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Una huelga de jardineros en Vitoria provoca una explosión de flores: “Si se deja que se desarrollen las plantas, la biodiversidad se multiplica”

Tras más de 80 días sin mantenimiento en las zonas verdes de la capital alavesa, urbanistas, botánicos y ambientalistas abren el debate de cómo gestionar la vegetación urbana

Un grupo de personas pasea por el Parque Arriaga de Vitoria, cubierto de hierba sin segar tras casi tres meses de huelga de jardineros.
Matías Helbig

Los jardineros de Vitoria-Gasteiz llevan casi tres meses en huelga y las flores y hierbas han colonizado la ciudad. Lo que el ayuntamiento vive como un conflicto político y los trabajadores como una reivindicación de derechos, aparece para otros como una oportunidad para repensar la manera en la que se gestionan los espacios verdes de la capital alavesa. “Si se deja que se desarrollen las plantas, la biodiversidad se multiplica: los insectos e invertebrados sobre todo”, apunta Pello Urrutia, botánico jubilado y presidente del Instituto Alavés de la Naturaleza, que subraya la importancia de permitir que los procesos naturales se recuperen.

En las calles, la huelga se ha traducido en parques, rotondas, canaletas, alcorques y bordillos sin segar. Como consecuencia, cientos de orquídeas, margaritas, gramíneas e insectos, muchos insectos, han emergido. A ello se debe la fascinación de urbanistas, botánicos y ecologistas que observan una primavera sin precedentes. “Deberían estar ahora mismo, aquí, todas las escuelas de botánica sacando inventario”, dice Irene Zúñiga, doctora Arquitecta Urbanista. Al permitir que se desarrolle todo el ciclo de las plantas, desde la floración hasta la fructificación, la cantidad de semillas dispersas por el suelo ha aumentado.

Uno de los principales planteamientos para repensar la gestión que señalan algunos de los entrevistados en este reportaje es, precisamente, la subcontratación de los servicios. Para gestionar las zonas verdes es necesario contar con personal formado y bien pagado. Urrutia recuerda que, antiguamente, en Vitoria había más jardineros municipales, cualificados y bien remunerados. Y apunta contra la privatización: “No se puede dejar la gestión a empresas privadas que a veces plantan solo lo que tienen los viveros”.

Algo similar reclama Andrés Illana, representante de Ekologistak Martxan: “La privatización de servicios que hace el gobierno municipal, en este caso el PNV-PSOE, lógicamente les da las contratas a las empresas que menos dinero pagan”. En efecto, una de las reclamaciones de la huelga es la reducción de la brecha entre los empleados de la plantilla pública y los de la empresa Enviser, que cobran aproximadamente 10.000 euros anuales menos, según los sindicatos.

Para estos ambientalistas, una gestión más adecuada pasaría por fomentar el desarrollo de flores y hierbas silvestres. Esto no significa prescindir de jardineros, sino de realizar un trabajo especializado que fomente especies de interés. “Para hacer una recuperación natural, el jardinero tiene que saber en qué ecosistema está, qué especies son dominantes, cuáles exóticas y cuáles invasoras”, dice Zúñiga.

En el parque de Zabalgana, al oeste de la ciudad, Urrutia reconoce que ya existen zonas de protección para que las orquídeas —cuyos bulbos pueden vivir en torno a 15 años—, se desarrollen. “Es una iniciativa interesante pero tímida, que este año [a raíz de la huelga] se ha vuelto extensiva”, argumenta el botánico.

Según Zúñiga, la razón por la que pueden llevarse a cabo estos parterres de conservación es porque la orquídea es un indicador positivo de biodiversidad. De esta manera, el ayuntamiento puede justificar la ausencia de siegas en zonas localizadas. Pero son acciones muy puntuales, insiste la arquitecta, argumentando que hay “miedo a que la ciudadanía no lo entienda”. Pero se ilusiona con la posibilidad de que cuando las cosas vuelvan a la normalidad, la experiencia de esta primavera haya dejado una huella en los vitorianos, dotándolos de mayor apertura a este tipo de proyectos. “Tal vez, hasta pidan más zonas, o el ayuntamiento no sea tan cuidadoso como lo ha sido hasta ahora”, dice.

