Una exministra leal, la apuesta de Rodrigo Chaves en las presidenciales en Costa Rica
El presidente, que no puede ser reelegido, espera que su popularidad impulse a la candidata en los sondeos

Una exministra leal al presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, encabezará en las elecciones generales de febrero la apuesta de continuidad del movimiento político liderado por el mandatario. La decisión provoca comparaciones con Andrés Manuel López Obrador y la actual presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum.
El testigo para el relevo queda en manos de Laura Fernández Delgado, una politóloga de 39 años, de carrera reservada hasta que en 2022 adquirió notoriedad: primero como ministra de Planificación y después de la Presidencia, con funciones de jefe del Gabinete. La confirmación de la candidatura presidencial la anunció este domingo el partido oficialista Pueblo Soberano, debutante en comicios nacionales. El objetivo es prolongar la “revolución pacífica” que Chaves asegura haber iniciado en contra de “las castas” y la política tradicional.
A pocas semanas del inicio de la larga campaña electoral para decidir al sustituto de Chaves y de los 57 diputados del Poder Legislativo unicameral, Fernández recibió la oficialización por parte de unos 80 asambleístas del partido elegido por el oficialismo como vehículo electoral, después del distanciamiento con la agrupación Progreso Social Democrático, con la cual había triunfado Chaves en 2022. Nadie duda, sin embargo, de que la bendición más importante la recibió Fernández meses atrás de parte del mandatario. Chaves tiene prohibición legal de participar en política electoral y tampoco puede optar por la reelección inmediata, aunque no ha dejado de pedir a la población “continuar la obra” en las elecciones para el período 2026-2030.
Es un intento de heredar el poder como hizo en México el expresidente López Obrador con Sheinbaum, según la comparación que hizo en un programa televisivo la diputada Pilar Cisneros, jefa de la bancada oficialista. “La personalidad de López Obrador, con sus mañaneras, que señaló a la casta, señaló a los corruptos, (dijo que) México es un desastre, vamos a sacar esto adelante… una personalidad sumamente fuerte. Podríamos decir que de alguna manera parecida a la de Rodrigo Chaves. ¿Qué me cuentan de Claudia Sheinbaum? ¿Quién la conocía? ¿Se parece a López Obrador o no? ¿Logró López Obrador convencer a los mexicanos de que esta mujer era la continuidad de su Gobierno? Sí. Tan plenamente que ella sacó más votos de los que sacó él. ¿Es una persona explosiva, atractiva y con buen verbo? No. Además, en un país absolutamente machista o mucho más machista como es México. ¿Y ganó o no ganó?”, dijo Cisneros, en una intervención que no pasó inadvertida en las redes sociales por el fuerte contraste ideológico entre Chaves y López Obrador, al margen de similitudes en sus formas.
Pero Costa Rica no es México y los antecedentes de Fernández, además, están lejos de los de Sheinbaum. La politóloga costarricense ha alternado entre ocupar una plaza de mando medio en el Ministerio de Planificación, uno de los menos visibles en el paisaje institucional costarricense, y hacer de asesora de un partido de corte conservador al cual renunció un mes antes de entrar en el gabinete de Chaves. Empezó como ministra de Planificación y en junio de 2024 fue nombrada titular de Presidencia, con un perfil político mayor y a cargo de un frustrado proyecto de referendo nacional propuesto para este cuatrienio. Fue ganando notoriedad y finalmente se impuso entre otras figuras que se consideraban presidenciables, hasta que en enero renunció al gabinete entre lágrimas para cumplir el plazo de ley establecido para una postulación presidencial. Seis meses después de una fuerte visibilidad mediática, Fernández es ahora el claro “delfín” de Chaves.
