Aron d’Souza y Christian Angermayer, cofundadores y organizadores de los Juegos Mejorados, prometieron que se construirá en el complejo hotelero de Las Vegas una recta de atletismo con seis calles, una piscina de 50 metros con cuatro calles y se habilitará un salón para el levantamiento de pesas.

“Calculamos que contaremos con 100 atletas, que serán muy bien pagados”, anunciaron los organizadores. “Y les pagaremos muy bien”. Habrá bolsas de 500.000 dólares por prueba, con 250.000 dólares para el ganador. Habrá primas por participar y premios de 250.000 dólares por batir un récord del mundo, que, en el caso de ser el de los 100m, los inalcanzables 9,58s de Usain Bolt, se elevarían a un millón de dólares. Esa misma cantidad ya la ha recibido el nadador griego Kristian Gkolomeev, que en una acción promocional había batido unos días antes el récord del mundo de los 50m libres con un tiempo de 20.89, dos centésimas inferior al récord oficial del brasileño César Cielo (20.91) desde 2009.

La marca no será reconocida por ninguna autoridad deportiva, ni tampoco ninguno de los récords logrados en los Juegos Mejorados, en los que el elemento diferenciador es que el dopaje no solo está autorizado, sino también recomendado. “En esta competición no se trata de batir récords, sino de superar límites”, dijo en la presentación de Las Vegas Gkolomeev, subcampeón del mundo de la distancia en 2019 con una mejor marca legal de 21,44s (medio segundo más lenta que con doping).

“Se permitirá el uso de sustancias prohibidas por la legislación antidopaje, pero no de cualquier manera. Habrá exhaustivos reconocimientos médicos y no se permitirá la participación de quienes no cumplas los criterios de salud”, precisaron los organizadores, al tiempo que anunciaron la apertura en agosto de una teletienda para la venta de sustancias: “Mejoras en las que confían los atletas más rápidos del mundo. Aumentan la testosterona y la longevidad. Existencias limitadas. Reserve su plaza ahora con un depósito reembolsable de 99$”. En su página web invitan a los deportistas de todo el mundo a apuntarse para participar.

Advertencias apocalípticas surgen del Comité Olímpico Internacional (COI), de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), de las federaciones internacionales, ay de aquel que participe en una orgía que pondrá en peligro su salud y el espíritu del deporte y todas sus virtudes. “Tal evento estaría carente de todo juego limpio y deportividad. Además, representa un riesgo sanitario potencialmente catastrófico para sus participantes, ya que los deportistas tratarán inevitablemente de sobrepasar los límites saludables”, advierten en un comunicado conjunto. Sus especialistas científicos precisan que no es posible el control de daños en el contexto del dopaje supervisado médicamente. Y advierten de los efectos a largo plazo de dosis superiores a las terapéuticas, de las adicciones a los esteroides, de la dopadicción que conduce a la adicción de otras sustancias, de la violencia incontrolada de los consumidores de anabolizantes… De detalles que quizás no conduzcan, definitivamente, a una vida más larga y mejor, sino para sus promotores.

Quizás el temor de estas instituciones ante el éxito de la iniciativa del siglo XXI nazca del parecido entre su nacimiento y el del movimiento olímpico hace más de un siglo y cuarto, con el que comparte, aunque parezca increíble, cierta base filosófica.

Entonces, a finales del siglo XIX un grupo de aristócratas aburridos liderados por el barón Pierre de Coubertin crearon el COI para organizar los Juegos Olímpicos de la era moderna con sustento ideológico en el militarismo, el nacionalismo y el concepto de juventud sana y fuerte que se enfrenta sin más armas que su propio vigor físico en el honorable campo deportivo y no en el de batalla. El ideal alcanzó su apogeo en los años 30 en la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler, que se adueñaron de la herencia clásica y la potenciaron con la ideología de la superioridad racial, la búsqueda del superhombre, la eugenesia y la adoración por el maquinismo, el futurismo y la química de las sustancias que permitieran a sus deportistas y soldados superar los límites humanos. El Estadio Olímpico de Berlín o las estatuas del Foro Itálico camino del Estadio Olímpico de Roma, musculosos mármoles de muslos poderosos y pechos como robles. La derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial apaciguó aquella senda, pero ha resurgido en los Estados Unidos de Trump y sus tropas libertarias enamoradas del transhumanismo. Ese movimiento tan caro a Elon Musk que pretende que el desarrollo de la ciencia y los avances tecnológicos permita superar las limitaciones naturales y mejorar las capacidades físicas, morales, intelectuales y psicológicas del ser humano.

