Ir al contenido
_
_
_
_

Borja-Villel materializa su andanada contra los museos tradicionales con la exposición ‘Fabular paisajes’

La doble muestra, en los palacios Victòria Eugènia y Moja de Barcelona, presenta la obra de 40 artistas y colectivos y aspira a sentar las bases de una nueva modernidad crítica con los centros expositivos

Vista general de la exposición 'Fabular Paisajes' en el Palacio Victòria Eugènia'.
Jacinto Antón

No se puede negar que Fabular paisajes, la materialización por fin de la andanada conceptual de Manuel Borja Villel contra los museos tradicionales, enciclopédicos, articulada en su proyecto global Museu Habitat, es una exposición exigente. Visitarla al completo obliga a atravesar la ciudad de Barcelona, de la montaña de Montjuïc, donde está su parte principal, en el Palau Victòria Eugènia, al meollo de las Ramblas, que es donde se encuentra el Palau Moja, en el que se exhiben, complementariamente, obras de tres de los 40 artistas y colectivos que conforman la muestra. Es exigente físicamente Fabular paisajes (que puede visitarse desde el viernes hasta el 5 de octubre) y también, y mucho, intelectualmente, pues las ideas y conceptos que la sustentan y atraviesan —ya de por sí complejos— se expresan en clave de arte contemporáneo e instalaciones, un 80 % de todo ello producido específicamente para la ocasión.

El visitante que accede al Palau Victòria Eugènia, el antiguo palacio ferial construido para la exposición universal de 1929, se encuentra demediado de entrada entre la estupefacción y la curiosidad. Lo que parece un batiburrillo de cosas variopintas e indescifrables, y a menudo asombrosas, se despliega ante sus ojos esperando revelar sus claves. Dentro del inmenso espacio ferial hay una especie de invernaderos en los que se exhiben obras, entre ellas cuadros de pintores tradicionales catalanes, una maqueta de las barracas del antiguo Campo de la Bota, un vestido de baile de los indios tikuna de la Amazonia o una pintura del Konzentrationslager Dachau de Ceija Stojka (también hay una mención de Dierk Schmidt al arqueólogo madrileño Julio Martínez Santa Olalla, colaborador de la Ahnnerbe nazi y depredador colonial en el Sahara Occidental).

Del techo del pabellón cuelgan grandes telas y plantas secas (la instalación de Dan Lie Witnesses, Testimonios) o, como parte de otra instalación, Manierismos e iconografías para una correcta asimilación de los hechos de la sociedad del hombre blanco, de Efrén Álvarez, está suspendido también un gigantesco muñeco de un caganer —la escatológica figura tradicional defecadora del pesebre en Cataluña—, que se identifica como “el conquistador catalán [en realidad mallorquín] del siglo XIV Domingo Gual”, explorador y esclavista de las Canarias, y que luce curiosamente un bigote igual al de Borja-Villel.

En las paredes se muestran fotos, como las de Paula Artés de denuncia fotográfica de la controvertida central hidroeléctrica del grupo Renace en Guatemala; mientras que una serie de pantallas arrojan proyecciones en las que se puede ver una película de apaches, imágenes de Buñuel de Las Hurdes, a Jordi Sabater Pi y Copito de nieve (pieza de Antoni Muntadas) o jinetes rifeños, entre otras cosas. Un espacio está consagrado al trabajo del escultor Eudald Serra (tío del director del MNAC, Pepe Serra), cuyas cabezas antropológicas, se considera en un plafón, fueron “un producto tardío de dominio colonial sobre Marruecos”. Otro espacio resigue la peripecia vital del noucentista Ismael Smith, autor de un polémico Cristo sexuado y queer avant la lettre que reivindica el colectivo El Palomar (el MNAC le dedicó una exposición en 2017). A destacar una especie de tapiz de Bayeaux moderno de Cian Daryrit sobre el neocolonialismo en Filipinas (INFERNO).

Una de las obras de la exposición 'Fabular Paisatges' en el Palacio Victòria Eugènia.

La explicación de algunas obras no contribuye a orientar al visitante de a pie, como cuando de la instalación de Daniel G. Andújar Woke Manipulator, “una prótesis institucional desarrollada por Technologies to the people que interviene críticamente en los dispositivos museográficos de producción de verdad”, se dice que “su visualización —concebida como metáfora hackeada de la autoridad epistémica— revela la performatividad del dato”.