En una entrevista con la Cadena SER, la alcaldesa Maider Etxebarria dio hace unos días fundamento a las expectativas de la arquitecta. “Desde el primer momento se están recogiendo muestras, haciendo informes y análisis”, ha explicado. “Se está valorando, a raíz de la biodiversidad que está surgiendo, reducir el número de siegas anuales”. En principio, esas mediciones se están realizando desde el Centro de Estudios Ambientales, con el que este periódico ha intentado contactar sin obtener una respuesta.

Además, la alcaldesa se mostró especialmente preocupada por la prolongación de la huelga y los problemas de seguridad vial y de prevención de incendios que supone la falta de mantenimiento en algunos espacios. Por ello, desde el viernes los jardineros han vuelto a realizar trabajos mínimos para garantizar la seguridad, algo que ya había anticipado Etxebarria.

Vecinos de Vitoria-Gasteiz en el Parque Arriaga de tras varios meses de huelga de jardineros.

Una capital verde sin estrategia clara

Con más de 42 metros cuadrados de zonas verdes por ciudadano, Vitoria fue designada Capital Verde Europea en 2012. A pesar de ello, cuando los servicios funcionan con normalidad, los jardines se gestionan como en cualquier otra ciudad española. Se favorece la hierba monoespecífica, se mantiene la biodiversidad a raya y los canteros de flores con especies ornamentales. “Eso del green capital acaba en un eslogan publicitario", se lamenta Urrutia. “Es algo sin alma, sin contenido y que a veces acaba en inversiones estúpidas”, dice, y menciona el laberinto vegetal de Olárizu, concebido, según pudo consultar, con una planta que apenas existe en la península ibérica: el carpe (Caprinus betulus). El proyecto sigue adelante a pesar de la oposición vecinal y el informe de alegaciones que se hizo llegar al ayuntamiento.

Lo que hace falta es un plan director claro, con objetivos de medio y largo plazo, indica Urrutia. Esto permitiría que en espacios del perímetro urbano con plantas silvestres de interés se implanten medidas de preservación. “No hace falta una receta universal de cortarlo todo o dejarlo todo, sino un plan para especificar en qué lugares y cuándo hay que cortar”, sintetiza. Contrastar distintas zonas, identificar las plantas que se desarrollan en unas y en otras, observar cuáles economizan el agua. “Ahora es un buen momento, es una oportunidad para ver qué especies de las que se desarrollan son de interés”, insiste el experto.

El otro aspecto fundamental es la divulgación. Urrutia se lamenta de que no exista una guía de plantas y árboles de la ciudad. E insiste en que debería impartirse más botánica en las escuelas primarias. “La gente debe conocer que en tal calle hay tal especie y de dónde procede, es cultura”, dice. Y concluye: “No se puede proteger lo que no se conoce”.

Una sorpresa botánica

La flor de la Ophrys x chobautii engaña a los polinizadores con su aspecto..

Las protagonistas de los parques y jardines de Vitoria han sido las orquídeas, que florecieron a montones. Sin embargo, la que más ha llamado la atención ha sido la aparición de la Ophrys x chobautii, una especie de orquídea que hibrida las variedades Ophrys lutea y Ophrys speculum.

Es la primera vez que se registra la presencia de este tipo de orquídea en el País Vasco. "Llevamos 40 años haciendo inventario y controlando las especies que habitan y cómo se distribuyen", cuenta Pello Urrutia, quien coordina el Herbario digital Xavier de Arizaga. "Esta no había sido citada por nadie, hasta este año", asegura.

Una de las particularidades de esta orquídea es su aspecto de abeja. Con él, la flor busca engañar a un macho, haciéndole creer que va a copular con una hembra. De esta forma, la planta consigue polinizarse. Las flores que utilizan estos "disfraces", cuenta Urrutia, pueden ser de carácter leal o desleal. En otras palabras, ofrecer una recompensa al polinizador, como puede ser el néctar. En el caso de la Ophrys x chobautii, el insecto no se lleva nada a cambio. Es solo un engaño.

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