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Los ricos y optimistas sobre Chile quieren tener menos hijos que los pobres y pesimistas

Un estudio del Centro de Estudios Públicos arroja las razones de porqué los chilenos dicen que el número ideal de hijos es dos, pero tienen solo uno

Mujer embarazada
Antonia Laborde

En Chile, uno de los países con menor tasa de fecundidad del mundo, los ciudadanos dicen que el número ideal de hijos es dos, pero la realidad es que nacen 1,16 hijos por mujer. El Centro de Estudios Públicos, CEP, lleva décadas registrando la trayectoria decreciente de los deseos de familia de los chilenos. Para entender la brecha entre el número de hijos que consideran óptimo y los que tienen, han realizado un estudio que derriba, en parte, la explicación de que la caída en la natalidad se trata de a un tema económico. De hecho, tener trabajo es un factor que reduce el número ideal a su menor expresión (entre cero y un hijo), especialmente en la población joven, según el informe adelantado a EL PAÍS.

La baja responde, plantea el documento titulado Cuando la autonomía personal limita el número ideal de hijos, a una reconfiguración de la percepción del “riesgo reproductivo”, el que consiste en que en un contexto de incertidumbre, cada hijo representa “una apuesta individual hacia el futuro”, donde se pone demasiado en juego el control del proyecto personal vinculado a lo laboral, apunta el análisis.

Según datos recabados por el CEP a través de unas 1.500 entrevistas, el número ideal de hijos en la familia —para distintos estratos sociales y niveles educacionales— es predominantemente de dos. Entre 2012 y 2024, el porcentaje que indicaba que el ideal era tres bajó del 35% al 20% y, en el mismo período, los que prefieren cero o uno subieron de 4% a 14%.

En Chile, poco más de la mitad de la población joven es soltera, la cifra más alta de los últimos siete años, según la Encuesta Nacional de Juventudes. En ese contexto, la falta de estabilidad en la relación de pareja se ubica como una de las principales razones (40,2%) para explicar no tener hijos. La educación, por su parte, no tiene efectos significativos sobre el número ideal de hijos. Sí los tiene el nivel socioeconómico, pero solo para los niveles de menores ingresos (D y E), donde existe una apertura a tener más hijos, “convirtiendo a la economía doméstica en un mecanismo de autoprotección que reduce la exposición al riesgo social”, dice en análisis. Por el contrario, los más adinerados (ABC1) muestran menor disposición a concebir más de un hijo.

Este choque de posturas también se ve reflejado en cómo ven al país: quienes piensan que Chile está progresando creen que el ideal se encuentra entre cero y un hijo; mientras que los que aseguran que la situación económica es ‘mala o muy mala’ apuestan porque el ideal de hijos es dos a tres, o cuatro y más.

Los datos muestran que quienes tienen trabajo presentan una probabilidad mayor de preferir no tener hijos, o tener solo un hijo. El estudio advierte que esto no se debe a una cuestión de recursos, sino que responde a la valoración de la autonomía como último espacio de control personal frente a la incertidumbre: el del proyecto de vida personal asociado al trabajo. “Cada hijo adicional representa no solo una mayor carga económica, sino fundamentalmente una pérdida progresiva de autonomía personal en un escenario de creciente incertidumbre”, reza el documento elaborado por los investigadores Rosario Palacios, Almendra Ayala, Aldo Mascareño y César Gamarra, quienes apuntan que las decisiones reproductivas no implican una renuncia al ideal familiar, sino un ajuste a las condiciones consideradas hoy como necesarias para una crianza adecuada y para la realización de planes de vida personales o familiares.

La socióloga Palacios plantea que el tema de fondo, a diferencia de lo que postulan varios expertos, no es económico. “No se trata de cómo pagar la crianza, sino cambiar el estado y poner en riesgo la estabilidad, el éxito y la felicidad que se tiene. Tanto hombres como mujeres tienen esa lógica. Las mujeres tienen más riesgo de perder más, ya son ellas las que van a estar embarazadas nueve meses, a las que les va a costar volver al trabajo, sin embargo, no es significativo el género a la hora de decir que es ideal tener menos hijos”, sostiene. El estado civil ‘casado’ también es relevante en quienes prefieren dos o tres, o cuatro y más hijos.

Los investigadores del CEP a cargo del estudio sostienen que Chile experimenta algo que denominan debilidad del tercero confiable. Esto consiste en el desgaste de las instituciones, relaciones y estructuras sociales que tradicionalmente respaldaban la familia y, en consecuencia, las decisiones reproductivas. Su planteamiento es que esto se hace presente en tres dimensiones: la institucional, materializada en la desconfianza hacia el Estado y sus organismos; la relacional, vinculada a la ausencia de parejas estables como proyecto compartido; y la colectiva, reflejada en la pérdida de redes de apoyo tradicionales que hacían viable un proyecto reproductivo de mayor envergadura. “En ausencia de estos tres soportes, la maternidad y las decisiones reproductivas se convierten en cálculo individual de riesgo, en el que los factores controlables por el individuo son el trabajo y la propia capacidad personal”, postula el documento.

Cuando los investigadores decidieron realizar el estudio querían demostrar que el problema de la tasa de natalidad es más grande que los cupos en las salas cunas, una política pública que se ha instalado en el debate para lograr la universalidad del servicio. La complejidad del resultado, donde se concluye que no se trata solo de recursos, sino de ofrecer una institucionalidad que acompañe a los padres cuando lo necesiten -no solo al comienzo, sino al mediano y largo plazo también-, obliga a repensar la respuesta. Palacios plantea que es imperante fortalecer la atención y las herramientas que reciben los niños hoy, y no reducirlas porque hay menos cantidad. “Con esta tasa de natalidad, los niños que vayan naciendo tendrán que hacerse cargo de muchas más personas. Van a estar mucho más desafiados, así que tienen que poder desarrollarse integralmente y tener una base muy fuerte”, afirma. También apunta a que se debe elaborar camino alternativo para extender las familias actuales, que son pequeñas, promoviendo más espacios de interacciones, donde puedan ampliar su red con vecinos y amigos.

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Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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