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Casa por cárcel para Bayardo Arce, el último comandante sandinista leal a Ortega

El Gobierno no ofrecido una justificación oficial a la medida. Fuentes consultadas por EL PAÍS apuntan a una estocada final de Rosario Murillo contra los viejos cuadros del partido para consolidar la sucesión dinástica del poder

Wilfredo Miranda Aburto
Bayardo Arce Castaño, en una imagen sin datar.

Bayardo Arce Castaño, uno de los nueve comandantes históricos que gobernó Nicaragua en los años ochenta como parte de la Dirección Nacional del Frente Sandinista (FSLN), ha caído en desgracia. La noche del 26 de julio, la Policía a cargo de Daniel Ortega y Rosario Murillo intervino su casa y su oficina en Managua, y lo dejó bajo arresto domiciliario de facto. Arce, hasta hace poco asesor presidencial en asuntos económicos y uno de los hombres más íntimos de Ortega, fue despojado de su escolta oficial y de sus guardias privados. Aunque el Gobierno no ha informado sobre los motivos de esta medida, diversas fuentes consultadas por EL PAÍS y que hablaron bajo condición de anonimato por la persecución a las voces críticas instaurada en Nicaragua coinciden en que se trata de una estocada final de Rosario Murillo contra los viejos cuadros del partido, a quienes la copresidenta siempre ha visto como un obstáculo para consolidar la sucesión dinástica que ella impulsa y encabeza.

Ricardo Bonilla, asistente ejecutivo de Arce, también fue retenido por los policías, pero tras un interrogatorio —en el que también participó la Procuraduría General de la República— fue liberado. Lo mismo le sucedió a Ajax Delgado, amigo íntimo de Arce y quien en su momento fue su diputado suplente.

Arce ha sido un personaje clave en el engranaje económico de Ortega: operador con el gran capital, defensor del modelo de alianza corporativista con el empresariado y, durante años, vocero oficioso frente a las críticas internacionales. Pero desde que Rosario Murillo consolidó su poder, su figura fue eclipsada. En 2007, fue nombrado asesor presidencial y ratificado en el cargo el 16 de agosto de 2024. Llegó a ser uno de los hombres de más confianza de Ortega. Sin embargo, como parte de la vieja guardia sandinista, la copresidenta mantenía diferencias con él, lo que lo dejó reducido a un cargo meramente protocolario, sin funciones y dedicado a sus múltiples negocios privados.

En 2018, en medio de las protestas sociales que cimbraron a la pareja presidencial, Arce reconoció que imponer una reforma al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) sin diálogo fue un error, y llegó a admitir que en Nicaragua no debía haber presos políticos. Declaraciones como esas, junto con su estilo confrontativo pero autónomo, terminaron por marcarlo. En 2023, fue apartado de la Corte Suprema por orden de Murillo.

Purga sandinista

Sancionado por la Unión Europea e investigado en España por presunta corrupción, Arce es el último símbolo de cómo el círculo íntimo de Ortega se reduce a la obediencia total, bajo el dictado de Murillo. En los dos últimos años, la copresidenta ha impuesto y diseñado un engranaje partidario, estatal y constitucional con el objetivo de asegurar la sucesión dinástica, ante un Ortega de 79 años, cada vez más desgastado físicamente.

Murillo logró incluir en la Constitución Política la figura de “copresidencia”, un inédito mecanismo político que reparte el poder por igual con su marido. Además, establece que en caso de faltar un copresidente, sea cual fuese la causa, el otro asumiría el poder, con la prerrogativa de nombrar a cuántos vicepresidentes le plazca a dedo, sin pasar por el sufragio popular. Murillo también ha promovido públicamente la figura de uno de sus hijos, Laureano Ortega Murillo, un tenor de ópera que no tiene tracción entre las bases sandinistas.

Simultáneamente, en los últimos meses se ha llevado a cabo una profunda purga en diversas instituciones estatales, como la Corte Suprema de Justicia, para limpiarlas de funcionarios que Murillo no considera leales. La copresidenta también ha logrado la sumisión de la cúpula del Ejército de Nicaragua. En el aparataje sandinista, se rinde culto a la copresidenta con más énfasis y en el acto central del pasado 19 de julio, Ortega enfatizó: “Todos somos Daniel”, una consigna que fue interpretada como una validación de la figura de su esposa como sucesora.

Bayardo Arce

Después de las purgas, Murillo suele anunciar los reemplazos de los funcionarios públicos en sus alocuciones diarias y televisadas y cargar contra quienes considera que han traicionado a su movimiento: “Siempre hemos dicho y decimos: luchamos contra los enemigos de la humanidad y entre esos enemigos de la humanidad están los traidores”, dijo en julio pasado. La reforma constitucional impuesta a finales de 2024 convierte las instituciones públicas en “órganos coordinados” por los copresidentes y justifica las purgas bajo la figura del “reordenamiento del Estado revolucionario”.

Arce se ha sumado esta semana a la lista de excompañeros de armas caídos en desgracia ante Ortega y Murillo. Antes de él fueron otros como Henry Ruiz, alias Modesto, también comandante revolucionario, y Humberto Ortega, hermano del mandatario y quien murió bajo casa por cárcel. El arresto domiciliario de facto impuesto a Arce ocurre más de dos meses después de la detención del general en retiro Álvaro Baltodano, otro exoperador económico del régimen que fue capturado el 14 de mayo y condenado a 20 años de prisión por supuestos actos de corrupción.

Baltodano y Arce fueron figuras clave en la articulación del modelo de alianza entre el orteguismo y el gran capital, y su caída escalonada confirma la ofensiva de Murillo para desmontar el viejo andamiaje económico del Frente Sandinista y reemplazarlo por un círculo de lealtad absoluta.

“No creo que a Bayardo lo acusen de traición a la patria, sería el colmo… aunque con Rosario todo se puede. Lo más probable es que le armen algo por corrupción o defraudación aduanera", le dice a EL PAÍS una fuente cercana al entorno presidencial, bajo condición de anonimato. “Él andaba enredado en varios negocios. Bayardo era el único de la Dirección Nacional que quedaba con ellos, a pesar de sus diferencias con ella. No es como con Baltodano: meter preso a Arce tendría un costo político altísimo dentro de la misma militancia del Frente. Pero hay que esperar que pase el tiempo a ver qué hacen”.

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Sobre la firma

Wilfredo Miranda Aburto
Periodista nicaragüense. Colaborador de EL PAÍS basado en Costa Rica, donde está exiliado. Ha cubierto temas políticos, en especial sobre violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal de tierras indígenas, medio ambiente y ejecuciones extrajudiciales en Centroamérica. Ha ganado el premio Ortega y Gasset y el Rey de España.
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