Forjar unidad, disputar el presente, proyectar futuro: el desafío de estas elecciones primarias
No es casual que tres de las candidaturas cumplieran roles estratégicos: Gonzalo Winter, como puntal del presidente en el Congreso, sosteniendo el proyecto con colaboración, lealtad y relato político

Las primarias presidenciales de la izquierda y la centroizquierda son el puntapié inicial para un nuevo mandato de gobierno. Estas primarias son inéditas pues por primera vez participan en ella el Frente Amplio, el Partido Comunista y los partidos del Socialismo Democrático, tres fuerzas que nunca antes han presentado una candidatura presidencial común.
Este proceso no es producto de una coyuntura, sino el resultado de tres años de gobierno liderado por el presidente Gabriel Boric en los que confluyeron trayectorias diversas que, pese a tensiones y diferencias, construyeron —al calor de la acción política— un marco de unidad. Una unidad forjada sobre la base de una gestión responsable, un sentido de urgencia frente a los desafíos del país y un compromiso con la agenda de cambios que dio origen al proyecto de gobierno. Una unidad que ha dado frutos.
Así, pese a haber iniciado el mandato en medio de una crisis de legitimidad institucional, una crisis económica y una crisis de seguridad, a lo que también se debe añadir la derrota en el proceso constituyente, el gobierno del Presidente Boric ya puede lucir reformas, logros de gestión y avances políticos en materia de seguridad ciudadana, económica y social. El sistema nacional de cuidados, la ley de pago efectivo de pensiones de alimentos, la estrategia nacional del litio, la reforma de pensiones, el alza histórica del salario mínimo o el ministerio de seguridad son algunos de los avances que los chilenos y chilenas podemos valorar con orgullo en estos tres años.
Por ello, no es casual que tres de las candidaturas de la primaria hayan cumplido roles estratégicos durante este periodo: Gonzalo Winter, como puntal del presidente en el Congreso —sosteniendo el proyecto no solo con colaboración, sino con lealtad y relato político—, y las ex ministras Carolina Tohá y Jeannette Jara que lideraron carteras con agendas relevantes, como seguridad pública y previsión social, respectivamente.
La experiencia de estos tres años nos ha permitido construir un espacio común progresista. Sin anular las diferencias de trayectorias, visiones ideológicas e incluso de generación, hoy es posible el encuentro en torno al fortalecimiento de la democracia, la justicia social y el desarrollo económico sostenible. Con diferentes acentos, los distintos partidos progresistas compartimos la importancia de un nuevo equilibrio entre lo público y lo privado, donde la banca no sea el actor central en la provisión de bienes sociales y donde el Estado cumpla un rol relevante en el rumbo del país, garantizando una producción estratégica y un desarrollo justo.
En ese sentido, la propuesta del Frente Amplio ha sido pensar el futuro desde nuestras convicciones fundacionales, adaptando los mecanismos y rediseñando las rutas para hacerlas posibles. Hemos insistido en que ni las recetas del pasado ni los discursos conservadores ofrecen respuestas efectivas para los problemas del presente. El desafío de nuestra época es construir la vía chilena al desarrollo.
Nuestro foco ha estado en dar respuestas a las principales trabas para reactivar una economía que lleva más de diez años estancada: la desigualdad estructural que impide garantizar oportunidades y derechos sociales universales; la concentración del poder que obstaculiza la resolución de las demandas sociales aún insatisfechas; y un Estado que requiere una modernización urgente. Por supuesto, como tantas veces, hemos enfatizado que es necesario construir mayorías, escuchando, dialogando y disputando —en y con la sociedad— las propuestas de cambio que requiere nuestro país.
Gonzalo Winter ha demostrado convicción y energía para trabajar en esa dirección. También, como estos años lo han evidenciado, el liderazgo del Frente Amplio ha posibilitado tender puentes y construir unidad en nuestro sector, articulando visiones entre la izquierda tradicional y la centroizquierda en una síntesis mayor que nos represente ampliamente.
Pasadas las primarias, con estas perspectivas y experiencias, el desafío es plantear una hoja de ruta para el ciclo político que viene, que nos permita consolidar los avances de nuestro gobierno y encauzar los pendientes, como la fallida reforma tributaria. De este espacio debe surgir un liderazgo capaz de articular al sector y convocar a la ciudadanía detrás de una candidatura presidencial y una lista parlamentaria única, que garantice un nuevo gobierno y una mayoría parlamentaria.
El gobierno del presidente Boric nos deja el camino abierto para seguir avanzando en la redistribución del poder, la justicia de género, la transformación del modelo de desarrollo, la construcción de un Estado social y el posicionamiento de Chile a nivel global. Nuestra candidatura presidencial deberá proyectar, allanar y ampliar este camino con claridad y decisión.
Al frente tenemos una derecha que amenaza con retroceder en derechos, democracia y libertades, borrando con el codo lo avanzado en temas como salud, pensiones o el aborto en tres causales. Para enfrentar la delincuencia, José Antonio Kast nos ofrece volver al lejano Oeste con armas sin regulación para los civiles. Mientras, Evelyn Matthei se enreda en la carrera para ver quién es más de derecha y reivindica como inevitable el golpe de Estado. Con una derecha sin propuestas reales, revanchista y cada vez menos comprometida con la democracia, el triunfo del progresismo en noviembre se vuelve más urgente.
Este domingo sabremos quién liderará este desafío: Recordemos que lo que está en juego no es solo un nombre, sino la continuidad de un proyecto colectivo que ha sabido abrir horizontes en tiempos de incertidumbres.
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