Bárbara, yo sí te creo
La actriz, vedete y presentadora Bárbara Rey es un torbellino de palabras, y en la presentación de sus memorias ha tenido para casi todos: de su hijo al rey Juan Carlos, pasando por Fidel Castro o José Manuel Parada


María García García nació en Totana un día y ahí sigue, magnética perdida. Las segundas manos más bonitas de España después de las de Rocío Jurado. “Actriz, cantante, presentadora, vedete y artista circense”, se define en el libro que ha presentado este jueves en Madrid, titulado Yo, Bárbara. Mis memorias, y que edita Plaza&Janés. Todo LinkedIn para ella de la cantidad de cosas que ha hecho. Pero, sobre todo, Marita, doña Bárbara, es superviviente. De la violencia machista y del aparato del Estado.
Llegó al hotel Intercontinental vestida de blanco, ese que dicen que es el color del poder, y brillos en las zapatillas, en el bolso y en las orejas. En primera fila, su hija Sofía y Chelo García Cortés. En cuanto la vio, la llamó. “¡Chelo, amore! Es que es mi novia”, bromeó con sus compañeras de mesa, tres periodistas. Dos Beatrices, Archidona y Cortázar, y Paloma Barrientos. Para ellas no tiene que demostrar casi nada porque lo han visto y han sido testigos de casi todo. Para ellas, “Bárbara, yo sí te creo”.

En los minutos previos, entre la prensa se especulaba con la aparición de su hijo Ángel, con el que no tiene relación. Pudo ser un Víctor de Aldama con Leire Díaz, pero no. Y no hizo falta, porque Bárbara fue un torbellino de palabras, siempre bien vocalizadas. Y eso que antes de agarrar el micrófono, cuando vio la cantidad de cámaras, fotógrafos y periodistas, susurró: “Dios mío”.
Tuvo para casi todos. “De las pocas cosas buenas que me regaló mi exmarido [Ángel Cristo] es un chimpancé, Nicolás”, dijo. “He dormido en más portales que en palacio. En palacio estaba más de paso”, añadió. Reivindicó también la autoría del libro. “Me he pasado un año y medio revisando cosas con la editorial. El que dice que esto no es más que un compendio de entrevistas que he hecho es porque me tiene mucha inquina”, aclaró.
Antes de que comenzara el turno de preguntas, quiso aclarar el repentino cambio de ubicación de la rueda de prensa. De la Casa de América al hotel Intercontinental de Madrid. “La Casa de América es el Palacio de Linares. ¿Allí no es donde había fantasmas? Pues igual es que ha aparecido algún fantasma viviente”, bromeó. “En todo caso, pensar que han pasado por ahí Fidel Castro y el rey que ahora vive en Dubái [en realidad, Juan Carlos vive en Abu Dabi] me alegra y me halaga. Porque un señor está fuera y no paga impuestos y el otro arruinó a su país mientras su familia se enriqueció”, matizó.

“Yo nunca he recibido 600 millones de pesetas. Del dinero de los españoles viven otros, yo no. No sé qué habría sido de ellos [los que afirman que sí los recibió] sin mí”, comentó. Hubo dardos también a José Manuel Parada —“Él sabe que yo sé”—, a su hijo Ángel, al que quiere porque lo ha parido: “Mi hija y yo estamos tranquilas y dormimos en paz”.
No sabe si Juan Carlos I leerá su libro, porque “hay determinadas edades en las que no es bueno forzar la vista. Alguien se lo leerá, a lo mejor”. Perlas envenenadas, así como el que no quiere la cosa, sobre el poder de la monarquía entonces: “¿Qué creéis, que estamos en una democracia?”, “pues anda que no ha desaparecido gente… porque se han ido de vacaciones, claro”. Sobre aquel momento incómodo que dice que vivió con Adolfo Suárez: “Si su hijo tiene ganas de saber lo que me pasó con su padre, que se ponga en contacto conmigo”.
Se cortó el turno de preguntas, pero si por ella hubiera sido nos habríamos quedado hasta las tantas. Se notó que le supo a poco. “Eres historia viva de España”, le dijo Beatriz Cortázar al presentarla. Un adjetivo que en este caso no sobra. Porque está viva para contarlo.
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