El ilustrador español que escribió las cartas de ‘Frankenstein’
El artista salmantino Tomás Hijo cuela su obra en la nueva película de Guillermo del Toro y su universo fantástico


Cuenta el ilustrador salmantino Tomás Hijo que no maneja bien la noción del tiempo. Quizás por eso diseñó con tanta precisión unas cartas propias del siglo XIX: aquellas con las que Frankenstein —en la nueva película de Guillermo del Toro— aprendió nuevas palabras. “Las imágenes están hechas como grabados en linóleo”, explica Hijo, “una técnica que consiste en crear un relieve sobre la superficie”. En la época en que está ambientado el filme, “seguramente estarían hechas de madera y estampadas mediante una prensa”. No es la primera vez que las ilustraciones o grabados de este español, de 51 años, se cuelan en una obra del cineasta mexicano. “Es maravilloso cómo busca un artista concreto para cada uno de los roles de una película”, dice. En su caso, su trabajo lo llevó a ser el “especialista en cartas y grabados” de Guillermo del Toro.
El vínculo entre ambos comenzó casi por casualidad, a través de una galería de arte en Hollywood que organizaba exposiciones dedicadas a iconos de la cultura popular (le cuesta precisar el año). “Por azares de la vida terminé colaborando con una de ellas”, recuerda el ilustrador. Allí, entre homenajes a Mario Bros o las Tortugas Ninja, se montó una muestra dedicada a la obra del director mexicano, Guillermo del Toro: In Service Of Monsters. Para esa ocasión, Hijo creó un grabado inspirado en El laberinto del fauno (2006), una pieza ficticia que él mismo inventó como si se tratara de un antiguo juego de mesa fabricado en Valencia durante la Guerra Civil. La historia imaginaria terminaba con el “supuesto bombardeo de la fábrica y con Del Toro encontrando el juego y utilizándolo como inspiración para su película”.
El relato fue tan convincente que el propio cineasta compró la pieza para su colección personal. “A partir de ahí empezó a seguirme en redes sociales”, cuenta Hijo. “Incluso compartió algunos de mis trabajos, lo cual me hizo una ilusión tremenda porque es uno de mis directores favoritos. Le sigo muy de cerca desde El espinazo del diablo (2001)”, dice, confesando que fue una película [de terror] que le marcó “muchísimo”. “Para mí Del Toro es una referencia increíble”. Desde aquella exhibición, comenzaron a intercambiar mensajes y encargos. Primero, el director le pidió que diseñara su ex libris —sello que se coloca en el interior de un libro para identificar a su propietario— y otros grabados.
Más tarde, coincidieron en París, donde nació la idea del Tarot del Toro, un proyecto basado en el universo cinematográfico del mexicano y que consolidó su colaboración. Después, en El callejón de las almas perdidas (2021), otras cartas del Tarot diseñadas por Hijo se convirtieron en un elemento esencial de la trama. “Del Toro no quería que fuera una baraja comercial”, recuerda Hijo por teléfono, “entonces diseñamos una específicamente para esta película”. Dichos trabajos fueron suficientes para que el tres veces ganador del Oscar —dos como mejor director y película por La forma del agua (2018) y uno por mejor película de animación por Pinocho (2023)— dijera sobre el español: “Tomás Hijo es, en mi opinión, uno de los grandes grabadores modernos. Su obra es vital y moderna, pero está arraigada en una gran tradición”.
Estoy INMENSAMENTE orgulloso de haber aportado una célula a ese ser vivo, deslumbrante y glorioso que es el "Frankenstein" de @RealGDT.
— Tomás Hijo (@tomashijo) November 9, 2025
Se trata de las cartas de lectura que aparecen en la secuencia de la cabaña. ¡Salen muy guapas, Guillermo, con sus muescas y todo!
(Sigue)-> pic.twitter.com/uoFQuas0ZE
Por eso, cuando surgió el nuevo proyecto de Frankenstein, Hijo recibió otro encargo: diseñar las tarjetas pedagógicas con las que la criatura aprende ciertas palabras al observar las lecciones de un abuelo a su nieta. “Las instrucciones eran muy precisas”, dice, “debían ser tarjetas redondas, cada una con una letra del alfabeto (alemán) y un icono asociado”. En el reverso, añadió la imagen de un hombre verde, un guiño al espíritu del bosque que recorre toda la secuencia. “Guillermo me dijo exactamente qué letra debía ilustrar y qué elemento acompañarla, y a partir de ahí desarrollé toda la gráfica”.
El nivel de detalle fue tal que incluso pensaron en cómo el personaje, con visión reducida, podría reconocer cada tarjeta. “Nos planteamos cómo identificaría las letras sin ver bien”, cuenta. “La solución fue hacer unas muescas en el contorno, que se ven en la película, y que le permiten reconocer cada carta por el tacto”. Esa obsesión por la coherencia visual y narrativa es una de las razones por las que Hijo siente tanta afinidad con el director. “Él busca a un artista concreto para cada cosa. No lo encarga todo a un equipo interno, sino que selecciona a alguien que crea idóneo para esa tarea”.
Además de su trabajo cinematográfico, Hijo ha publicado numerosos libros ilustrados y este año ha lanzado su propia edición de Frankenstein con la editorial Minotauro (del grupo Planeta). “Es mi año Frankenstein”, comenta, “porque entre la película y el libro —de Mary W. Shelley— me ha permitido estar sumergido en esta maravillosa historia”. Su trayectoria profesional es casi un collage: “Estudié periodismo, pero nunca ejercí. Me dedicaba a dibujar. Empecé con libros escolares y cuentos para niños, hasta que poco a poco fui hacia el terreno de la fantasía, el terror y la ciencia ficción. Ees donde me siento más cómodo”, explica.
El ilustrador no contiene su entusiasmo. Momentos antes de la llamada con este periódico —que atiende desde Ávila, donde presentará el libro ilustrado La piedra blanda (Random House), que ha realizado junto al director de cine Rodrigo Cortés— ha publicado en redes sociales: “¡Gracias por tenerme a bordo, Guillermo!”
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