Qué lejos está La Haya, qué cerca Algemesí
Se me quiebra la voz. Me levanto a las 15:04 de la tarde de ese sofá en dirección a no sé dónde. Llevamos cinco mujeres y un niño de dos años asesinados en 48 horas


Ocurre casi a diario, cuando el reloj del horno marca más o menos las 14:50 de la tarde. A esa hora, uno de los adultos acaba el postre con rapidez, se levanta de la mesa y empieza a recoger. El resto de los comensales pide que vuelva a su sitio, que aún queda para que ellos acaben. La protesta es leve e inútil. Porque ese adulto responderá lo de siempre, “quiero ver el inicio del telediario”, mientras coge la taza y calienta el café, escoge un par de galletas y acude directo al salón. Como si el mundo fuera a digerirse mejor con hidratos de carbono y leche desnatada.
Este miércoles, 25 de junio, el sofá está lleno a las tres en punto de la tarde. Nuestros cuerpos muy juntos, pero separados por intereses. La hija mayor con el móvil, un ojo puesto en la tele y otro en la edición de OT de 2023. Su hermano pensando en el momento en el que haya hueco para dormirse una siesta.
Mientras, yo tendré la cara de siempre, la de que nada me sorprenderá a estas alturas del día. Ya he visto la imagen de Pedro Sánchez en La Haya, conozco los pasillos del Congreso de los Diputados, me sobra ruido y me falta espacio. También en el sofá.
Hasta que mis oídos escuchan la voz de Alejandra Herranz anunciando que un hombre ha matado a una mujer y a su hijo de dos años en Algemesí. Las imágenes nos muestran una calle peatonal, con edificios bajos, cortada por cordón policial. Hay público mirando, los primeros curiosos del día. Una señora espera apoyada en una muleta, otra lleva la cabeza cubierta con un pañuelo blanco. Me fijo en el rótulo de uno de los bajos de la calle: Heladería Reviejo. “Fue la madre y la abuela de las víctimas la que dio la voz de alarma”, dice Herranz.
“La mujer asesinada había pedido a su madre que tuviera el teléfono cerca, que durmiera con él por lo que pudiera pasar”, dice el periodista desde la zona. “Imaginaos a esa mujer, que se ha quedado sin hija y sin nieto”, digo. Y se me quiebra la voz. Me levanto a las 15:04 de la tarde de ese sofá en dirección a no sé dónde. Llevamos cinco mujeres y un niño de dos años asesinados en 48 horas. Qué lejos está y qué poco me importa La Haya.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
