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La Unesco defiende su “pertinencia” ante las amenazas de Nicaragua y las dudas de Estados Unidos

El diario ‘La Prensa’ recibe en Bruselas el Premio Mundial a la Libertad de Prensa 2025 que ha llevado al régimen de Ortega a retirase de la organización

Audrey Azoulay
Silvia Ayuso

La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, defiende la “pertinencia” de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ante la decisión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo de retirar a Nicaragua del organismo, que se une a las renovadas amenazas de Estados Unidos de seguir el mismo camino en breve.

“Todos los países tienen su lugar en la Unesco” pero, a la vez, “cada Estado es libre de pertenecer o no a una organización internacional”, señala Azoulay en entrevista con EL PAÍS y un reducido grupo de periodistas en Bruselas, donde este miércoles la Unesco ha entregado el Premio Mundial a la Libertad de Prensa 2025 al diario decano de Nicaragua, La Prensa. Fue el anuncio de que este galardón que en ocasiones anteriores ha recaído en figuras internacionales de la defensa de la libertad de prensa como la filipina Maria Ressa, quien poco después también recibió el Nobel de la Paz 2023, el motivo por el que el Gobierno nicaragüense anunció el pasado fin de semana, iracundo, su salida del organismo con sede en París.

Eso sí, advierte la francesa (La Celle-Saint-Cloud, 52 años), hay que ser conscientes de lo que ese paso, que entra en vigor un año después de la decisión de abandonar el organismo, significa: “Es retirarse de una parte de la comunidad internacional, retirarse de la defensa de un cierto número de grandes principios que nosotros, la comunidad internacional, elaboramos juntos después de la Segunda Guerra Mundial, cuando nos dijimos que para defender la paz había que defender también la libertad de expresión, la cultura, la educación y la ciencia, en eso consiste pertenecer a la UNESCO, en reunirnos para defender nuestros bienes públicos”, recuerda la exministra de Cultura gala.

Y también tiene consecuencias más directas para el país afectado, en este caso Nicaragua, donde “la que va a perder es, por supuesto, la población nicaragüense”, con la que la Unesco mantenía, entre otros, programas de formación de profesores, lamenta.

Lo que no lamenta es el premio a La Prensa, la primera vez que la Unesco, junto con la Fundación Guillermo Cano Isaza (un periodista colombiano asesinado frente a las oficinas de su periódico, El Espectador, en Bogotá, en 1986), galardona a un medio y no a una persona, y encima a un periódico en el exilio, destaca Azoulay. Porque, sobre todo en estos tiempos de desinformación y manipulación de la información, “tenemos que ser muy firmes en los principios, el principio de defensa de la libertad de expresión, el principio de apoyo a la información, que son principios intangibles que defiende la Unesco”, afirma.

Para recoger el galardón, se desplazaron hasta Bruselas el jefe de información del rotativo, Fabián Medina, y la jefa de información digital, Dora Luz Romero. Ambos, al igual que el resto de la redacción, incluido su director y excarcelado político, Juan Lorenzo Holmann, viven en el exilio desde que el régimen de Ortega y Murillo confiscó la sede del periódico en Managua, en 2021.

En la entrevista junto con la directora general de la Unesco, ambos han agradecido un galardón que consideran es un premio “para el periodismo nicaragüense, no únicamente para el diario”, ya que La Prensa “lo que hace es representar lo que está viviendo el periodismo nicaragüense, que mayoritariamente está haciéndolo desde el exilio”, recuerda Romero. “Somos, digamos, la última trinchera de la democracia defendiendo lo que queda, lo que nos toca desde nuestra posición”, acota Medina. Pero es una manera de informar que, por supuesto, afecta también a la sociedad, advierte: “Hay muchas cosas que pasan en Nicaragua que ya no se saben porque no hay periodistas que lo cuenten. No hay nadie que que dé un testimonio de lo que está pasando ahí, y eso es muy triste”. Cada periodista que se marcha al exilio y no puede seguir trabajando en lo suyo, “es una voz que se apaga”, lamenta.

Es por esos principios de libertad de prensa y derecho a la información, pero no solo, lo que sigue manteniendo vigente a la Unesco, retoma Azoulay, quien durante sus ocho años al frente del organismo de la ONU ha visto cómo Estados Unidos regresaba a la organización y, ahora, vuelve a amenazar con marcharse de nuevo, algo que ya hizo también en décadas anteriores. En diciembre de 2018, durante el primer mandato de Donald Trump, Estados Unidos formalizó su salida de la Unesco por “su sesgo contra Israel” (por reconocer a Palestina como miembro), a la que regresó en 2023, bajo el Gobierno de Joe Biden. El pasado febrero, la Casa Blanca, en manos de nuevo del magnate republicano, anunció que “revisará su membresía” en la institución.

“Lo que la experiencia de los últimos diez años muestra es que hay una fuerte demanda de un mandato de la Unesco en todo el mundo. Incluso sin Estados Unidos, la Unesco ha crecido financiera y operacionalmente, porque hay una necesidad de cooperación muy fuerte en materia de educación, cultura, de ciencias, sobre todo en apoyo de las sociedades destruidas, por ejemplo por una guerra”, explica. La Unesco, que se ha reformado y sigue haciéndolo, asegura haciendo mención implícita a una de las críticas de Washington, sigue atendiendo a cuestiones que interesan tanto a los Estados como a la sociedad civil, desde la inteligencia artificial a la libertad de expresión, la educación, la biodiversidad o la lucha contra el racismo y el antisemitismo, extremo en el que, recuerda, sigue trabajando estrechamente con Estados Unidos.

Por todo ello, se muestra “convencida de que la Unesco sigue siendo pertinente, siempre que sea dinámica y asuma los retos del siglo XXI”. Y seguirá siendo fuerte “sea cual sea el giro de los acontecimientos” y quién ocupe una silla en su sede, asegura. Aun así, reconoce, “la vocación es tener a todos alrededor de la mesa, incluido Estados Unidos”.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.
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