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Las previsiones de producción de combustibles alejan al mundo del Acuerdo de París 10 años después de su firma

La ONU acoge una cumbre climática llena de dudas mientras los expertos alertan de que los países no se desenganchan del petróleo, el gas y el carbón

Una planta térmica de carbón en Kansas City, EE UU
Manuel Planelles

El Acuerdo de París —el gran pacto climático firmado en diciembre de 2015 en la capital francesa— cumple 10 años. El avance de las renovables y la movilidad eléctrica es la mejor noticia de esta década. Pero la velocidad a la que desplazan a los combustibles fósiles, principales responsables del cambio climático, no es suficiente para cumplir el objetivo del Acuerdo de París: que el calentamiento se quede dentro de los límites de seguridad marcados por la ciencia. Los Gobiernos siguen cebando con ayudas públicas la extracción de petróleo, gas y carbón y, según un informe, la producción prevista para los próximos años es mucho mayor de lo que se necesita para el calentamiento se quede entre los 1,5 y 2 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales, la principal meta de París.

Este informe se presenta coincidiendo con el arranque de la llamada semana del clima del Nueva York, que se celebra en el marco de la Asamblea General de la Naciones Unidas. El secretario general de la ONU, António Guterres, ha convocado para el miércoles una cumbre climática en la que intervendrán alrededor de 110 países, aunque solo unos 40 estarán representados al máximo nivel por sus jefes de Estado. Naciones Unidas había pedido a los casi 200 firmantes del Acuerdo de París que para este momento tuvieran ya listos sus nuevos planes climáticos con medidas y objetivos de aquí a 2035. En la cita del miércoles se deberían anunciar esos planes, las conocidas como NDC (las siglas en inglés de contribución determinada a nivel nacional). Básicamente, se trata de las promesas de recorte de gases de efecto invernadero de cada país.

Se espera que China presente su nuevo plan esta semana en el encuentro en Nueva York, aunque se desconoce cómo de concreto y ambicioso será, según indica un alto funcionario de la ONU implicado en la organización de esta cita. Por otro lado, la división interna ligada al avance de las formaciones ultras ha hecho que la Unión Europea no haya sido capaz de armar su propuesta a tiempo, y acudirá solo con una “declaración de intenciones”, lo que le resta credibilidad. El papel de China y la UE en la lucha climática es básico en el peor momento del multilateralismo en décadas y con el Gobierno de Estados Unidos instalado en posiciones directamente negacionistas del cambio climático.

Para lograr los recortes de emisiones que prometen los países en sus planes es imprescindible alejarse de los combustibles fósiles, y una década después de firmarse París, las señales que envían los Gobiernos todavía no son suficientemente robustas. Según el Informe de la Brecha de Producción 2025, elaborado por el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo, Climate Analytics y el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible, la senda no es la adecuada. Para 2030, los países proyectan ahora una producción de combustibles fósiles de más del doble (un 120%) de lo que es compatible con dejar el calentamiento en 1,5 grados, y un 77% por encima de la senda de los 2 grados.

Para llegar a esta conclusión, los autores del estudio han analizado los planes de producción de los países para los próximos años y han calculado las emisiones de efecto invernadero que generarán cuando se queme ese petróleo, gas y carbón para producir energía. Luego lo han comparado con las trayectorias de reducción de las emisiones que se requieren para cumplir con la meta de los 1,5 y 2 grados.

La anterior edición de este estudio data de 2023, y los expertos advierten de que la brecha entre lo que se necesita y las previsiones de producción se ha agrandado. Es decir, los países productores prevén ahora extraer más combustibles en 2030 que hace dos años. Precisamente en la cumbre del clima de aquel 2023, la COP28 celebrada en Dubái, los 200 firmantes del Acuerdo de París se comprometieron en la declaración final a dar la espalda a los combustibles fósiles.

“En 2023, los gobiernos reconocieron formalmente la necesidad de alejarse de los combustibles fósiles para mitigar el cambio climático, una obligación que la Corte Internacional de Justicia ha enfatizado claramente”, sostiene Derik Broekhoff, coordinador del informe que se presenta este lunes. “Pero como deja claro nuestro informe, si bien muchos países se han comprometido con una transición a la energía limpia, muchos otros parecen estar atrapados en el uso de un reglamento dependiente de los combustibles fósiles, planificando incluso más producción que hace dos años”, añade.

La trayectoria que marcan las previsiones de los países de aquí a 2050 apunta a una caída en la extracción del carbón, pero un incremento en el caso del petróleo y el gas. “La producción total proyectada de combustibles fósiles en 2050 sigue siendo más de 4,5 veces más alta que los niveles consistentes con limitar el calentamiento a 1,5 grados, y 2,5 veces más alta que los niveles consistentes con un límite de 2 grados”. advierten los autores. Estos planes no solo “socavan” los propios “compromisos del Acuerdo de París de los países”, sino que “van en contra de las expectativas de que, bajo las políticas actuales, la demanda mundial de carbón, petróleo y gas alcanzará su punto máximo antes de 2030″.

El estudio escrudiña en concreto los planes de 20 de los mayores productores de combustibles fósiles del planeta, que juntos acumulan el 80% de todo el petróleo, el carbón y el gas que se extrae en el mundo. Son China (el primer productor de carbón), Estados Unidos (el primero en petróleo y gas), Rusia, Indonesia, Arabia Saudí, India, Australia, Canadá, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Sudáfrica, Noruega, Brasil, Kazajstán, Kuwait, México, Colombia, Nigeria, el Reino Unido y Alemania. “17 de los 20 países destacados aún planean aumentar la producción de al menos un combustible fósil hasta 2030″, apunta el informe.

