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Pepe Serra (MNAC): “El Ministerio de Cultura tendrá que dar permiso para mover las pinturas de Sijena”

El director del Museo Nacional de Arte de Cataluña afronta, además del final de litigio de los murales románicos aragoneses, el proyecto de ampliación del centro, pendiente desde el franquismo

Hace tres años, a Pepe Serra (Barcelona, 55 años) le renovaron el contrato como director del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y le encomendaron el proyecto de ampliación, que debería estar concluida en 2029, coincidiendo con el centenario de la Exposición Internacional celebrada en Barcelona y del Palau Nacional. El proyecto va medio año tarde y la próxima será la última temporada que el museo tenga exposiciones temporales, además de verse obligada a cerrar una planta a la espera de ganar superficie en el renovado Pabellón Victoria Eugenia. Serra pide paciencia para conocer qué deparará el relato del ampliado MNAC, que el último medio año ha vivido inmerso en otro marrón menos festivo: el litigio de las obras románicas de Sijena, con una sentencia que ordena su devolución a Huesca. Él pone en duda que se pueda ejecutar.

Pregunta. Estuvo hace nada en el nuevo Gran Museo Egipcio de El Cairo. ¿Los grandes museos son un punto de inspiración para el MNAC?

Respuesta. Nos interesa ir a todos. Pero lo peor que le puede pasar a un museo es que se parezca a otro. El MNAC debe hacer dos cosas. Una es hablar del lugar donde está, que es Cataluña, y desde ese lugar mirar al mundo, porque su mirada será única. No debemos ser el segundo de nada.

P. ¿Dónde está el MNAC ahora?

R. En un momento muy bueno, con una cuestión como Sijena, que es compleja. En los últimos ocho años hemos realizado un trabajo muy importante de transformación orientado, única y exclusivamente, al servicio público. Ahora llega una oportunidad única de algo que hace muchos años que se pide, que es la ampliación. No lo hacemos porque sea el centenario [de la Exposición Internacional de 1929, cuando se construyó su sede] o por una cuestión de ampliar por ampliar: es culminar un proyecto que la Guerra Civil hizo imposible y que el franquismo interrumpió. De 1940 hasta hoy todo lo que ha pasado en este país, la construcción de lo que somos ahora, la pluralidad, las oleadas migratorias, la conquista de los derechos de la democracia… no se exhibe de forma permanente en ninguna parte. Dos generaciones y media de artistas. Y toda la fotografía del país está oculta. No podemos no hacerlo.

No se trata de ampliar por ampliar: es culminar un proyecto que la Guerra Civil hizo imposible y el franquismo interrumpió"

P. ¿Con qué relato?

R. La construcción del relato, que es complejísima, debe ser muy lenta y estamos justo al principio, en el esqueleto. Vemos un maravilloso potencial, pero somos conscientes de las adversidades y de que todo esto no puede ser un proyecto de autor, ni del director, ni de los conservadores. Tampoco puede ser un proyecto ensayístico, ni un proyecto politizado o sesgado. Nadie le pregunta al Pompidou por el relato ahora que ha empezado las obras.

P. ¿La colección manda?

R. Todo lo que haremos sólo podemos hacerlo desde la colección, que son muchas obras que el MNAC no tiene, pero que son la colección del país, porque este es el museo de Cataluña. Hemos trenzado estos años unas alianzas que ahora serán esenciales, desde fundaciones privadas, a grandes colecciones o museos locales. Con estas obras vamos a producir otra obra, que trabajaremos con artistas vivos. Desde aquí debemos ser capaces de dar sentido a esta colección, articular relatos y preguntas, no a pontificar. No tomaremos unas obras y las retorceremos para que digan algo. No puede ser algo ensayístico, no puede ser un modelo teórico, porque lo teórico no significa nada, no puede haber gestos vacíos. Hablamos con todo el mundo.

P. ¿Propondrán un cambio en la gobernanza? Por ejemplo, de recursos, ¿que entren entidades privadas a financiar el museo?

R. No, lo pagará la administración pública y es verdad que, en este salto de escala, el museo pide unos instrumentos distintos de generación de ingresos, una sociedad comercial, otra forma de gestionar los espacios. Sí es verdad que igual encontramos a algún compañero de viaje más adelante, pero la financiación depende de las administraciones. Lo que hacemos es terminar un museo que está inacabado todavía a día de hoy. No puede ser que 80 años de perspectiva estén obviados. Somos la única ciudad europea a la que llegas y no puedes encontrar los nombres de los años 40 hacia aquí.

