Chile allana a la ultraderecha el camino hacia La Moneda
José Antonio Kast, con el apoyo de las fuerzas conservadoras, parte con ventaja para ganar la segunda vuelta del 14 de diciembre ante Jeannette Jara

La ultraderecha chilena ha quedado el domingo en una inmejorable posición para hacerse con la Presidencia de la República entre 2026 y 2030. El candidato del Partido Republicano, el ultraconservador José Antonio Kast, obtuvo un 23,9% de los votos, solo tres puntos por debajo de la candidata única de la izquierda oficialista, la comunista Jeannette Jara, que alcanzó la primera mayoría con 26,8%. El problema de Jara no era llegar primera -lo proyectaban todas las encuestas-, sino obtener al menos el 30% de respaldo que tiene el Gobierno, para enfrentar con alguna posibilidad la segunda vuelta del 14 de diciembre próximo.
Pero el resultado de Jara es el peor que ha obtenido la izquierda desde 1990, desde el retorno a la democracia. Kast, en cambio, la misma noche de las elecciones consiguió el apoyo público de los otros dos candidatos de la derecha: del libertario, incluso de mayor radicalidad que el republicano, encarnado en Johannes Kaiser (13,9%), y la aspirante de la derecha tradicional, Evelyn Matthei (12,46%). Juntos llegan con facilidad al 50% necesario para ganar, mientras que la candidata de la izquierda parece tener un techo y grandes dificultades para crecer. El camino del ultraderechista Kast está allanado para llegar a La Moneda el próximo 11 de marzo.
En los cuatro años de Gobierno del presidente Gabriel Boric, la derecha se ha radicalizado. Los sectores moderados de la oposición han sufrido una gran derrota no solo en las presidenciales, con Matthei relegada al quinto lugar entre ocho aspirante, sino en el Parlamento. Chile Vamos, que agrupa a los partidos que lideraron la transición desde la oposición, tenía 53 diputados y en esta elección bajó a 34. Es decir, en la Cámara baja perdió 19 escaños. Los republicanos y sus aliados, sin embargo, festejan: el pacto Cambio por Chile, que lideran junto a los libertarios de Kaiser y el Partido Social Cristiano, ha pasado de 15 a 42 diputados. Las dos derechas, la histórica y la extrema, se quedan con 76 integrantes en un hemiciclo de 155. En el Senado, las fuerzas de Kast suben de uno a siete senadores. Junto a la derecha tradicional, que llega a los 18, alcanzarán 25 senadores de 50. La hegemonía ha quedado en manos de los ultraconservadores.
En las horas posteriores a la votación, en Chile hay una pregunta presente en todos los análisis: ¿qué tuvo que pasar en el Gobierno de Boric, cuántas expectativas tuvo que haber frustrado, para que su gran legado sea que entre Kast y Kaiser -dos sectores que no han cortado con la dictadura de Augusto Pinochet- alcancen un 37%, más de 10 puntos por sobre la candidata única de la izquierda? “Algún grado de responsabilidad tendrán el Gobierno y el Frente Amplio -el partido del presidente- en este fenómeno, y es algo de lo que no se pueden desentender", señala Daniel Mansuy, académico del Centro Signos de la Universidad de Los Andes. El destino de Jara parece atado al del Gobierno de Boric -ella fue su ministra del Trabajo- que se acerca a su fin el 11 de marzo con deficientes resultados económicos, sociales y de seguridad. El presidente en sus cuatro años de mandato corrigió el camino inicial, se moderó por convicción o por sentido de realidad política, pero no ha logrado convencer a las grandes mayorías preocupadas sobre todo por las delincuencias, los asaltos y los robos.
