Quinto encierro de San Fermín | El quinto encierro borra la mala fama de los toros de Jandilla: una veloz, limpia y emocionante carrera
La carrera, de dos minutos y 19 segundos, causó cinco contusionados y ningún herido por cornada, según el parte médico provisional

No hay quinto malo, y el encierro de esta mañana de viernes sanferminero, el quinto de lo que va de feria, ha roto las temidas previsiones de los toros de Jandilla, protagonistas de una larga historia de corneados: nada menos que 33 en 23 participaciones hasta 2024.
Ningún corredor ha notado en sus carnes el caluroso pinchazo de los astifinos pitones, y el parte médico provisional habla de cinco contusionados, dos en el tórax, dos en un brazo y otro en la cara. Un leve balance sanitario, sin duda, a tenor de la velocidad de los toros, el elevado número de corredores, especialmente en el segundo tramo de la calle Estafeta, como viene siendo habitual, y el interés de muchos mozos de colocarse entre los pitones, lo que suele llevar consigo un atropello y la posterior caída contra el suelo adoquinado de la calzada.
Un encierro muy rápido ―dos minutos y 19 segundos―, limpio y también emocionante; en primer lugar, por los toros, esta vez los nobles toros, que se dedicaron a correr y evitaron derrotes y cornadas a pesar de las facilidades de los humanos de blanco y rojo; y emocionante también por el peligro que desprendían las imágenes y las carreras de los más experimentados.














Todo comenzó tras el primer cohete de la mañana, que no cogió desprevenidos a los animales, despiertos y nerviosos desde el amanecer. De nuevo, los mastodónticos cabestros salieron los primeros y enfilaron la Cuesta de Santo Domingo como consumados y aguerridos atletas. Pero pronto cambiaron las tornas: no había llegado la manada al final de la calle cuando un toro de capa negra tomó la delantera y le siguió un hermano colorao; y como si aquello fuera una señal para toda la familia, otro más se le unió en la bajada de Mercaderes y, al final, toda la manada completa ―los bueyes también tienen su orgullo― llegó compacta a la curva que da paso a Estafeta. Pero no hubo encontronazo contra los duros tablones, y se notó el efecto del líquido antideslizante o, quizá, la pericia de los toros.
La entrada en Estafeta cambió la película de la carrera. Los Jandilla atisbaron la larga recta, apretaron el acelerador con nervio, y tres de ellos, es de suponer que los mismos que llegaron los primeros al inicio de la calle, se colocaron en la cabeza, se olvidaron de los mozos y buscaron la meta final con verdadera pasión.
La manada se estiró a raíz de la caída de uno de los bueyes, lo que permitió que los otros tres toros siguieran a los líderes, y los seis rebasaran a los cabestros, hecho inédito en los sanfermines de este año. Así se abrieron paso como pudieron ante la avalancha de corredores del último tramo de la carrera; muchos atropellos, caídas y pitones que rozan la camisa de más de un imprudente, pero nada serio a tenor de lo que dicen los médicos.
A toda velocidad alcanzaron la libertad del ruedo, más solitario que en mañanas precedentes, y sin contratiempos reseñables acabó el quinto encierro de los temidos toros de Jandilla que, en esta ocasión, más bien se comportaron como nobles corderitos y aguantaron con estoica actitud las molestias de sus acompañantes.
Los toros protagonistas de la carrera de este viernes han sido los siguientes: Espía, negro mulato, de 565 kilos; Gorrero, colorado bragado, de 550 kilos; Vinaza, colorado, de 595 kilos; Viperino, negro mulato, de 535 kilos; Sibarita, castaño de 550 kilos, e Histórico, negro mulato, de 555 kilos.
Los seis serán lidiados esta tarde por los diestros Juan Ortega, Roca Rey y Pablo Aguado.
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