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Tribuna
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Tras el apagón, quizá toque despedir a Manolo ‘el del Bombo’

La división política debe dar paso al desarrollo de un sistema eléctrico limpio y competitivo que aproveche las fuentes renovables

Usuarios del metro de Barcelona utilizan sus móviles para salir de la estación de Plaza de Cataluña

Se está viviendo en España un intenso debate tras el apagón del 28 de abril. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué? ¿Qué deberíamos hacer? Lejos de plantear un análisis sosegado y constructivo, lo que está teniendo lugar es una lucha apresurada por arrimar el ascua a la sardina de cada cual.

No vemos soluciones corales, sino más bien propuestas simples, individuales, tal como Manolo ‘el del Bombo’, tristemente fallecido a los tres días del apagón, acompañaba los partidos de la selección española. En estos momentos no parece muy apropiado aporrear, con mayor o menor acierto, un bombo muy grande que solo da una nota, sino tocar en una orquesta con decenas de instrumentos en la cual todos tienen su parte.

Estamos olvidando el contexto en el que el apagón y los debates están teniendo lugar. Nos encontramos en uno de los peores escenarios climáticos de los que la ciencia ha ido planteando, elevando las temperaturas más allá de lo esperado, haciendo imposible el cultivo en grandes extensiones del planeta, trayendo consigo eventos meteorológicos cada día más extremos y peligrosos, y acorralando la supervivencia y el bienestar de millones de personas. El 2024 fue el año más caluroso desde que se tienen registros meteorológicos, sobrepasando por primera vez el límite de 1,5ºC de promedio atmosférico respecto a la era preindustrial y entrando, por tanto, en condiciones de gran inseguridad climática. Europa es, además, el continente que más rápido se calienta y España el país con los mayores impactos físicos, ambientales, sanitarios y económicos previstos para la zona. La principal causa de este calentamiento, conviene no olvidarlo, es la quema de combustibles fósiles: carbón, petróleo y metano, o “gas natural”.

El reto, por lo tanto, tiene dos caras, debemos asegurar el acceso presente a una energía segura, pero, al mismo tiempo, tenemos que descarbonizar la economía para asegurar el futuro. La llamada de atención que supone el apagón de la semana pasada debe obligarnos a todos a parar y pensar. La reflexión ineludible solo será útil si se hace libre de ideologías, desde un enfoque puramente técnico y científico, y planteando los cambios que sean necesarios para asegurar que se cumplen simultáneamente los objetivos de seguridad energética y de descarbonización de la economía.

La gran ventaja del furor talibán en lo energético de la última semana es que todas las soluciones se han puesto ya sobre la mesa. La desventaja es que se han puesto ignorándose las unas a las otras. Hagamos un repaso razonado de las principales soluciones barajadas estos días:

Nos jugamos demasiado como para mantener la eterna lucha político-social de las dos Españas. Lograr impulsar un verdadero sistema eléctrico descarbonizado, interconectado, estabilizado y competitivo parece un objetivo unificador y estimulante para todos. No tenemos ni combustibles fósiles ni uranio, dos cosas que, además, conviene ir arrinconando en el baúl del pasado por muchas razones. Pero sol, viento y nuevas tecnologías tenemos en abundancia y es el momento de aprovecharlos.

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