‘Homo Argentum’, la película que Milei muestra a sus ministros en su guerra anti ‘woke’
Guillermo Francella interpreta a 16 estereotipos del argentino medio en la última película de la dupla Cohn y Duprat

¿Son los argentinos arrogantes, hipócritas, taimados, deshonestos y cobardes? El personaje del argentino “chanta” —ese que aparenta conocer mucho más de lo que en realidad sabe, casi siempre con la intención de sacar ventaja de su ingenuo interlocutor— ha sido protagonista de innumerables chistes, películas, series y obras de teatro. Ese estereotipo vuelve a asomar en varios de los 16 personajes interpretados por Guillermo Francella en Homo Argentum, la entretenida película de Mariano Cohn y Gastón Duprat que se estrenó esta semana y bate récords de público en los cines del país. Cohn y Duprat le dan una vuelta de tuerca: esta vez los dardos satíricos apuntan contra protagonistas que levantan banderas progresistas como la justicia social, la defensa del medio ambiente, los pueblos indígenas y el feminismo. Esa selección ha recibido el aplauso del presidente, Javier Milei, y de sus seguidores, y la crítica de muchos de sus detractores. La polarización extrema de la sociedad argentina ha llegado a la gran pantalla.
La comedia se estrenó el jueves en las salas comerciales. Dos días antes, Milei la proyectó en la quinta presidencial de Olivos, en las afueras de Buenos Aires, con diputados de su partido, La Libertad Avanza, y del Pro, su aliado en las elecciones legislativas del próximo 26 de octubre. El viernes volvió a exhibir algunas de las historias frente a su Gabinete de ministros. Para Milei, la película ilustra la batalla cultural contra la izquierda que encabeza desde que llegó al poder, en 2023, y la ha sumado a la campaña electoral en curso.
“Deja en evidencia muchos de los aspectos de la oscura e hipócrita agenda de los progres caviar (woke)”, defendió la cinta el presidente en las redes sociales. Para el líder ultraderechista, los que critican la película son aquellos que se ven reflejados en ella y a los que les duele que haya sido realizada sin fondos estatales: “No se enojen con la realidad y los datos, traten de salir de la miserable vida que viven”.
En el marco de una conferencia libertaria celebrada durante el fin de semana, Milei volvió a destacar que la cinta muestra que “la justicia social es un robo” y separa con claridad a los argentinos en dos grupos: “Los argentinos de bien por un lado, los que se ganan el pan con el fruto de su trabajo, y los delincuentes que en algunos casos usan al Estado para ejecutar esa violencia por otro”.

El individualismo de los personajes de Homo Argentum es similar al de los protagonistas de ficciones previas de Cohn y Duprat, como los misántropos de El encargado, Nada y El ciudadano ilustre. Está en las antípodas, en cambio, del otro fenómeno audiovisual del año en Argentina, El Eternauta. Esa serie, basada en el cómic homónimo de ciencia-ficción que Héctor Oesterheld y Francisco Solano López publicaron a finales de los años cincuenta, ensalza la figura de un héroe colectivo, de los lazos de amistad y solidaridad que unen a un grupo de personas que deciden enfrentarse a un enemigo desconocido. El peronismo y los movimientos sociales enfrentados al Gobierno se abrazaron al espíritu de lucha y a la imagen de argentinidad que ofrecía El Eternauta con la misma pasión con la que ahora Milei aplaude Homo Argentum. Son dos visiones de Argentina con escasos puntos en común.
Los detractores de Homo Argentum lamentan que el retrato burlón de la idiosincrasia nacional sea porteñocéntrico, es decir, que se limite a Buenos Aires y su área metropolitana. Los personajes vuelven de París y de Miami, tienen hijos en Madrid, viajan a Sicilia, pero ignoran lo que pasa en el interior de Argentina, como se conocen las provincias más alejadas de la capital.
También hay críticas a la imagen prejuiciosa sobre las clases populares, en especial por la historia del cura villero, una figura clave en los barrios más pobres del país contra las adicciones y el narcotráfico. Y a los rasgos machistas con los que aparecen representadas las mujeres. O son jóvenes lascivas o esposas y madres. El extremo es una femme fatal aparentemente dispuesta a denunciar en público que un empresario la violó si no le da 50.000 dólares, un típico sin sustento real: menos del 4% de las denuncias presentadas ante la Justicia por abuso sexual son deliberadamente falsas.
El entusiasmo del presidente con una película nacional es casi inédito. Su Administración ha asfixiado económicamente al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales —responsable de la promoción y difusión de obras nacionales— y ha despedido a trabajadores. El retrato del cineasta que aparece en la película no podría ser más cercano al imaginario construido por Milei: un director homosexual que graba sobre una tribu indígena amenazada con el único objetivo de recibir un premio y dar un discurso comprometido en el que no cree.
Los integrantes del Gobierno tomaron nota del deseo presidencial y divulgan su palabra por el ciberespacio. El presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, comparó la doble moral del protagonista de la primera de las historias con la de los legisladores opositores: “En mi opinión, representa el actuar de una porción de los políticos argentinos que por mala praxis, ignorancia o mala fe llevaron al país a la ruina. Y aun después de haber arrasado con todo, siguen en sus cargos, defendiendo de manera hipócrita sus ‘nobles causas’, esbozando conceptos de ética y ofreciendo recetas para problemas que ellos mismos crearon, por no haber tenido el coraje de decir la verdad”. Menem atacó el “cinismo del kirchnerismo y de sus aliados” y cerró el mensaje en X en tono electoral: “Esa cultura es la que condenó a la Argentina y es la que tenemos que desterrar de una vez por todas y para siempre”.
Guillermo Francella es uno de los actores más queridos por el público argentino y destaca el gran trabajo de caracterización para convertirlo en 16 personajes distintos. La realidad de este país sudamericano es mucho más diversa y compleja de lo que se muestra la comedia, pero el gran éxito de taquilla hace pensar que sus burlas sí representan (o, al menos divierten) a muchos.
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