Aunque también hay algunos datos positivos: “Seis de los 20 países están desarrollando ahora una producción nacional de combustibles fósiles alineada con los objetivos nacionales y mundiales de cero emisiones netas, frente a los cuatro de 2023″. Pero, en cualquier caso, los autores apuntan a la raíz del problema: “Todos los países analizados continúan brindando un apoyo financiero y político sustancial para la producción de combustibles fósiles”. Ese respaldo se constata en ayudas públicas y medidas fiscales que siguen cebando esta industria que sobrecalienta el planeta.

Cumbre en Nueva York

Cada firmante del Acuerdo de París debe elaborar periódicamente sus NDC con las reducciones previstas de las emisiones. Este 2025 se deben presentar los planes que fijan las metas hasta 2035. La fecha establecida en el propio pacto era febrero de este año, pero prácticamente nadie cumplió. Entonces Naciones Unidas ofreció una nueva fecha: finales de septiembre, coincidiendo con la cumbre organizada por Guterres. Unos 40 países han presentado ya sus NDC y se espera que otro buen número lo hagan esta semana, entre ellos China, el primer emisor mundial de gases. “El diablo están en los detalles”, sostiene sobre la incertidumbre sobre la NDC china un alto funcionario de la ONU, que afirma que el presidente Xi Jinping se espera que participe en el acto del miércoles.

Que China lleve un plan es la buena noticia. Pero hay varias otras negativas que ensombrecen el panorama. Por ejemplo, que la UE solo se pueda presentar con una declaración de intenciones por la división interna y el freno a las políticas climáticas comunitarias impulsado desde países históricamente comprometidos, como Francia y Alemania.

Europa, en todo caso, espera poder tener su NDC lista antes de la cumbre del clima anual de la ONU que se celebrará en noviembre en Belém, la COP30. De momento, solo han podido cerrar una declaración de intenciones en la que dicen que su plan podría ser un recorte de las emisiones en 2035 de entre el 66,3% y el 72,5% respecto a los niveles de 1990.

“Es esencial que Europa apunte a lo más alto del rango”, sostiene Simon Stiell, secretario general del área de cambio climático de la ONU. “Si estos objetivos se cumplen con rapidez y a gran escala, la UE tiene mucho que ganar. No solo será un líder mundial en materia de cambio climático y energía limpia; cuantas más medidas adopte, más se beneficiará el continente, con un mayor crecimiento económico”, añade Stiell.

En la ONU consideran “lógico” que la UE, como otros muchos países, se tome su tiempo y apuntan al complicado sistema de negociación que se sigue para intentar cerrar su NDC. “Europa ha sido un líder durante décadas y no es el momento de que la UE se rinda”, apunta un alto funcionario de Naciones Unidas, que recuerda cómo Europa no puede huir de la consecuencias de esta crisis, como se ha podido ver con los incendios de este verano en la península Ibérica y antes las inundaciones en el centro del continente.

“Los repetidos retrasos y la falta de claridad en torno a las NDC de la UE y China para 2035 suponen una profunda decepción”, lamenta Steffen Menzel, del grupo de expertos en diplomacia climática E3G. Además, no está previsto que la India, que ya es el tercer mayor emisor tras China y EE UU, participe en la cumbre del miércoles de Guterres y nada se sabe de su programa de recorte de emisiones. Tampoco del de Indonesia, otra de las naciones emergentes que cada vez tiene más peso en las emisiones globales.

Pero la gran ausencia, no solo de la cumbre de Guterres sino de todo lo que tenga que ver con la lucha contra el cambio climático, es la de EE UU. La vuelta de Donald Trump ha supuesto que su país salga del Acuerdo de París —algo que legalmente se consumará a finales de este año– y, en clave interna, un boicoteo a las energías limpias y la movilidad eléctrica.

“Esta transición es inevitable y irreversible”, contraponen desde Naciones Unidas sobre el avance de las renovables y el coche eléctrico que en estos momentos está liderando en buena medida China.

Buenas noticias para el mar

No solo de cambio climático se hablará en Nueva York esta semana. También está previsto que, aprovechando la Asamblea General de la ONU, el martes se celebre un acto sobre la protección del océano. Hace dos años, en el seno de la ONU se adoptó el tratado de alta mar, que entre otras cosas sienta las bases para la creación de áreas marinas protegidas en las aguas internacionales y abre la puerta a salvaguardar estas áreas que en muchos sentidos son un territorio sin ley.

Aunque se adoptó en junio de 2023, para que entrara en vigor se necesita que 60 países lo ratifiquen. Y esa cifra se alcanzó por fin del viernes pasado. Según establece el propio texto, tras lograrse las seis decenas de ratificaciones entrará en vigor dentro de 120 días, es decir, el 17 de enero. España fue el primer país europeo en ratificarlo. Los últimos han sido Sri Lanka, San Vicente y las Granadinas, Sierra Leona y Marruecos.

La entrada en vigor llega en un complicado momento para el multilateralismo debido al avance de los populismos ultras. Especialmente, en EE UU, donde Donald Trump ya ha dado señales de querer explotar los recursos de esas aguas internacionales sin esperar a que se evalúen los posibles daños que se puedan ocasionar al patrimonio común. Trump intenta impulsar, por ejemplo, la minería de aguas profundas, algo que ha despertado ya el rechazo de muchos Estados.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.
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