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Opinión
Elecciones Bolivia
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Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Bolivia gira a la derecha

La sorpresa la dio el ganador de las elecciones, que no fue ninguno de los favoritos, sino Rodrigo Paz, invitado por el Partido Demócrata Cristiano

 Rodrigo Paz Pereira, celebra con simpatizantes este domingo, en La Paz.

Las “elecciones más sucias de la historia boliviana”, como se las llamó por los dispositivos de guerra digital usados por los partidos, tuvieron un resultado que se había previsto y otro sorpresivo y no detectado por las encuestas.

Lo que ya se veía venir: se quebraron 23 años de dominio del izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS). El voto nulo al que llamó Evo Morales llegó a alrededor del 19% y ocupó el cuarto lugar. Y este fue el mejor resultado de los distintos grupos de izquierda que resultaron de la reciente implosión del MAS y estaban en la competencia.

La sorpresa la dio el ganador de las elecciones, que no fue ninguno de los favoritos, sino Rodrigo Paz, invitado por el Partido Demócrata Cristiano, quien logró 31,7% con una inversión mínima de campaña y partiendo de una intención de voto de 3% a principios de año. El repunte de Paz se dio principalmente en las últimas dos semanas del proceso gracias a su capacidad para atraer el voto indeciso, que fue alto hasta el final. Por eso no fue captado por los sondeos públicos.

Rodrigo Paz es hijo el expresidente Jaime Paz y su cargo actual es el de senador en representación de la centroderecha; también fue alcalde de la ciudad de Tarija. Figura de segunda línea de la política de las últimas décadas, se mostró como una alternativa de renovación respecto a los otros aspirantes a “superar el ciclo del MAS” y fichó como acompañante a un popular tiktokero, el expolicía Edman Lara. Paz y Lara lograron una amplia victoria en la ciudad de El Alto, el principal bolsón de votos populares, y en otras ciudades y áreas rurales del occidente del país, es decir, atrajeron el voto de los sectores que antes confiaban en el MAS.

Segundo salió el expresidente Jorge Quiroga, activo miembro del grupo derechista internacional Libertad y Democracia, que incluye a José María Aznar y a Iván Duque, entre otros expresidentes neoliberales hispanoamericanos. Quiroga obtuvo 27,3% de los votos, lo que le bastó para entrar a la segunda vuelta.

El tercero fue el empresario Samuel Doria Medina, quien solo logró 20% pese a haber liderado las encuestas durante toda la campaña. Por eso sufrió la peor parte de la guerra sucia, mientras que Paz se benefició de su posición rezagada y casi no recibió ataques digitales.

Evo Morales llamó a votar nulo, logrando que el nivel de este subiera de los 4% habituales a 19%. Se puede decir entonces que los simpatizantes del expresidente, mayormente rurales, representaron en esta elección alrededor del 15% del electorado. No es una mala cifra si se toma en cuenta todo el desgaste que la figura de Morales ha sufrido la última década a causa de su obsesión reeleccionista y las acusaciones legales que pesan en su contra.

Si Morales no participó no fue por falta de ganas, todo lo contrario; no se lo permitieron los bloqueos del presidente Luis Arce, quien, luego de la ruptura de ambos en 2022, buscó inhabilitarlo para quedarse tanto con el partido como con la candidatura presidencial de la izquierda boliviana. Lo logró, pero en el camino estalló una severa crisis económica y entonces la popularidad de Arce quedó tan golpeada que tampoco pudo postularse.

Al mismo tiempo, Morales se esforzó en impedir que nadie más que él representara a sus adherentes en las elecciones, así que declaró “doble y triple traidor” a un tercer dirigente, Andrónico Rodríguez, e hizo votar nulo para quitarle la mayor cantidad de oxígeno electoral a este por su “error” de pensar una izquierda sin él a la cabeza. En contra de Rodríguez (8% de los votos) obró su mala campaña y el ataque de los “evistas”, que lo hostigaron a él y a sus candidatos, sobre todo en el Chapare, que es el baluarte de Morales pero también la zona en la que Rodríguez vive. El domingo votó en esta región en medio de vivas, peleas y pedreas.

En suma, en estas elecciones la izquierda se entregó a un “juego perder-perder” que probablemente le costará caro. El próximo gobierno seguramente cambiará las políticas estatistas actuales para resolver la crisis económica y puede ejecutar la orden de aprehensión que hay en contra de Evo Morales por el supuesto estupro de una adolescente de 15 años en Yacuiba, en 2016, cuando este era presidente y tenía 56 años. Esta orden no ha valido hasta ahora porque el exmandatario se halla refugiado en el corazón del Chapare, rodeado en una guardia pretoriana dispuesta a inmolarse por su líder.

La caída de la izquierda boliviana es parte del “giro a la derecha” que experimenta Sudamérica tras las victorias de Javier Milei en Argentina y Daniel Noboa en Ecuador. Tanto Quiroga como el candidato vicepresidencial Lara reflejan las nuevas tendencias. El primero ha prometido que “ninguna empresa estatal se quedará en manos del Estado” y eliminar la propiedad colectiva de la tierra, que existe desde los tiempos del virrey Toledo, en el siglo XVI. Lara es partidario de la “mano dura” contra la corrupción y el delito.

La suma del voto nulo, el de Andrónico y el del MAS, que postuló al exministro de Arce Eduardo del Castillo (3,3%), indican que la izquierda boliviana pudo haber resistido, si no lo impedían sus luchas internas y el sectarismo de sus dirigentes.

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