Poco a poco, al adentrarse uno en la exposición con mentalidad abierta y serenidad, se van reconociendo propuestas, orientaciones y caminos. Esta mañana al presentar la exhibición (sin aire acondicionado, lo que ha aumentado su dificultad), Borja-Villel ha ofrecido claves. “Hemos querido crear un instrumento, un lugar de ensayo expositivo donde debatir sobre cómo se hacen los relatos y se construye la historia”, ha señalado. El comisario —labor que ejerce en Fabular paisajes junto con Lluís Alexandre y Beatriz Martínez— ha recordado que la propuesta además de mostrar obras nuevas tiene como objetivo “hacer pensar, interpelar y transformar el museo tal y como lo conocemos”, invitar a “concebir los museos desde una perspectiva reflexiva y transformadora”.

Borja-Villel, que no ha dejado de citar a Walter Benjamin, ha destacado especialmente tres aspectos de Fabular paisajes que disparan contra la línea de flotación de los museos tradicionales: el elemento “de fricción”, de antagonismo, “que provocan posiciones políticas y epistemológicas” enfrentadas al discurso habitual; la idea del “tiempo no secuencial” (lo contrario ha sido excusa, ha dicho, para mostrar “situaciones inmutables”), y la consideración de que se trata de un proyecto “situado”: es importante, ha recalcado, la geografía y desde dónde se dicen las cosas. En ese sentido es muy relevante, ha indicado, que la exposición esté en Montjuïc y en el Palau Moja, antigua casa señorial del marqués de Comillas, con todas las ramificaciones que ambos lugares provocan. En el Palau Moja sobresale en su espacio noble (Saló del Vigatà) el detallado y minucioso proyecto fotográfico sobre la familia Güell de Jorge Ribalta, que culmina con la coda del desmontaje de la estatua de Antonio López.

Imagen de la instalación de Jorge Ribalta en el Palau Moja en el marco de la exposición 'Fabular paisajes'.

Ha destacado Borja-Villel en la exposición una serie de ámbitos que permiten introducirse temáticamente en la muestra como son las exposiciones universales de Barcelona de 1888 y 1929, lugares de propaganda, ha considerado, donde se crea una visión de la historia que silencia a los otros y justifica la política y la violencia colonial y el racismo. De estas exposiciones, ha apuntado, provienen muchos de los museos catalanes o han influido y han sido influidos por ellas como el Museu Victor Balaguer de Vilanova (revisado en la exposición por Carlos Pazos) o el Museu Episcopal de Vic, con toda su consolidación, se ha señalado en la presentación, de una narrativa que ligaba la identidad catalana con su pasado medieval. En ese sentido, Borja-Villel hace un guiño a la importancia del románico (acogido en el MNAC) como “periodo expansionista catalán”.

La exposición, en la que se puede ver el proceso de construcción de la estatua de Colón en Barcelona y la apropiación de su figura como “emprendedor” por la burguesía local, también incluye “fisuras”, piezas o anotaciones en el suelo que introducen brevemente diversos temas como los fosfatos del Sahara español que llevan consigo un germen de desertificación, o los pueblos fantasma resultado de la fiebre extractiva y su final y su memoria.

Pinturas de Urgell en la exposición.

Otro hilo conductor fundamental de la exposición, como su propio nombre indica, son los paisajes, a través de cuya representación se categorizan los museos tradicionales de bellas artes. Por el contrario, la muestra de Borja-Villel y sus dos co-comisarios, no sigue temas cronológicos sino que, ha dicho, genera caminos y espacios inesperados. “No es un libro ni una tesis, sino una exposición que se percibe con el cuerpo”, ha sostenido el estudioso. La idea del paisaje como artefacto cultural permea la muestra que, ha recordado Beatriz Martínez, alumbra mundos silenciados y vehicula la idea de memoria activa que implica presente y futuro. Uno de los itinerarios más firmes para seguir la exposición es precisamente la parte que arranca con la pintura de Modest Urgell como parte del coleccionismo de la burguesía industrial que quiso paisajes románticos vacíos como una forma de compensar en casa su dedicación a explotar y esquilmar los recursos y el medio natural.

A finales del siglo XIX, señala la muestra, otros pintores, Santiago Rusiñol y el grupo conocido como La Colla del Safrà, abandonan la representación romántica del paisaje para mostrar otros espacios entre el campo y la ciudad y donde la gente vive, entre ellos precisamente Montjuïc. Tirando del hilo, una serie de artistas como Mabel Palacín han llevado a cabo una investigación sobre el papel de la montaña, antigua cantera y espacio de marginalidad migrante, “que se resiste a ser domesticada como parque”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_