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Sexto encierro de San Fermín | Multitudinario, emocionante y limpio sexto encierro de los toros de Escolar con el suelo mojado y el cartel de “No hay billetes” en el recorrido

La carrera se retrasó unos minutos por el desprendimiento de un trozo de cornisa de un balcón en Santo Domingo que no produjo heridos, y solo cinco corredores fueron atendidos por contusiones en tórax, cráneo, brazo y abdomen

Mozos perseguidos por los toros de la ganadería de José Escolar en el sexto encierro de los sanfermines, este sábado en Pamplona.Foto: Pablo Lasaosa | Vídeo: EPV
Antonio Lorca

Hoy es sábado y se nota. Como otros años, se ha colgado el cartel de “No hay billetes” en las calles de Pamplona. No cabía un alfiler, y no debe ser nada fácil abrirse camino en esas circunstancias ni para los corredores ni para los toros.

Lo sorprendente y milagroso es que el balance médico de una carrera de 2 minutos y 42 segundos, con seis astifinos toros de José Escolar, considerados animales con carácter y fiereza, en medio de una muchedumbre, se reduzca a cinco contusionados y ningún herido por cornada. Un auténtico milagro, que explica, por un lado, el terror que deben sufrir los toros en un medio novedoso y extraño para ellos, y la suerte de los corredores, muchos de ellos novatos del fin de semana, y ávidos de nuevas experiencias que no pocas veces protagonizan graves imprudencias.

La carrera de hoy ha tenido dos puntos de máximo interés, al inicio y al final de la misma.

El cohete que anuncia el inicio del encierro se retrasó casi tres minutos por el desprendimiento de un trozo de cornisa de un balcón en la zona de Santo Domingo, que, por fortuna, no produjo más que el susto entre los que ocupaban la calle.

Y al final, uno de los toros, ya en el ruedo de la plaza, se vio solo ante el peligro, decidió dar una vuelta antes de entrar en los corrales, puso en apuros a los dobladores y limpió con extremada rapidez la barrera, cuajada de mozos y mozas que no tuvieron más remedio que tirarse de cabeza al callejón para evitar la cogida.

Por lo demás, una carrera rápida, emocionante, multitudinaria, salpicada de numerosas caídas, atropellos y pequeños montones, especialmente en la recta de la calle Estafeta.

Como cada día, los imponentes cabestros tomaron la cabeza al comienzo de la cuesta de Santo Domingo, pero a los pocos metros fueron alcanzados por dos cárdenos de Escolar henchidos de amor propio. Ya en esa zona hubo un corredor pisoteado por la manada por la imprudencia de colocarse en medio de la calzada por donde la manada arrollaba sin consideración todo que encontraba a su paso.

Todos juntos bajaron a toda velocidad por Mercaderes, salvaron el encontronazo con los tablones de la curva de Estafeta, y, a duras penas, emprendieron la carrera entre una multitud que, por momentos, llegó a ocultar a toros y cabestros, que avanzaban entre atropellos y caídas.

En el tramo de Telefónica y la llegada al callejón no cabía un alfiler, pero, sorprendentemente, la carrera transcurrió limpia, y solo un mozo resultó golpeado en el túnel de entrada a la plaza al intentar levantarse de una caída, que es, justamente, lo que no hay que hacer.

Ya en el ruedo, el peligro de ese toro que paseó sus afilados pitones por la madera de la barrera y subió las pulsaciones de quienes no esperaban vivir semejante experiencia.

Los dobladores consiguieron finalmente que el animal enfilara el camino de los corrales, y allí descansa ya junto a sus hermanos, cuya identidad es la siguiente: Chatarrero, de 525 kilos; Tobillero I, de 590; Callejero I, de 540; Cartero, de 595; Diputado, de 600 y Señorito, de 570, todos de capa cárdena.

Los seis serán lidiados esta tarde por los diestros Rafaelillo, Fernando Robleño y Juan de Castilla.

Un astado de José Escolar se abre paso entre los corredores.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.
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