Helen Levitt, el teatro de lo cotidiano
La Fundación Mapfre acoge en Barcelona una retrospectiva dedicada a la artista estadounidense, pionera de la fotografía callejera, y del color, que transformó los escenarios más humildes en composiciones llenas de significado y poesía visual


Escribía Francine Prose en el monográfico Crosstown (2001) que mirar una fotografía de Helen Levitt (Nueva York, 1913-2009) “es como quitarse las gafas de sol, o limpiar los anteojos, o simplemente parpadear”; imágenes que parecen tomadas en un abrir y cerrar de ojos, en un instante destinado a desaparecer en pocos segundos, que nos hacen conscientes de lo rápido que cambia todo. Raramente simples y naturales, se sostienen en el tiempo a través de su honestidad serena y sin adornos, a medio camino entre lo documental y la poesía visual.










Fue entre finales de los años treinta y principios de los cuarenta cuando la fotógrafa estadounidense produjo la mayoría de las imágenes que la hicieron célebre. Centró su mirada en los barrios de inmigrantes, los más poblados y también los más pobres de la ciudad, donde gran parte de la vida transcurría de puertas afuera: en los umbrales de las casas, y en las aceras del Spanish Harlem, del Lower East Side, del Hell’s Kitchen y del East Bronx, así como de su propio barrio, Brooklyn.
Sus fotografías contemplan las calles como un teatro de lo cotidiano. Sin embargo, capturan la vida urbana en su flujo más invisible y elusivo, deteniendo los gestos y los movimientos de quienes habitan la ciudad. Hablan de la fortaleza y la dignidad del ser humano, de la gracia ante la adversidad, de un modo tan explícito como misterioso. Ofrecen enigmas que impactan al espectador sin necesidad de una historia manifiesta como lo hace New York [113th Street] (circa 1938): una escena urbana de Halloween en un patio sombrío y descuidado, donde un niño enmascarado trepa por el tronco de un árbol mientras otro se reclina en su pronunciada curvatura. Asentada en el realismo, Levitt parece construir de manera consciente una versión ficticia del mundo que fotografía, transformando la vida cotidiana en una composición cargada de significado.

La imagen se presenta destacada dentro de la retrospectiva que la Fundación Mapfre dedica a la fotógrafa americana: Helen Levitt. Comisariada por Joshua Chuang, puede visitarse en el Centro de Fotografía KBR de Barcelona hasta el 1 de febrero de 2026 y posteriormente viajará a Madrid. La muestra recorre siete décadas de su trabajo: desde las primeras imágenes dedicadas a las víctimas de la Gran Depresión, hasta aquellas que registran los dibujos y mensajes que los niños garabateaban con tiza —Levitt prestó atención a los grafitis cuando nadie lo hacía—; pasando por las fotografías realizadas durante su viaje a México, la única ocasión en que abandonó Nueva York; y llegando a su producción más tardía en color, que la consagró como pionera, así como a los retratos clandestinos tomados en el metro. Destaca también su poderosa obra audiovisual.
Impregnada de empatía y de un humor subversivo, la obra de Levitt nos recuerda que ver es un acto creativo que implica ocultar y revelar a la vez. Que el mundo real posee una magia comparable a la de cualquier ficción y que la tarea del artista es encontrar significado en lo cotidiano y hacerlo visible para los demás. Como cuando fotografía una pared donde un garabato simula un botón, al lado del cual se lee: “Botón hacia un pasaje secreto”, metáfora que inevitablemente remite al medio fotográfico. Elusiva, cuando se le preguntaba qué ocurría en sus imágenes, la artista solía responder: “Solo lo que ves”, dejando que su obra hablase por sí misma.
De Levitt se ha dicho que fue la primera fotógrafa americana en comprender la esencia de la fotografía de Henri Cartier-Bresson y ponerla en práctica. “Me hizo ser ambiciosa”, reconocía la fotógrafa. Entabló amistad con Walker Evans, quien la involucró en algunos de sus proyectos, además de presentarle al escritor James Agee, y a la pintora e historiadora de arte Janice Loeb. Con ellos realizó In the Street (1948), una película muda, rodada en el Spanish Harlem entre los tres, con una cámara portátil de 16mm. La fotógrafa, —que había sido aprendiz de Helen Van dongen, en el montaje del documental Tierra de España (1937) — , se encargó del montaje del metraje y Agee de escribir el texto inicial: “Allí, sin ser conscientes ni advertidos, todos los seres humanos son poetas enmascarados, guerreros y bailarines”, avanzaba el escritor antes de dar paso a un hipnótico y tierno retrato de la vida callejera. Los tres trabajarían juntos el documental The Quiet One (1948), dirigido por Sidney Meyers y nominado a los Óscar, donde la fotógrafa ejerció como directora de fotografía.

Entre 1948 y finales de la década de 1950, la artista se dedicó exclusivamente al cine y cuando regresó a la fotografía fue como pionera del color. Volvió a recorrer las calles para atrapar nuevamente esa íntima coreografía urbana, sin intrusión. En 1970 un ladrón entró en su apartamento y robó casi todas las transparencias y copias en color, sin embargo, fue capaz de renovar su entusiasmo. “Ella estaba tan en sintonía con las calles, era tan elegante en sus gestos, que se volvía invisible, se convertía instantáneamente en parte del vecindario, como si llevara allí toda la vida”, escribe el artista estadounidense Joel Sternfeld, en el catálogo que acompaña a la muestra. “Su vestuario, elegido con la sencillez como criterio, la hacía encajar en cualquier barrio. Su capacidad para fundirse con la calle le concedía el tiempo extra que necesitaba para componer su encuadre en color, que es mucho más exigente que componer en blanco y negro”.
Las fotografías de Levitt, continúan hablándonos hoy con la misma intensidad. En un siglo marcado por la velocidad, y la sobreproducción visual, su obra sigue desafiando nuestra manera de mirar por su atención paciente, su negativa a subrayar y su confianza en que lo esencial ocurre delante de nosotros. Sus fotografías no pretenden explicar el mundo ni corregirlo, solo mirarlo con una mezcla de curiosidad, respeto y asombro.
Helen Levitt. Helen Levitt. Centro de Fotografía Kbr. Fundación Mapfre. Barcelona. Hasta el 1 de enero.
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