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El régimen de Ortega y Murillo responde con frialdad a la elección de León XIV, muy crítico con la represión religiosa del sandinismo

Robert Prevost suscribió en 2022 una denuncia episcopal de los obispos de Perú contra el hostigamiento a la Iglesia en Nicaragua

daniel ortega
Wilfredo Miranda Aburto

El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha recibido la elección de Robert Prevost con un breve comunicado de 64 palabras saludando a León XIV: “Deseamos expresar también nuestra aspiración de que desde Su Elevada Responsabilidad pueda Usted contribuir a promover Paz, Encuentro, Concordia y los Valores que la Familia Humana tanto necesita [sic], indica la nota diplomática firmada por los mandatarios. A diferencia de la inmediatez que tuvieron otros jefes de estado, en Managua se guardó silencio durante casi 24 horas, sobre todo después de viralizarse el dato de que el nuevo pontífice, siendo parte de la Conferencia Episcopal de Perú, condenó en 2022 la persecución religiosa contra el catolicismo que mantiene el régimen sandinista.

Tras la estela de papa Francisco, León XIV conoce muy bien lo que la iglesia –que ahora dirige– sufre en Nicaragua: la criminalización de la fe católica, que ha incluido el encarcelamiento de obispos y sacerdotes, así como su destierro y desnacionalización. Prohibición de procesiones, profanaciones de templos, confiscación y ocupación de bienes eclesiales, como universidades y medios de comunicación; campañas perennes de difamación desde el Estado, acoso y espionaje en las misas.

Muestra de ello es lo que sucedió en la recién pasada Semana Santa, según el Monitoreo Azul y Blanco, una organización que lleva un registro de las violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen sandinista. “La Semana Santa estuvo marcada por acciones de hostigamiento, control territorial y amenazas contra la Iglesia católica y sus feligreses. Las autoridades prohibieron las procesiones tradicionales de estas fechas, lo que constituye una clara represión de la libertad religiosa y de culto. Durante el mes de abril, se documentaron al menos 13 detenciones arbitrarias”.

Ese hostigamiento, vivido desde 2018 por los creyentes en Nicaragua, fue conocido por el obispo Prevost y, un año antes de ser llamado por Francisco a Roma, firmó una carta de la Conferencia Episcopal del país andino que lamentó la represión por motivos religiosos. “Hemos visto con tristeza, por los medios de comunicación, la agresión y destrucción de imágenes y símbolos religiosos católicos, golpeando con ello no solamente la sensibilidad religiosa de un pueblo creyente sino también ofendiendo las raíces cristianas que constituyen la idiosincrasia de esa nación”, se lee la comunicación firmada en 2022 por los obispos de Perú.

“La violencia nunca ha construido, solamente ha sembrado las semillas de la pobreza y del odio. La violencia, más aún cuando es injustificada, rompe la armonía, el respeto y la paz que necesitan nuestros pueblos para alcanzar el desarrollo integral y la amistad social”, prosiguieron los obispos andinos.

“Relaciones accidentadas”

Cercanos a la iglesia católica nicaragüense espera que el papa León XIV mantenga la misma postura crítica de Francisco ante Ortega y Murillo. Aparte de pronunciarse en reiteradas ocasiones por Nicaragua, en una entrevista el pontífice argentino catalogó al régimen “copresidencial” como uno “grosero y hitleriano”. Una declaración que terminó por fracturar la relación entre el Vaticano y Managua, y que hoy sigue en el mismo inerte punto.

Al igual que con el saludo a la elección de León XIV, con la muerte de Francisco Ortega y Murillo se demoraron en responder. En esa ocasión reconocieron que mantuvieron “relaciones difíciles y accidentadas” con el papa argentino. Lejos de reconocer la feroz persecución religiosa que mantienen en Nicaragua, con énfasis en el catolicismo, los “copresidentes” achacaron los desencuentros con el obispo de Roma a “circunstancias adversas y dolorosas que no siempre se entendieron”.

Aparte del comunicado emitido por la pareja “copresidencial”, la propaganda sandinista no ha hecho eco alguno de la elección del papa León XIV. Sin embargo, con la postura similar a la de Francisco, se espera que la relación con el Vaticano continúe en las mismas tensiones. Si bien el obispo Prevost no firmó individualmente aquella carta, el hoy Papa León XIV tiene una trayectoria pastoral en una región históricamente comprometida con los derechos humanos, como cuando pidió públicamente al dictador Alberto Fujimori pedir perdón a las víctimas. Eso marca una diferencia importante: “la Iglesia que hoy lidera no es ajena a las luchas de sus pueblos. Y tampoco lo es él”, coinciden las primeras reacciones de analistas religiosos tras su elección.

La Arquidiócesis de Managua, liderada por el cardenal Leopoldo Brenes, criticado por su inacción y complacencia con los Ortega-Murillo, publicó unas fotografías en las que se ve a León XIV en una visita misionera en 2012 a Nicaragua, específicamente en comunidades rurales agustinas.

Una fuente de la iglesia nicaragüense insistió en que León XIV asume el papado con la experiencia de haber sido testigo del deterioro democrático regional y del uso de la fe como blanco de censura, hostigamiento y cárcel por parte de regímenes autoritarios. “En particular, su cercanía con los episcopados centroamericanos lo sitúa como una figura con conocimiento directo del caso nicaragüense, uno de los más alarmantes del hemisferio”, asegura.

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Sobre la firma

Wilfredo Miranda Aburto
Periodista nicaragüense. Colaborador de EL PAÍS basado en Costa Rica, donde está exiliado. Ha cubierto temas políticos, en especial sobre violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal de tierras indígenas, medio ambiente y ejecuciones extrajudiciales en Centroamérica. Ha ganado el premio Ortega y Gasset y el Rey de España.
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