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Elecciones Chile
Tribuna
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Chile: ¿se derechiza o solo se desliza?

El débil resultado de Jara expresa el doble techo de su partido y de la coalición de izquierda, que se ha mantenido unida, pero sin crecer

Elecciones en Chile
Ascanio Cavallo

Las elecciones presidenciales de este domingo, 16 de noviembre, en Chile anuncian la reconfiguración de sus fuerzas políticas y abren la pregunta que se ha oído en otras latitudes: ¿Se derechizó el país? La candidata del oficialismo, Jeannette Jara, militante del Partido Comunista, obtuvo una votación inferior a la que sus propios dirigentes estimaban como el límite bajo, con un 26,76% que hace muy difícil pensar que en el balotaje pueda alcanzar la mayoría absoluta. El presidente Gabriel Boric empeñó todos sus esfuerzos para mantener la unidad de los partidos de izquierda, en un arco aún mayor que la Unidad Popular que en 1970 logró elegir a Salvador Allende (en esa época, sin balotaje). Lo consiguió, pero eso también significa que no hay más votos disponibles fuera de la coalición.

Peor aún, Jara obtuvo un débil margen de ventaja sobre el candidato principal de la derecha, José Antonio Kast (24,05%). Los tres candidatos de la derecha reúnen, si solo se suman sus votaciones, alrededor de un 51% del padrón.

El débil resultado de Jara expresa el doble techo de su partido y de la coalición de izquierda, que se ha mantenido unida, pero sin crecer: una coalición estancada, fenómeno para el cual ha carecido de diagnóstico y de solución. Pero también es un juicio a la gestión del gobierno de Gabriel Boric, que se acerca al fin de su cuatrienio (en marzo) con malos resultados económicos, sociales y de seguridad. Confiado en el aparente vuelo del llamado “estallido social” del 2019, Boric gobernó sobre la base de un conjunto de supuestos que prontamente se mostraron erróneos y su posterior corrección -que algunos consideraron como un profundo viraje socialdemócrata- no solo fue incompleta, sino que dejó a la economía al borde de un estado ruinoso, solo sostenido en la fortaleza de sus instituciones, en particular el Banco Central y el Consejo Fiscal, ambos autónomos.

La gestión encabezada por el juvenil e inmaduro Frente Amplio fue peor que la de la también fugaz Nueva Mayoría (2014-2018) que sustentó al segundo gobierno de Michelle Bachelet y, como aquella, ha abierto paso a un alza espectacular en los resultados de la derecha. Es casi imposible encontrar, dentro de Chile, responsables ajenos al gobierno. Aun así, el desempeño electoral de Jara ha sido inferior a la aprobación promedio (30-32%) que el presidente Boric registra cada semana. De modo que Jara podría decir que sus resultados podrían haber sido peores si no hubiese puesto enfática distancia con el Gobierno, y Boric podría decir que le fue tan precisamente por alejarse del Gobierno. Tablas.

Jara se impuso como candidata en unas primarias en las que derrotó en forma resonante al Socialismo Democrático. La derecha, en cambio, convirtió la elección de ayer en su primaria, con tres candidatos que en conjunto abarcan todo el espacio de las derechas en el mundo. Kast, que había sido candidato el 2021 y ganó la primera vuelta frente a Gabriel Boric, era considerado la figura del extremo, hasta que la emergencia de otro político más duro y desafiante, Johannes Kaiser, lo dejó en una rara posición intermedia. Ayer, Kast superó ampliamente a Kaiser y liquidó las aspiraciones de la centroderecha, cuya candidata, Evelyn Matthei, solo alcanzó el quinto lugar.

El actual ciclo de izquierdas ha llegado a un fin provisorio, corroborado por la victoria de la derecha en la Cámara de Diputados y en el Senado, por primera vez en la historia; y aún no se sabe si se trata de deslices del momento o de ríos subterráneos que solo buscaban el pretexto de un mal gobierno para irrumpir en la superficie.

Por de pronto, el gobierno que se elija en el balotaje del 14 de diciembre enfrentará grandes dificultades desde el comienzo. El presupuesto del 2026 es deficitario y diversos estudios concuerdan en que el equilibrio fiscal no podrá retomarse antes del 2030, y eso a condición de que se apliquen fuertes controles al gasto. Hay una desocupación porfiada que se mueve sobre el 8% (y más de 9% entre las mujeres) desde el fin de la pandemia. El estado ha sido abultado con empleos y programas de evaluación deficiente, pero abundan las restricciones legales y políticas para alterar ese panorama.

Kast ha anunciado que, de llegar al poder, desarrollará un programa “de emergencia” orientado a frenar los problemas de seguridad pública, control de la inmigración y recuperación de proyectos sociales deteriorados. Si se juzga por los resultados de ayer, estas cosas parecen haber resonado en los electores chilenos. Kast no es Trump ni Milei; es, más bien, un conservador, un tradicionalista cuyo proyecto es reponer los valores que a su juicio han sido atropellados por la irreflexión de las izquierdas o las perversiones de la ideología.

En suma: la pregunta de si Chile se ha derechizado no puede ser respondida sobre la base de estas elecciones, sino más bien con la trayectoria que siga en los próximos cuatro años. Por ahora, solo se puede decir que se ha pronunciado acerca de los cuatro años pasados. Queda otro cuatrienio para saber si, como notan diversos analistas, estas elecciones no son sino otra más en la serie de victorias de las oposiciones, los votos de rechazo al statu quo que vienen bamboleando a América Latina en los últimos quince años.

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