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El atropello mortal a un niño en Madrid reactiva las protestas para pedir entornos escolares seguros

La campaña europea ‘Street for Kids’ toma el relevo de Revuelta escolar y organiza 550 protestas por Europa, una de ellas en la calle madrileña donde murió Ian hace unos días

Street for Kids
Miguel Ángel Medina

El pasado domingo 11 de mayo, el pequeño Ian, de seis años, fue atropellado por un coche en una calle estrecha de Usera (Madrid), donde hay un colegio, y falleció al día siguiente. Ese hecho dramático ha reactivado las protestas para pedir entornos escolares seguros, con menos coches, contaminación y ruido. Si hace cinco años se canalizaron a través de la Revuelta escolar —que cortaba las calles frente a los colegios un viernes al mes—, ahora se traducen en un respaldo a la campaña europea Street for Kids: la iniciativa que organiza 550 protestas por toda Europa, 80 de ellas en España, a las que se han sumado tanto la escuela infantil como el colegio situados en el lugar del último atropello. “Es una pena, hasta que no suceden estas desgracias la Administración no nos toma en serio, pero nos demuestran que hay que seguir protestando”, dice Yetta Aguado, de Revuelta Escolar en Madrid.

Los coches causan numerosos problemas en los centros escolares: altos niveles de contaminación —el 99% superan los niveles de NO2 recomendados por la Organización Mundial de la Salud, según un reciente estudio de Ecologistas en Acción en 174 centros—. También problemas vinculados al ruido y a la falta de espacio público, pues ocupan la mayor parte de las calles y, a veces, incluso se suben a las aceras, dificultando caminar con seguridad.

Los atropellos no son, entonces, el único peligro asociado al tráfico, pero sí funcionan como catalizadores de las protestas. Fue lo que ocurrió en 2019 en Barcelona, cuando un motorista atropelló y mató a Hugo, un niño de cinco años que salía de su colegio en Barcelona. La indignación de las familias germinó en la Revolta escolar, que se extendió por colegios de la capital catalana y saltó luego a otras ciudades. En 2021, María, de seis años, fue arrollada mortalmente por un SUV en Madrid, lo que impulsó que la Revuelta escolar tomara mucha fuerza en la capital. En Ámsterdam, la muerte atropellada de una pequeña de seis años en 1972 creó un fuerte movimiento social que acabó llenando la urbe de carriles bici.

Una protesta de Revolta escolar en Barcelona, en 2024.

“La mayoría de los cortes de calles que se van a producir este viernes estaban solicitados de hace tiempo, porque se trata de una jornada europea, pero claro que la noticia del atropello en Usera nos refuerza para protestar, y también la niña atropellada por un coche en el que iba el director de la Policía Municipal de Madrid”, señala Verónica Martínez, de la Revuelta escolar. “La contaminación que producen los coches también es muy mala y afecta mucho al desarrollo de los niños, pero se ve menos”, añade.

El movimiento sigue activo en Barcelona. “Al principio hacíamos cortes de tráfico quincenales, luego pasamos a mensuales, y ahora los mantenemos cada tres meses”, dice Marc Hurtado, portavoz de la Revolta escolar. “Llegamos a ser 50 colegios barceloneses, y ahora son 15 o 20, pero queremos seguir llamando la atención de este problema”, prosigue. En el punto álgido, se unieron más de un centenar de centros de varias ciudades españolas.

En Madrid se encuentran en un momento de reflexión. “Hay muchos frentes abiertos y a veces parece que es difícil conseguir nada, por eso cuesta movilizar a la gente. Pero queremos convertir la impotencia en dinamizador de la protesta y que el movimiento vuelva con más fuerza”, dice Aguado.

Manifestación en apoyo de la Revuelta escolar, en Madrid en 2022.

Por ahora, muchos centros se han sumado a Street for kids, que tiene los mismos objetivos. “Es una campaña europea que surgió a partir de la Revuelta escolar y que reclama calles abiertas para la infancia, con más seguridad, menos ruido y menos coches. Desde 2022 hacemos dos convocatorias al año, en primavera y otoño, y este viernes se celebra la séptima, con 80 citas en toda España y más de 550 en el continente”, comenta Carmen Duce, coordinadora de la campaña en España. Habrá cortes de calles para que los niños puedan jugar, bicicletadas y otras actividades para concienciar. “Se han sumado tanto la escuela infantil Zofío (en la calle Fornillos) como el Colegio República de Venezuela (en la calle Cerecinos), ambos en la zona donde atropellaron a Ian”, continúa.

Calles cortadas y controles de velocidad

Ana Vázquez tiene dos hijos, uno en la Zofío y otro en el Venezuela, y participará en las protestas. “El atropello ha traído de vuelta una preocupación que ya existía. En esa calle la velocidad ya está limitada a 20 por hora, pero no se cumple. Se pueden hacer muchas cosas: controles de velocidad, cortar la calle durante la entrada y salida del colegio, cambiar el pavimento por adoquines, instalar badenes altos…”. Y pone como ejemplo que algunos centros en Madrid han conseguido cosas.

El Ayuntamiento de la capital señala que “ha mejorado desde el pasado mandato alrededor de 350 entornos escolares”, pero las actuaciones varían mucho: en algunos casos es solo pintura en el suelo, en otros se han ampliado las aceras o colocado vallas, mientras que solo en tres colegios se ha apostado por peatonalizaciones totales. El Consistorio recuerda que el atropello no se produjo en día lectivo y apunta que “ya ha mejorado el entorno de ambos centros: la acera en la que se encuentra la escuela infantil tiene una valla de seguridad y la calle cuenta con señalización. Lo mismo ocurre en el caso del acceso al colegio, en el que, además, por permitirlo el espacio, se ampliaron las aceras y se crearon orejetas en pasos de peatones”.

Entrada de la escuela Grèvol de Barcelona, una de las primeras pacificadas en la capital catalana, en 2020.

En Barcelona, el programa municipal Protegim les escoles [protegemos las escuelas] actuó en el entorno de 200 colegios, un tercio del total, con actuaciones ambiciosas que quitaban espacio al coche y creaban espacio peatonal. “El problema es que en esta legislatura no se ha hecho ninguna actuación nueva en dos años, ni parece que haya otras previstas. Eso nos lleva a seguir protestando”, dice Hurtado.

Los ejemplos en los que todos se miran son Londres y, sobre todo, París. “Londres tiene un programa para peatonalizar calles escolares y lo está haciendo poco a poco. Y París ha ido más allá y ha quitado ya el tráfico de 500 colegios”, apunta Guille López, uno de los impulsores de Revolta escolar que ahora es concejal de Barcelona en Comú. Y adelanta que la iniciativa se estudia como ley en Cataluña: “El Colegio de Pediatras de Cataluña ha presentado una propuesta en el Parlament para que por ley se actúe en todos los entornos escolares catalanes para hacerlos más seguros y menos contaminados”.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Medina
Escribe sobre medio ambiente, movilidad —es un apasionado de la bicicleta—, consumo y urbanismo, entre otros temas. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, ha publicado el libro ‘Madrid, preguntas y respuestas. 75 historias para descubrir la capital’. 
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