Mayores requisitos para estudiar pedagogía en Chile y prestigio de la profesión docente
Desde las escuelas de pedagogía y el gremio docente el desafío debería estar en cambiar la visión que la sociedad tiene de la pedagogía como una profesión que fundamentalmente requiere paciencia y vocación

La ley 20.129, que aumenta los requisitos para estudiar pedagogía, tiene tres aristas críticas. Primero, la razonable duda respecto de si mayores puntajes PAES pueden predecir mejores estudiantes. Segundo, que la disminución de la cantidad de estudiantes de pedagogía generaría un déficit de docentes. Tercero, el impacto inmediato en menores matrículas y el riesgo de subsistencia para varias carreras de pedagogía en el país.
Todo esto, mientras crece el desinterés por estudiar pedagogía y un alto porcentaje de graduados abandonan la profesión en sus primeros años. Entre los especialistas a nivel nacional e internacional se habla, con razón, de una profesión desprestigiada o subvalorada.
Según cierta investigación social (Hughes et al 2024; Ulfsdotter Eriksson y Nordlander 2022, entre otros) hay tres factores que dan prestigio a una profesión: la percepción de la dificultad ya sea de acceso o de permanencia; una percepción de manejo de un saber complejo y especializado; y la constatación de una buena retribución social, especialmente monetaria.
En su momento, la discusión de la ley en cuestión determinó que el alza de los puntajes de ingreso a las pedagogías debía entenderse dentro de un proyecto de aumento del prestigio de las/os docentes en Chile, lo que tendría sentido si no faltaran los otros dos factores señalados. Estos requieren del concurso de otros actores: como por ejemplo un compromiso político para aumentar sustantivamente el salario docente, al menos por una década, y también una difusión más decisiva respecto de que la pedagogía es un saber altamente especializado y complejo.
Para esto último, desde las escuelas de pedagogía y el gremio docente el desafío debería estar en cambiar la visión que la sociedad tiene de la pedagogía como una profesión que fundamentalmente requiere paciencia y vocación, complementando esta imagen con la de una ciencia compleja de dominar y exigente al momento de estudiar y que, por lo mismo, requiere de un esfuerzo mayor para ser admitido en su formación.
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