La pulsión de vida de la Democracia Cristiana
Si bien ya ha gobernado junto a comunistas en el segundo Gobierno de Bachelet y el actual Gobierno de Boric, la DC jamás concibió la posibilidad de adherir a una candidatura presidencial proveniente del partido de la hoz y el martillo

Este fin de semana que acaba de concluir, la Democracia Cristiana chilena se debatió entre dos pulsiones, Eros y Thanatos, entre la pulsión de vida y la pulsión de muerte en la teoría freudiana. En una intensa Junta Nacional, el máximo órgano del partido de la flecha roja tomó la histórica decisión de apoyar la candidatura presidencial de Jeannette Jara, de militancia comunista. Esta definición se adoptó por una mayoría aplastante. Es una decisión definitivamente histórica para la DC: si bien ya ha gobernado junto a comunistas en dos administraciones (segundo Gobierno de Michelle Bachelet y el actual Gobierno de Gabriel Boric), la DC jamás concibió la posibilidad de adherir a una candidatura presidencial proveniente del partido de la hoz y el martillo. Probablemente, se trata de un caso único en la historia de esta familia de partidos, ya que la DC se asocia históricamente a una variante de los partidos de derecha (aunque convengamos que la DC chilena siempre ha albergado en su interior un ala izquierdista, chascona como se le conoce).
Evidentemente que esta decisión se origina en un instinto de sobrevivencia, puesto que junto a la elección presidencial también tendrán lugar comicios parlamentarios, en donde la DC se juega ni más ni menos su existencia política y legal. Así las cosas, el partido de Frei y de Aylwin simplemente calculó: o apostar a algún tipo de ganancia electoral apoyando a Jara, o intentar una nueva aventura en solitario que se sabe termina muy mal. Primó el cálculo electoral, la postura eficiente, Eros sometiendo a Thanatos, lo que se paga al precio fuerte de sacrificar la identidad propia, esa identidad que se refleja tan bien en el símbolo del partido: una flecha que atraviesa en línea recta a dos rayas horizontales (“no al comunismo”, “no al capitalismo”), denotando una tercera vía.
Los costos son enormes. Desde una cultura que, a decir verdad, no sabemos muy bien en qué se diferencia de otras en la sociedad chilena de hoy (más allá de invocar al humanismo”, Jacques Maritain mediante), hasta la decisión de ser posiblemente abandonada económica y políticamente por la poderosa Fundación Konrad Adenauer vinculada al hermano mayor de esta familia de partidos: la CDU alemana. Localmente, esta decisión soberana se tradujo en un rechazo abrumador de la postura contraria que fuese defendida por seis ex presidentes del partido (incluyendo al otrora líder chascón Ricardo Hormazábal). Esto quiere entonces decir que, a diferencia de sus ex líderes (todos ellos retirados y con una aproximación más bien teórica al dilema democratacristiano), la Junta Nacional leyó electoral e interesadamente el problema, desafiando a la historia y la ideología del partido en nombre de Eros. Solo falta un Congreso ideológico para refundar al partido…si es que es posible hacerlo.
Las razones sobraban para tomar el camino de la vida. Si para la elección de diputados de 1989 la Democracia Cristiana eligió a 13 senadores y 38 diputados (con el 26% de los votos), en 1997 alcanzaba el 23%, en 2001 ya elegía a 23 diputados con el 18,92% de los sufragios. Desde entonces fue la debacle: si bien en 2005 obtenía el 20,76%, en 2009 se desplomaba al 14,21% de los votos (19 diputados), atenuando su caída a punta de negociaciones en 2013 con poco más del 15%, para definitivamente desplomarse en 2017 (10,28% y 14 diputados) y agonizar en 2021 (con el 4,19% de los votos y tan solo 8 diputados).
Una verdadera catástrofe que no se explica solo por eventuales errores de negociación, tampoco por una defectuosa selección de candidatos: todas estas cosas jugaron un rol, pero no explican tamaño derrumbe. Hay algo mucho más profundo involucrado en los últimos años y que no solo involucró a la Democracia Cristiana: si el Partido Socialista (PS) llegaba al 9,75% de los votos en 2017, el partido de Allende perdió poco menos de la mitad de su votación en 2021 (apenas obtuvo el 5,43% de los sufragios). Es posible que haya una erosión del histórico eje Democracia Cristiana/Partido Socialista de magnitudes bíblicas, en donde el debilitamiento de la DC es anterior, pero de igual significado que el del PS.
De lo anterior se sigue que las próximas elecciones de noviembre de 2025 serán de una enorme relevancia. Es posible que estos comicios se transformen en algo parecido a un evento de extinción del partido de la flecha roja, y habrá que ver lo que ocurre con el PS, un partido que hace rato viene optando por Eros…aunque Thanatos está a la vuelta de la esquina.
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