“Gracias a don Rodrigo Chaves por ser mi mentor y mi inspiración para asumir este reto [...] Asumamos juntos el reto de transformar para siempre la política tradicional y consumar los cambios iniciados por la actual administración [...] Costa Rica vive hoy la más formidable y edificante transformación política desde la Revolución de 1948”, dijo Fernández en su discurso. Se refería a la guerra civil de mitad de siglo, tras la cual se consolidaron instituciones básicas para el sistema democrático, el Estado de Derecho y estándares de vida superiores a los promedios de América Latina.
El mensaje Fernández es el mismo que ha repetido Chaves en sus actos políticos: la necesidad de vencer a las “castas” y a los partidos políticos tradicionales que, dice, han capturado las instituciones de control y judiciales para su beneficio, en detrimento del “pueblo”. Señalan a una Costa Rica que sufrió “el robo por las dinastías y los ticos con corona”, que ahora ha despertado con las voces de Chaves y que necesita consolidar el cambio en 2026 con la permanencia en el Ejecutivo más el control total de la Asamblea Legislativa para avanzar en reformas profundas que han sido imposibles en el cuatrienio actual.
Por eso, Fernández prometió desde ahora avanzar hacia una nueva era constitucional, la “tercera República”, dijo con sus usuales gestos exagerados y tensando la boca queriendo enfatizar. Se espera que en las nóminas legislativas oficialistas aparezcan también las siete figuras de Gobierno que renunciaron el último día de julio con la expectativa de pelear en las urnas por el dominio legislativo. Incluso el propio Chaves había mencionado esta posibilidad para sí mismo, pero finalmente lo descartó con el argumento de que no necesita ir a campaña porque su Gobierno ya tiene un alto respaldo popular.
La candidata presidencial oficialista se suma a una lista de al menos diez candidaturas presidenciales en un ambiente de incertidumbre, volatilidad y polarización entre simpatizantes de Chaves y sus detractores, pero con fuerzas opositoras dispersas. Entre los aspirantes están el economista Álvaro Ramos por el Partido Liberación Nacional (PLN), símbolo de la política tradicional, y también Claudia Dobles, primera dama en el gobierno 2018-2022 por el Partido Acción Ciudadana (PAC) que, sin embargo, no obtuvo ni un sólo escaño legislativo en 2022. Otra figura es Fabricio Alvarado, el predicador evangélico que ganó la primera ronda en 2018 y perdió la segunda vuelta tras una fuerte campaña con ingredientes religiosos.
Chaves, que exhibe posiciones conservadoras, elogia a Nayib Bukele y evita criticar al gobierno vecino de Daniel Ortega mientras se ufana de una relación “íntima” con la administración de Donald Trump, cuenta con al menos el 50% de aprobación popular, según una encuesta de abril de la Universidad de Costa Rica (UCR). Sin embargo, no se puede dar por descontado que Laura Fernández recoja ese caudal político, señalan analistas. Las cifras macroeconómicas favorecen la imagen del Gobierno, pero en los costos están el fuerte deterioro de la inseguridad y las carencias del sistema público de sanidad y educación, además de la sensación de un sector de la población de que la corrupción no sólo no se detuvo, sino que se agravó.
“En Costa Rica está bien todo lo que está bajo el control del Gobierno”, reitera Chaves en sus alocuciones que hace llamar “conferencias de prensa” al mediodía de cada miércoles, así como en actos oficiales de inauguración de un puente, una estación de policía o el inicio de obras de un colegio. Abunda en referencias electorales sin mencionar específicamente el nombre de Laura Fernández ni del PPSO. Quizás no lo necesite si Pilar Cisneros ya lo hace. El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ha advertido al mandatario sobre la necesidad de respetar la equidad electoral, estudia varias denuncias de beligerancia política e incluyó a plataformas digitales en una vieja prohibición para emisión de propaganda del Gobierno durante la campaña electoral. Chaves responde que le quieren aplicar una mordaza y que al TSE lo manejan magistrados parcializados y decididos a reducir el tamaño de la derrota que, vaticina él, sufrirán sus opositores de manera inevitable.
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