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El fútbol femenino enciende su magia en la Copa América

Este viernes arranca la décima edición del torneo con la brasileña Marta, además de las colombianas Linda Caicedo y Mayra Ramírez, como protagonistas

Linda Caicedo de Colombia celebra durante el partido del Grupo A de la Copa Mundial Femenina Sub-20 de la FIFA Colombia, en Bogotá, en 2024.

Como un vacío de tres cuartos de siglo no se compensa de un torneo al otro ni de una década a la otra, la Copa América Femenina Ecuador 2025 que comenzará este viernes en Quito con el partido entre la selección local y la de Uruguay inevitablemente arrastrará las desigualdades de género que carcomen -no sólo- al deporte en Sudamérica. Si la competencia masculina lleva 48 ediciones desde su creación en 1916, su par femenino arrancó 75 años más tarde, en 1991, un retraso que todavía replica en reclamos económicos de las jugadoras actuales de varios países. A la vez, la cita en Ecuador hasta el 2 de agosto -la décima en la historia- es garantía de magia futbolística con la presencia de muchas de las mejores jugadoras del mundo, como la eterna brasileña Marta (39 años), las colombianas Linda Caicedo (20) y Mayra Ramírez (26), y la venezolana Deyna Castellanos (26).

A mitad de camino entre el talento y las desigualdades, el viaje de la selección de Uruguay a Ecuador estuvo en duda hasta el martes, apenas 72 horas antes del debut. “Hoy no entrenamos porque seguimos sin respuesta a la mejora de nuestras condiciones. Esta medida no va en contra de nuestra pasión, sino por un derecho justo. Merecemos un trato digno”, publicaron las futbolistas uruguayas el sábado pasado. “Los pedidos de las jugadoras incluían el uso total del centro de entrenamiento de la selección nacional masculina, mejores condiciones de entrenamiento y equipamiento y el aumento de las dietas diarias para compromisos”, explicó FIFPRO, el sindicato mundial de futbolistas, que terció para un acuerdo con la Asociación Uruguaya de Fútbol.

Mientras la Eurocopa femenina que actualmente se juega en Suiza repite el éxito de los clubes europeos, con partidos que congregan a decenas de miles de hinchas, la Copa América intentará contrarrestar al menos durante tres semanas la habitual geografía de los partidos en Sudamérica, en donde las ligas locales casi no reciben apoyo comercial, los clubes apuestan más por compromiso que por convicción e incluso la Copa Libertadores suele organizarse en estadios sin tribunas. A falta de popularidad regional, al menos la Copa América despertó interés en una Ecuador que sueña con entrometerse entre Brasil, la gran favorita -ganó ocho de las nueve ediciones anteriores- y Colombia, el país que más avanzó en los últimos años. Al presente de Caicedo en el Real Madrid, la venta de Ramírez al Chelsea en 2024 a cambio de 660.00 dólares supuso el pase más caro en la historia de una futbolista, aunque el récord de la colombiana luego fue superado.

Brasil aplica una receta diferente a la de su equipo masculino, hoy en manos del italiano Carlos Ancelotti. Tras haber contratado sin mucho suceso a la sueca Pia Sundhag entre 2019 y 2023, ese mismo año retomó el brasileño Arthur Elias, garantía de competitividad. Marta y sus discípulas, entre ellas Gabi Portilho -ambas hoy en clubes de Estados Unidos-, vienen de sumar la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de París 2024, donde Colombia llegó hasta los cuartos de final. El sueño de Ecuador se sustenta en una gran cantidad de futbolistas -30- que juegan en Europa y en recientes políticas de género: Dragonas, de Independiente del Valle, es el primer equipo de la región en construir un centro de alto rendimiento para fútbol femenino. Un paso atrás de las brasileñas y las colombianas, también Venezuela y Argentina intentarán subirse al podio.

La evolución en Sudamérica, de todas maneras, es progresiva pero lenta. Si el fútbol femenino estuvo prohibido en Brasil y Paraguay hasta la década del 80 -un decreto de la dictadura de Alfredo Stroessner, en 1960, no permitía “a las mujeres la práctica de los deportes incompatibles con las condiciones de su naturaleza”-, en la actualidad las futbolistas de muy pocos países pueden vivir de su contrato con el club. Que la semiprofesionalización pocas veces avanzó hasta la profesionalización queda claro a partir de declaraciones como la de la mediocampista argentina Lorena Benítez, que en 2022 -cuando jugaba en Estudiantes y la selección de su país- habló de una mejoría a medias.

“Cambió un montón, pero es más semiamateur que semiprofesional. Hoy deben existir 2 o 3 jugadoras nomás que viven de esto. Después una no puede vivir del contrato que le dan”, dijo entonces Benítez, aunque la situación de sus vecinas son aún más desfavorables: las uruguayas apuestan a cruzar el Río de la Plata para fichar por un club argentino y ganar 500 dólares al mes, una cantidad casi imposible en los equipos de Montevideo. Según una encuesta realizada en Perú en 2023 entre las futbolistas de Primera, solo el 17% se dedicaba exclusivamente a jugar: el resto además trabajaba o estudiaba. En Chile, cuya selección no contará en la Copa América de Ecuador con su figura, Christiane Endler -arquera del Olympique de Lyon-, el porcentaje es similar, del 19%.

Aunque las grandes marcas no terminan de invertir en el fútbol femenino sudamericano, la Conmebol anunció que, para la actual edición, la Copa América tendrá un patrocinador oficial. Será, como habitualmente ocurre en los campeonatos y equipos masculinos, una casa de apuestas, ya aceptado resignadamente como un mal necesario para la industria del fútbol.

También supone avance que, por primera vez, la Copa América no determinará la clasificación al Mundial 2027, a jugarse en Brasil. En octubre comenzarán las primeras Eliminatorias de la historia, con un sistema parecido al masculino, aunque con menos partidos, a una sola rueda: sin las brasileñas, ya clasificadas por ser locales, cada país jugará cuatro partidos de local y cuatro de visitante. Hasta ahora, a falta de un calendario más amplio y de una oferta televisiva más generosa, la Copa América actuaba de varios torneos en uno.

La multiplicidad, sin embargo, todavía seguirá vigente en Ecuador. Aunque falten tres años para los próximos Juegos Olímpicos, los dos finalistas se asegurarán su participación para Los Ángeles 2028: Brasil y Colombia son las grandes favoritas pero Ecuador intentará la sorpresa. Como suele ocurrir, el torneo también actuará como clasificatorio a los Juegos Panamericanos Lima 2027 para los cinco primeros.

Los 25 partidos de la Copa América se jugarán en tres estadios de Quito, los que habitualmente utilizan Independiente del Valle (12.000 espectadores, sede de los partidos de Ecuador), Aucas (19.000) y Liga Deportiva Universitaria (41.000). Las diez selecciones fueron divididas en dos zonas de cinco: las tres mejores de cada grupo pasarán a la fase final. Mientras las dos terceras competirán entre sí por el quinto puesto, las dos primeras de cada grupo disputarán semifinales -el partido clave para Los Ángeles 2028- y, posteriormente, la final.

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