La presidenta del Louvre: “El robo es una herida inmensa, hemos fracasado”
Laurence des Cars, que presentó su dimisión el pasado domingo y fue rechazada por Macron, admite graves fallos de seguridad en el museo que permitieron el asalto


Laurence des Cars, la presidenta del Museo del Louvre, quizá la persona bajo mayor presión en Francia en las últimas horas -y eso ya es decir mucho-, compareció este miércoles por la tarde en el Senado para dar cuenta del robo sufrido por la pinacoteca el pasado domingo. Seria, afectada, en tono grave, admitió el “fracaso” y calificó la sustracción de las joyas, valoradas en unos 88 millones de euros, como “una herida inmensa”. Des Cars detalló los planes de seguridad realizados en los últimos años, pero admitió que hay elementos “preocupantes de seguridad”.
El ataque del domingo, en el que cuatro asaltantes lograron introducirse a las 9.30 en la galería Apolo del museo a través de un vehículo con una grúa montacargas, terminó con el robo de nueve piezas, una de ellas recuperada. “El asalto nos recuerda que la violencia criminal no se detendrá en nuestros muros. El Louvre, al igual que muchos otros museos de nuestro territorio y del mundo entero, no está a salvo de la creciente brutalización de la sociedad”, lamentó des Cars. “A pesar de nuestros esfuerzos y de nuestro trabajo, hemos sido superados”, reconoció.
El domingo por la noche Des Cars apareció pálida en las salas del Louvre, junto a la ministra de Cultura, Rachida Dati. Según ha publicado hoy Le Figaro, presentó su dimisión ese mismo día al presidente de la República, Emmanuel Macron. El jefe del Estado, sin embargo, la rechazó. “Mantente firme; no se trata de romper la dinámica de renovación del museo”, le dijo.
La sensación durante la comparecencia, en la que la dureza de los senadores fue en aumento, fue la de una derrota total. “Somos el hazmerreír”, le reprocharon a Des Cars. La presidenta de la pinacoteca, que se mostró “mortificada” por las críticas personales recibidas, relacionó el robo con el envejecimiento de las instalaciones, como si no hubiera habido manera de evitarlo. “En este país nunca es culpa de nadie”, le reprochó un senador de Los Republicanos. Ante la comisión, Des Cars admitió también que las cámaras de vigilancia perimetrales del museo “son uno de los puntos débiles” del centro. “Hay algunas cámaras perimetrales, pero son antiguas (...); el sistema es muy insuficiente, no cubre todas las fachadas del Louvre y, lamentablemente, del lado de la galería de Apolo, la única cámara está orientada hacia el oeste y, por lo tanto, no cubría el balcón afectado por la intrusión”, declaró Des Cars, asegurando que el futuro plan de seguridad permitirá cubrir “todas las fachadas”.
La presidenta vinculó el fracaso en la protección del Louvre con el envejecimiento de las instalaciones que ella misma había denunciado hace algunos meses. Des Cars se refirió a “la situación preocupante de las instalaciones de seguridad del museo” y su política de modernización iniciada tras asumir el cargo en 2021. “Este plan director de los equipos de seguridad está valorado en unos 80 millones de euros”, añadió. Mientras tanto, Des Cars pidió en el Senado la instalación de una comisaría de policía especial en el interior del museo.
Este miércoles también ha dado explicaciones en el Senado la ministra de Cultura, Rachida Dati. Lejos de admitir errores, le echó la culpa a la “seguridad” de la ciudad de París. “Los sistemas y dispositivos de seguridad internos del Louvre funcionaron. Es un hecho. Y me niego a que se ponga en duda a los agentes comprometidos con la seguridad del museo”, apuntó. “¿Debemos mejorar los dispositivos? Sí. Ese es precisamente el sentido de la investigación administrativa, de las audiencias parlamentarias, de las misiones encomendadas a los diputados y de la instrucción elaborada junto con el ministro del Interior para los responsables de las instituciones culturales”, añadió.
La comparecencia se ha producido el mismo día que reabre el museo tras tres jornadas sin público. La institución hace lo posible por volver a la normalidad después del robo del pasado domingo —el más grande del siglo— donde cuatro delincuentes accedieron por el balcón de la galería de Apolo, rompieron las vitrinas y se llevaron las joyas de Napoleón Bonaparte, Napoleón III y la emperatriz Eugenia de Montijo.
El robo, más allá del impacto directo sobre el museo y su patrimonio, se ha convertido en una metáfora del momento crítico por el que atraviesa el país. El asalto ocurrió cuando la política francesa atraviesa una crisis, con un mal momento en el Gobierno de Emmanuel Macron y el ingreso a la cárcel del expresidente Sarkozy. El ministro de Justicia francés, Gerald Darmanin, señaló el pasado lunes que el asalto “da una imagen lamentable de Francia”. “Pudieron aparcar un camión con una escalera de mudanzas en mitad de París, subir y en unos pocos minutos robar joyas de valor incalculable”, explicó.
A pesar de que las piezas robadas tienen un valor económico gigantesco, este se vuelve incalculable por la importancia que tienen las joyas en la historia de Francia. Aun así, la Fiscalía francesa se atrevió con una estimación: 88 millones de euros. Una suma “extremadamente espectacular”, pero que “no tiene parangón ni comparación con el daño histórico”, añadió la fiscal a RTL. Estas mismas fuentes precisan que los delincuentes “no ganarían” esta suma “si tuvieron la pésima idea de fundir estas joyas”.
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