Transición en escuelas indígenas: el ejemplo de El Mezquital

Este texto ofrece un acercamiento a la puesta en práctica de metodologías participativas para el diagnóstico de las problemáticas socioeducativas, así como para la generación de conocimientos situados que apuntalen las acciones de las instituciones, los organismos y las comunidades involucradas en dichas problemáticas. Para ello, se retoma la experiencia obtenida en el proyecto Justicia social: elemento clave para la transformación digital en la educación en México, el cual se llevó a cabo en el municipio El Mezquital en el Estado de Durango.

Nos concentraremos en describir brevemente el proyecto y su contexto para, posteriormente, presentar algunas reflexiones sobre el valor de las metodologías participativas como coadyuvantes en los procesos de transformación social a favor de la reducción de las brechas y desigualdades en el ámbito educativo.

La transformación digital y el municipio El Mezquital

El proyecto mencionado tuvo por objetivo consolidar acciones educativas con un enfoque de justicia social como elemento sustancial para la transformación digital en la educación, la cual se enfrenta a importantes brechas tecnológicas y educativas en México y Durango. Tales brechas están afectadas por las condiciones de desigualdad que se manifiestan en el territorio e implican desventajas de acceso en términos de conectividad, equipamiento y desarrollo de las habilidades digitales. Por tanto, requieren acciones integrales aplicables a contextos marcados por las complejas condiciones socioespaciales, culturales, económicas y políticas existentes.

El Mezquital es el segundo municipio más extenso del Estado de Durango. El 76,5 % de la población total de este municipio habla alguna lengua indígena (37.194 personas), donde el o’odham o tepehuano del sur es la lengua más hablada (31.582 hablantes), seguida por el huichol (2.801 hablantes) y el náhuatl (1064 hablantes).

En comparación con otros municipios del mismo Estado, presenta el mayor porcentaje de población en situación de pobreza (91,1 %) y pobreza extrema (65,5 %), mientras que el 33,9 % del total de su población presenta carencias por rezago educativo (CONEVAL, 2020). Los datos revelan que únicamente el 2,6 % tiene acceso a internet, el 4,54 % dispone de una computadora y el 29,6 % de un dispositivo celular (Asociación de Internet MX, 2022).

La transición hacia la educación digital en las escuelas indígenas de El Mezquital enfrenta desafíos importantes como la falta de acceso a internet y la carencia de una infraestructura tecnológica adecuada, así como profundas disparidades en el desarrollo de las habilidades digitales en las comunidades educativas, en el acceso a los dispositivos tecnológicos y en la familiaridad que se tiene con las TIC.

Considerando este panorama, en la fase de diagnóstico del proyecto se planteó mapear la forma en que las brechas de desigualdad, dentro de la transformación digital, se expresan en el sistema de educación básica (indígena e intercultural) y en las comunidades del municipio. El propósito central era caracterizar las problemáticas y necesidades de los agentes educativos involucrados, así como generar pautas para el desarrollo e implementación de un esquema de formación pedagógica dirigida a las docencias de la zona, y que posibilitara la educación híbrida y digital en esos contextos de baja conectividad. Todo ello enmarcado en la importancia de abordar la realidad social desde una perspectiva interseccional, de diversidad e inclusión.

El diagnóstico de campo se desarrolló de enero a mayo de 2024 y consistió en estrategias de investigación cualitativa y participativa. El objetivo era contar con datos de primera mano para dar voz a la experiencia y perspectiva en materia de transformación digital del personal educativo en El Mezquital. Para ello, se realizó un primer acercamiento etnográfico al territorio, a partir del cual se definió la viabilidad y pertinencia de las acciones subsecuentes. Posteriormente, se implementaron actividades estructuradas en un taller en el que participaron el personal docente y otros agentes educativos representantes de las doce comunidades de El Mezquital. Esta experiencia posibilitó la creación de espacios grupales para el diálogo, el intercambio de perspectivas y la compartición de experiencias, que fueron complementados con las perspectivas de las autoridades educativas y el personal investigador del ámbito educativo de la entidad en un grupo de discusión.

En esta línea, el diagnóstico permitió conocer la manera en que las brechas digitales afectan directamente a las experiencias cotidianas, la práctica educativa y la configuración social de las distintas comunidades. Esto hizo posible identificar los conflictos, las necesidades y las expectativas de mejora para el proceso de transformación digital. Además, los espacios grupales ayudaron a conocer la manera en que estas brechas se expresan en lo colectivo.

Si bien lo anterior fue imprescindible, era de especial interés explorar los recursos y estrategias que “ya habían sido desarrollados” por las docencias frente a las problemáticas. Esto también permitió que las docencias reconocieran aquellas habilidades y conocimientos que se encuentran disponibles en sus comunidades educativas, y que pueden fortalecerse para el bien común.

Finalmente, el diagnóstico promovió las reflexiones y consideraciones necesarias para que las personas participantes esbozaran pautas para la formación que estiman pertinente y útil a partir de las experiencias, habilidades y conocimientos que se tienen en torno a la educación digital.

El abordaje participativo, sus implicaciones y compromisos

El diseño de este diagnóstico se nutrió de las premisas básicas de la investigación cualitativa. Desde esta construcción cooperativa es posible generar datos flexibles y sensibles al contexto social en el que se producen evitando el menoscabo de la identidad, dignidad y libertad de quienes colaboran en ella.

Por otro lado, en la dimensión colaborativa se “hace parte” a las personas, grupos y comunidades como agentes activos, autónomos, portadores de saberes y experiencias valiosos. Así, este diagnóstico tuvo como punto de partida la implicación social, en la que fue posible desvelar procesos colectivos de compromiso, involucramiento y pertenencia a través de lo que es común o se comparte. Esto permitió también la creación de vínculos virtuosos de reflexión-diálogo-acción que resultaron útiles para promover acciones orientadas al desarrollo y fortalecimiento sociopolítico de quienes participaron. En dichos vínculos es posible construir puentes importantes entre los actores y los agentes sociales diversos, como en la experiencia aquí presentada en El Mezquital.

En este sentido, si bien los datos recabados se perfilaron como un insumo fundamental para los actores y sectores involucrados en la toma de decisiones, debemos destacar la intención fundamental de colocar en el centro las voces de las comunidades educativas, y los saberes que han desarrollado, como respuesta a las problemáticas que se viven en la experiencia cotidiana. Como comentan Durston & Miranda, todo esto “A partir de un diálogo que concede un rol activo a la comunidad, estimula su participación en el diagnóstico y resolución de sus necesidades, poniendo fin a la imposición de lógicas externas que se apropian de la evaluación local y cultural”.

La experiencia que aquí se presenta, como parte de un proyecto más amplio, muestra que la sostenibilidad y el éxito de las acciones a realizar dependen en buena medida de su pertinencia, pues se vuelven significativas al estar nutridas por la participación de las comunidades. Así, se perfila como una buena práctica que fomenta acciones y conocimientos situados para el fortalecimiento educativo, de la que emergen posibles propuestas capaces de tender puentes entre lo que es necesario cambiar, construir o fortalecer para hacerlas, a su vez, viables y pertinentes.