Erradicar los efectos del envejecimiento, retrasar la muerte, manipular el genoma humano... Este afán es, aparentemente, el que mueve los intereses económicos y vitales de Christian Angermayer, responsable de un fondo de inversión con 2.500 millones de dólares y cofundador y presidente de la sociedad Juegos Mejorados. En el perfil que escribe en su página web declara íntegramente su fe transhumanista: “Construyo e invierto en empresas que están dando forma a la Próxima Agenda Humana: un futuro en el que la tecnología permita a las personas vivir más tiempo, más sanas y más felices”. Angermayer es también profeta del consumo de sustancias psicodélicas, una suerte de dopaje mental, para tratar los problemas de salud mental de la humanidad. Una de sus sociedades sintetiza setas alucinógenas y vende psilocibina, ketamina, DMT e ibogaína.

“¿Transhumanistas? Prefiero el concepto de superhumano mejorado por la ciencia, como los superhéroes de los cómics”, precisa en una entrevista en Le Monde Aron d’Souza, el padre de los Juegos. “No son una simple competición deportiva. Es un proyecto científico, un movimiento para mejorar la humanidad gracias al cual nuestra biología dejará de ser nuestro límite. La edad es una enfermedad que podemos curar y resolver gracias a la medicina de rendimiento. Imaginad si viviéramos más tiempo, más fuertes y con mejor salud... ”

El más entusiasta inversor es Peter Thiel, cofundador de PayPal y la empresa de big data Palantir, primer gran inversor en Facebook y animoso proveedor de fondos para las campañas electorales de Donald Trump. A Thiel se unen personas como Balaji Srinivasan, inversor en criptodivisas, o Donald Trump Jr., socio de 1789 Capital, un fondo de inversión en proyectos antiwoke que ha contribuido al proyecto de D’Souza con varios millones de dólares. “Los Juegos Mejorados representan el futuro. Se trata de la excelencia, la innovación y el dominio estadounidense en la escena mundial, algo que define al movimiento MAGA”, afirma el hijo del presidente estadounidense en un panfleto. “Este movimiento está cambiando el deporte para siempre”.

A todo este conglomerado y palabrería que fomenta una competición deportiva en la que el dopaje no solo está autorizado, sino alentado, lo cohesiona y legitima el engrudo moral de Julian Savulescu, un catedrático de Ética Práctica en Oxford que hace 20 años publicó ya una suerte de texto programático bajo el título Por qué se debería permitir el uso de sustancias dopantes en el deporte. Julian Savulescu, director del Centro Uehiro de Ética Práctica en la Universidad de Oxford. “El ideal atlético de los deportistas modernos se inspira en el mito del maratón: el rendimiento sobrehumano, a cualquier precio”, escribe Savulescu, quien también defiende la edición genética en embriones, como base filosófica que le permite propugnar el uso de cualquier sustancia que mejore el rendimiento. “El dopaje se considera trampa porque está prohibido por unas reglas que el deporte mismo se ha dado. Pero se pueden cambiar las reglas. Si legalizáramos las sustancias prohibidas y las hiciéramos libremente disponibles, no habría trampas. ¿Deberíamos intentar congelar el progreso tecnológico en el deporte profesional, manteniendo ideales naturalistas sobre la naturaleza de la autosuperación? ¿O deberíamos ver el deporte como un emblema del ingenio humano y de nuestra capacidad para mejorar nuestra suerte a través de la ciencia y el sacrificio?”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_