La UE se acerca a sus objetivos climáticos para 2030 pese a los ataques continuados a su agenda verde
Los Veintisiete están en vías de alcanzar la meta colectiva de reducir el 55% de las emisiones de efecto invernadero en cinco años y llegar al menos al 42,5% de renovables


En medio de los embates contra la agenda verde europea procedentes sobre todo de la ultraderecha —apoyada a menudo por la no tan extrema derecha—, los Veintisiete están cerca de lograr una de las grandes metas fijadas para combatir el cambio climático: según ha anunciado este miércoles la Comisión Europea, la UE, colectivamente, se acerca a una reducción del 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) comprometidas para 2030.
Además, tal como se aprobó en la Ley Europea del Clima, los Estados miembros también están en vías de alcanzar una cuota mínima del 42,5% de energías renovables, señala la Comisión, si bien advierte de que sigue habiendo una brecha de ambición del 1,5% que urge reducir.
“La UE está actualmente en vías de reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero en alrededor del 54% para 2030, en comparación con los niveles de 1990”, ha constatado el Ejecutivo europeo tras realizar una evaluación de los planes nacionales integrados de energía y clima (PNIEC). Eso sí, subraya Bruselas, este logro solo se consolidará si los Estados miembros implementan “completamente” las medidas nacionales y las políticas comunitarias existentes y, también, las planeadas.
Porque aunque en líneas generales Europa va por el buen camino hacia sus objetivos, persisten “lagunas de ambición” en algunos sectores que se deben solventar. Especialmente, señala Bruselas, en materia de eficiencia energética, donde se requiere una acción “más decisiva” para reducir la demanda de energía y alcanzar el objetivo de la UE de una reducción global del consumo final de 11,7% (actualmente es del 8,1%, buena pero insuficiente, subraya la Comisión). En este campo, “tenemos que hacer más para acelerar los beneficios de la transición, reducir la demanda de energía, mejorar la eficiencia energética y garantizar que estas ambiciones se materialicen al tiempo que completamos nuestra Unión de la Energía”, ha subrayado el comisario de Energía y Vivienda, Dan Jorgensen, en rueda de prensa.
Embates al Pacto Verde Europeo
Estar tan cerca del objetivo fijado no es un logro menor, en vista de los constantes ataques al Pacto Verde europeo, que la ultraderecha se ha propuesto desmantelar. Unos embates que han llevado a Bruselas incluso a dejar de hablar de green, verde, para usar el más neutro clean, limpio, que genera menos rechazo y a emprender no pocas controvertidas medidas desreguladoras que a menudo tienen en las leyes medioambientales su principal objetivo.
El complicado panorama en el que se mueven los esfuerzos por salvaguardar los objetivos medioambientales en medio de los crecientes cuestionamientos a las políticas para alcanzarlos queda claro en un comentario nada casual de la nota oficial europea: “En el actual contexto geopolítico, esto demuestra que la UE mantiene el rumbo de sus compromisos climáticos, invierte con determinación en la transición hacia energías limpias y da prioridad a la competitividad industrial de la UE y a la dimensión social”, afirma Bruselas.
“Europa está demostrando que unos objetivos fiables y predecibles basados en la ciencia y una normativa adecuada dan resultados (...) demuestra que la agenda verde impulsa la inversión y la prosperidad y que podemos gestionar las vías de descarbonización junto con este impulso de capacidad para crear crecimiento”, ha reivindicado la vicepresidenta ejecutiva de la Comisión para una Transición Limpia, Justa y Competitiva, Teresa Ribera. Los planes nacionales actualizados —tras una propuesta de mejoras por parte de Bruselas de finales de 2023— “muestran que la agenda verde no es sólo un objetivo, sino una forma de modernizar nuestras economías y de apostar por la innovación industrial y por más oportunidades para los europeos”, ha recalcado la española, número dos de la Comisión presidida por la alemana Ursula von der Leyen.
Un impulso para los nuevos objetivos en 2040
La noticia debería también servir de impulso —o de revulsivo— frente a las reticencias de aquellos Estados miembros y grupos políticos en la Eurocámara que siguen presentando objeciones al próximo gran reto colectivo, convertir en ley la meta de reducir un 90% respecto a los niveles de 1990 las emisiones de gases de efecto invernadero para 2040. Bruselas presentó oficialmente esta nueva meta —con la que busca cumplir el objetivo final ya acordado de lograr la neutralidad climática en 2050— hace más de un año. Y tenía previsto lanzar la correspondiente propuesta de ley en el primer trimestre de este año. Un plazo que ya ha vencido sin que se haya presentado la normativa, debido a los intentos de diversas fuerzas por rebajarlo. La idea ahora es que esté lista para el verano, previsiblemente antes de que las instituciones echen el cierre estival a partir de finales de julio, ha confirmado el comisario para Clima, Cero Emisiones Netas y Crecimiento Limpio, Wopke Hoekstra.
La buena noticia de que ya se está rozando el primer objetivo de 2030 debería servir de muestra de que es posible fijar nuevas metas y que todos los países, independientemente de sus discursos políticos, están cumpliendo para lograrlo. Porque combatir el cambio climático no es solo una cuestión ecológica o incluso económica para una competitividad sostenible, como propugna el informe Draghi que ha servido de hoja de ruta en este aspecto a la Comisión. Para un continente que se calienta al doble de la velocidad que el resto del planeta, mantener el rumbo hacia las metas climáticas es, ante todo, una “cuestión existencial”, subraya Bruselas.
“Las emisiones se han reducido 37% desde 1990, mientras que la economía ha crecido casi un 70%, lo que demuestra que la acción por el clima y el crecimiento van de la mano”, ha afirmado al respecto el comisario Hoekstra, que pide “aprovechar” este impulso. “La inversión en tecnologías limpias e innovación es esencial para la competitividad industrial y abre nuevos mercados a las empresas de la UE. Nuestro compromiso con la transición limpia da claridad a los inversores y refuerza la resistencia y la prosperidad de Europa. Este es un momento decisivo: todos los sectores de todos los Estados miembros deben contribuir a conseguirlo”, ha instado.
“Podemos alcanzar el 55% y necesitamos crear las condiciones para llegar al 90% en 2040. La competitividad, la seguridad, la creación de riqueza e inclusión dependen de nuestras capacidades para impulsar un plan de acción política coherente y global”, ha acotado Ribera, que también ha pedido no descuidar la dimensión social de este proceso de cambio para que nadie se quede fuera. “La transformación de la economía solo tendrá éxito si prestamos atención a la dimensión social no solo en los objetivos finales, sino en los planes de transición”, ha advertido.
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