Kast, hábil, plantea la segunda vuelta como un referéndum respecto a Boric. “El 14 de diciembre será un plebiscito entre dos modelos de sociedad”, aseguró en su discurso la noche del domingo. Explicó qué entiende por aquello: “Un modelo, que es el que dirige el actual Gobierno, que ha llevado al estancamiento, la violencia y el odio. Y el nuestro, que habla con libertad y promete la esperanza para Chile. Ese es nuestro gran desafío: salvarla de la violencia, y el odio, siempre con respeto a los demás”, dijo Kast, con importantes conexiones con la ultraderecha mundial. En esta tercera candidatura, sin embargo, ha apostado estratégicamente por no centrarse en el debate sobre libertades individuales -Kast se opone al aborto, por ejemplo-, sino en ofrecer un “gobierno de emergencia” enfocado en frenar los problemas de seguridad pública, control de la inmigración y la recuperación de proyectos sociales deteriorados. Ha propuesto, además, sin una explicación satisfactoria, recortar 6.000 millones de dólares de gasto social en los primeros 18 meses de un eventual Gobierno.
La candidata Jara, en tanto, busca adherentes a contrarreloj. La noche del domingo en su discurso hizo guiños a varios de los candidatos que perdieron y sobre todo valoró alguna propuesta del populista Franco Parisi, que obtuvo un sorpresivo tercer lugar con el 19,71%, pero que evitó respaldar a alguno de los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta. “Les tengo una mala noticia a Kast y Jara. Gánense los votos, gánense la calle”, sostuvo Parisi, líder del Partido de la Gente, que se declara ni fascista ni comunista (“ni facho ni comunacho”, dice). Símbolo de la antipolítica y de la gran desconfianza de la sociedad chilena con las instituciones democráticas, Parisi se quedó con 14 escaños en la Cámara baja. Su partido tendrá un papel importante en el Congreso del próximo Gobierno, donde la derecha es más fuerte que la izquierda, pero no tiene las mayorías necesarias para alcanzar los más altos quórum.
“Hoy se inicia una nueva elección”, aseguró Jara tras los resultados del domingo, que es a lo que apuesta al menos públicamente la izquierda, aunque esta idea no convenza en privado a los partidos que la arropan. “No olvidemos lo bueno que somos como país”, agregó, para responder al discurso de Kast, que ha basado su propuesta política en un diagnóstico pesimista sobre la realidad chilena, y en la urgente necesidad de un cambio. El presidente Boric, desde el Palacio de La Moneda, la noche de la elección felicitó a los candidatos que pasaron a segunda vuelta y aseguró: “Confío en que el diálogo, el respeto y el cariño por Chile van a primar por sobre cualquier diferencia”. Y envió un mensaje a Jara y a Kast: “Como Jefe de Estado los insto a que tengamos un debate con altura de miras, pensando siempre en lo mejor para Chile”.
En Chile se habla del fin de un ciclo. Junto con los resultados de las presidenciales, que dejan poco espacio para un triunfo de la candidata de la izquierda, en las elecciones parlamentarias que se han celebrado en conjunto con las presidenciales se ha ratificado que las corrientes moderadas, tanto de la derecha como de la izquierda, han sido desplazadas por versiones más radicales. El Partido Republicano ha triunfado junto a sus socios tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. En la vereda de enfrente, en tanto, la izquierda del Frente Amplio del presidente Boric y el Partido Comunista han sobrepasado a la centroizquierda o izquierda moderada, agrupada en el Socialismo Democrático, que integra el Partido Socialista. El mundo de la extinta Concertación de centroizquierda, que gobernó tras la dictadura entre 1990 y 2010, pesa menos que la nueva izquierda que ha emergido en Chile en la última década. Es la configuración del sistema político que deberá administrar la nueva etapa que se abre en Chile, a 35 años del retorno a la democracia, donde por primera vez un abierto partidario de la dictadura de Pinochet tiene grandes opciones de llegar a La Moneda.
Las derechas tiene mayor número de parlamentarios en la Cámara de Diputados y en el Senado que la izquierda, pero no los suficientes como para despreciar el diálogo y darle vuelta la espalda a la búsqueda de acuerdos, una de las principales dificultades de los Gobiernos chilenos. Es, en parte, el origen del hastío de una ciudadanía que no observa resultados para sus necesidades urgentes.
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