P. ¿Qué se ha hecho mal en los últimos diez años?

R. Quizás no guardar más recursos para explicar lo que hemos hecho. Quizás no nos hemos explicado muy bien, como veo que alguien escribe. No hemos sido suficientemente eficaces en comunicar estos cambios.

P. El museo siempre ha querido bajar a la ciudad…

R. Fíjese en la paradoja: el museo más importante, el más útil, el que más puede explicar, el que más puede servir a todo el mundo… es el más inaccesible. La ampliación permite conectarte a la trama urbana. Aquí —señala en un plano el MNAC— va un millón de personas, aquí —fijando el dedo sobre la fuente de Montjuïc y el Palacio Victoria Eugenia, donde estará la principal entrada del museo a partir del 2029, a unos pocos centenares de metros del acceso actual— llegan dos millones cada año. En ese salto [el dedo pica fuerte sobre las escaleras] se pierde un millón de personas. Es mejorar la accesibilidad.

P. ¿El metro llegará?

R. El metro vuelve a salir en los planos, pero no tiene fecha. No estará en 2029 ni en broma.

P. ¿Puede ser competencia el nuevo museo Thyssen en el Cine Comedia?

R. Nunca he contemplado el sistema museístico en clave de competencia. He preguntado si pueden enseñarme el proyecto. La colección llamada catalana es correcta, digna, buena, pero no suficientemente relevante; aquí no se expondría.

P. Estarán obligados a cerrar espacios durante la ampliación, ¿cómo le afectará?

R. En enero de 2027 cerraremos el primer piso, donde está todo el arte moderno, y creemos que podremos mantener las colecciones medievales abiertas. Pero no tenemos esa información, depende de la accesibilidad. Para 2027, 2028 y 2029 no programamos exposiciones temporales.

P. ¿No llega cansado a los trabajos de la ampliación, ahora que lleva ya seis meses viviendo el litigio por los murales románicos de Sijena?

R. Entre mayo y septiembre, Sijena dio para tener un director que se encargara todo el día de eso y otro director diferente para el museo. Ha sido durísimo. Pero estamos bien, el equipo es una piña.

P. Dice que son una piña, pero visto desde fuera, con el patronato, no lo parece. Le ha pedido al Ministerio de Cultura un informe sobre los riesgos del traslado y no han hecho nada. ¿Se consideran desamparados?

R. En la dimensión política el museo no debe entrar y yo lo único que he intentado es proteger a mi equipo. Todo lo que el museo quería hacer se ha hecho y el patronato le ha dado el visto bueno por unanimidad. Pero yo a mis gobernantes no puedo decirles qué deben hacer y si el Ministerio ha decidido adherirse a un informe de la Generalitat y el Ayuntamiento antes que hacer el suyo, pues lo respeto. Entiendo sus equilibrios políticos.

En un momento de la complejidad de Sijena, saltar del barco sería de rata"

P. ¿Cómo cambia el relato del futuro del MNAC sin Sijena?

R. En nada. No es nuestra obra, es un depósito. Es una obra que llega aquí, durante la guerra, que la he cuidado y que la he puesto en el mapa del mundo. Si hay alguien que, conociendo información y evidencia científica, cree que puede moverla y asume las responsabilidades, se podrá cumplir la sentencia. Si no, la jueza deberá decidir si es ejecutable. Empatizo enormemente con alguien que quiere un museo en su casa porque tengo todas las pinturas del Pirineo. Ahora, ¿el lugar y las condiciones [del monasterio de Sijena] son los adecuados? No sé. Nadie lo asegura. ¿Tiene sentido algo rescatado de la guerra, que ha encontrado aquí un lugar y un relato, llevarlo a los Monegros, a una población que se vacía y que no tiene personal técnico?

P. Un diario, en 2016, recogía en un titular unas palabras suyas en las que decía que no sería director si se trasladaban las obras.

R. Se interpretó mal. La pregunta era ‘si a ti te obligan a hacer’, pero ahí no hemos llegado y no creo que ocurra. Tenemos a los mejores historiadores del mundo en arte románico, pero no en arrancar cosas. Si se dice que se haga, nosotros licitaremos un concurso. En un momento como el de la complejidad de Sijena, saltar del barco sería de rata. Y después hay algo que será divertido, que es que el Ministerio de Cultura tendrá que dar el permiso para moverlas, porque son un Bien de Interés Cultural. Es obligatorio, por ley. Nosotros técnicamente hemos llegado al límite.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Es integrante de la redacción de EL PAÍS en Barcelona, donde ha desempeñado diferentes roles durante más de diez años. Licenciado en Periodismo por la Universidad Ramon Llull, ha cursado el programa de desarrollo directivo del IESE y ha pasado por las redacciones de 'Ara', 'Público', 'El Mundo' y 'Expansión'. 
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