El Congreso argentino frena la motosierra de Milei y le depara una semana negra al Gobierno ultra
A dos meses de las elecciones legislativas, las cámaras de Diputados y de Senadores revierten parte del ajuste y el desguace del Estado impulsados por el Ejecutivo


La tensión fue evidente desde, literalmente, el primer día. El 10 de diciembre de 2023, cuando asumió como presidente, Javier Milei evitó dar el tradicional discurso presidencial ante la asamblea de legisladores nacionales y prefirió hablar afuera del Congreso, dándoles la espalda al edificio y a sus moradores. Unos días después, despejaba cualquier duda sobre el grado de su estima y definía al Parlamento como “un nido de ratas”. Aún partiendo desde ese lugar, durante el año pasado Milei consiguió suficiente respaldo parlamentario para impulsar su agenda de desguace del Estado y desregulación de la economía. Pero en lo que va de 2025 el apoyo se le escabulló y el Gobierno perdió casi todas las votaciones claves. En los últimos días, el resultado fue lapidario. Las cámaras de Diputados y de Senadores aprobaron leyes que revierten el ajuste del gasto público, anularon decretos presidenciales que iban en la misma dirección y prometen seguir avanzando. Fue el corolario de una semana negra para el Gobierno ultraderechista.
Para Milei, el Congreso solo busca romper lo que considera el núcleo de su plan económico, el superávit fiscal. “Asistimos a un espectáculo macabro”, dijo en el foro del Council of the Americas, el jueves. “Enfrente tenemos un Congreso secuestrado por el kirchnerismo, que solo responde a sus propios intereses. Ellos tienen una sola agenda legislativa: quebrar al Estado nacional”, aumentar el gasto público y financiarlo con emisión monetaria, lo que implicaría “volver al sendero catastrófico de destrucción inflacionaria”, aseguró.
Con esas palabras, Milei respondía a las normas aprobadas horas antes por Diputados y a las que, durante esa misma jornada, sancionaba el Senado. La Cámara baja rechazó un veto del presidente e insistió con un aumento de los fondos destinados a la atención de personas con discapacidades. También sancionó una ley que distribuye entre las provincias recursos hoy manejados por la Nación, los llamados aportes del Tesoro (ATN). Las votaciones fueron contundentes: 172 contra 73 y 143 contra 90.
A su vez, los senadores dieron de baja cinco decretos del mandatario que desarticulaban organismos públicos estratégicos: entre otros, los institutos de tecnología agropecuaria, de industria y del teatro, o el Banco Nacional de Datos Genéticos —la entidad que, entre otras funciones, colabora con las Abuelas de Plaza de Mayo para hallar a los niños apropiados durante la última dictadura—. La Cámara alta también aprobó una ley de financiamiento universitario —que recompone los recortados salarios y presupuestos de las casas de estudios— y sancionó otra ley que declara en emergencia al sistema de salud pediátrica, asignándole más recursos. Al igual que en Diputados, las votaciones dejaron en pronunciada minoría al Gobierno: entre 55 y 60 votos estuvieron del lado opositor, entre 9 y 13 del lado de La Libertad Avanza (LLA), el partido de Milei.
Si bien el presidente centró sus ataques en el kirchnerismo, tanto en Diputados como en Senadores hubo una clara confluencia de distintos sectores de la oposición. Casi todo el peronismo —kirchnerista o no— votó junto a legisladores de agrupaciones de izquierda y de centro, como la Unión Cívica Radical o Encuentro Federal. Pero no solo con ellos. También representantes del PRO —el partido conservador del expresidente Mauricio Macri— se diferenciaron del acuerdo electoral recién alcanzado con LLA y votaron contra el Gobierno. Incluso hubo cuatro diputados que dejaron LLA, formaron un bloque propio y levantaron sus manos junto a la oposición.
La mayoría de esos sectores ajenos al peronismo, que van del centro hacia la derecha, hasta el año pasado le daban un voto de confianza a Milei. El presidente había llegado al poder con pocos legisladores propios y fue con ellos que consiguió aprobar, en 2024, la llamada Ley Bases –la norma que le concedió facultades extraordinarias para desguazar el Estado y desregular la economía– y su paquete de medidas fiscales, así como sostener luego sus decretos. Ahora parecen haberle retirado su respaldo, al menos cuando la motosierra toca áreas sensibles, como la educación y la salud públicas, o los recursos federales. La única excepción en la última semana fue el caso de las pensiones: por pocos votos, el Ejecutivo consiguió validar su veto a una ley que aumentaba las jubilaciones.
Las razones del distanciamiento son diversas. La principal quizá sea la convicción de que, como aquel primer día, el Ejecutivo gobierna de espaldas al Poder Legislativo. El diputado Miguel Ángel Pichetto (Encuentro Federal) ha cuestionado el reiterado recurso del presidente a los vetos y los bloqueos parlamentarios. “Hay que construir acuerdos y consensos mediante el diálogo con quienes piensan distinto”, ha reclamado en varias ocasiones. Una legisladora como Margarita Stolbizer (GEN, centroizquierda), que el año pasado adhirió a la Ley Bases, ha reconocido: “Pequé de ingenua. No pensamos en aquel momento que eso iba a ser utilizado como lo fue, en un abuso claro de las atribuciones que el presidente tiene”. El kirchnerismo, principal bloque de oposición, directamente sostiene que Milei es “autoritario”. Así lo dijo, en la sesión del jueves, la senadora Juliana Di Tullio: “El presidente hace de este Congreso un poder casi inexistente”.
La debilidad parlamentaria de Milei ya había quedado esbozada en otras derrotas que le deparó el Congreso. Por ejemplo, cuando rechazó, por primera vez en la historia, un decreto presidencial: fue en septiembre de 2024 y se trataba de una asignación de fondos reservados para la Secretaría de Inteligencia.
Pero ahora esa fragilidad se extiende en un momento delicado para el presidente. No solo lo encuentra lidiando con un escenario de inestabilidad financiera y lanzado en la campaña electoral hacia los comicios legislativos de Buenos Aires —en septiembre— y nacionales —en octubre—. Sino que, además, coincide con el estallido de una denuncia de corrupción que ya es investigada por la justicia y jaquea al Ejecutivo: una red de recaudación de sobornos en las compras públicas de medicamentos que, según las acusaciones, involucra por acción u omisión al mandatario y a su hermana, Karina Milei, secretaria general de la Presidencia.
Hasta el momento, la reacción de Milei se ha concentrado en profundizar la polarización con el kirchnerismo y en apostar a un buen resultado en las elecciones, con la esperanza de ganar peso en el Congreso y poder relanzar su gestión.
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