Ir al contenido
_
_
_
_
En colaboración conCAF

Wendy Sulca: “Me convirtieron en un meme por desconocer mi cultura”

La reconocida cantante peruana denuncia el bullying que sufrió de pequeña y alza la voz por otras niñas indígenas que cantan huaynos

Wendy Sulca este 22 de mayo en Buenos Aires, Argentina.
Noor Mahtani

EL PAÍS ofrece en abierto la sección América Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.

Cuando Wendy Sulca (Lima, 29 años) se hizo viral en redes sociales, no tenía ni acceso a internet ni un ordenador en casa. En una clase de computación en la escuela, una amiga se acercó susurrándole que era famosa y que su música estaba por todos lados. Incrédula, reservó 30 minutos en un ciberlocutorio de su barrio y googleó su nombre: entonces aparecieron sus videos cantando folclor peruano con miles de reproducciones y mensajes de oyentes en Argentina, Chile y España. “Yo no podía creer lo que me estaba pasando”, cuenta 17 años después. Hoy, videos como su famoso single La tetita, acumulan más de 24 millones de vistas y decenas de miles de comentarios. Muchos de ellos, sin embargo, son burlescos y crueles. “Me decían india, fea, o ‘¿qué hace esa niña sin dientes cantando?’. Se reían de mí e incluso me deseaban la muerte… Me convirtieron en un meme por desconocer mi cultura”, zanja.

La violencia en redes también se extrapoló a la vida real. Ella y su mamá —quien se convirtió en su mánager después de que su papá falleciera con 31 años en un accidente de coche— fueron estafadas, robadas en varias ocasiones y acosadas en la calle. “Aunque pude haber renunciado, no lo hice. Nunca sentí vergüenza de la música que cantaba porque significaría sentir vergüenza de mi papá, mi mamá y mis abuelitos”, reconoce.

La cantante —ahora también de pop y reggaeton— tardó más de una década en ponerle nombre “a todo el hate” que recibía por las redes sociales. Su mamá no entendía entonces el concepto de “viral” y mucho menos comprendía que los videos que ella subía a la recién estrenada plataforma de Youtube para que sus hermanas migrantes pudieran ver “a la bebita” estaban dando tanto de lo que hablar. “Ya de adulta entendí que era bullying, pero es que no se usaba ni la palabra entonces”, narra. “Yo sólo era una niña que cantaba huayno y ya. No le hacía daño a nadie”.

Wendy Sulca en el barrio de Florida, en la capital Argentina.

El huayno es una música popular de la región andina. Sus cantos agudos, los bailes colectivos y la colorida vestimenta son parte de un ritual que tiene raíces prehispánicas. Es por ello que cuando hace un par de semanas vio en Tiktok a unas niñas cantar la música popular de Huancavelica, ubicado en la sierra central de Perú, con su indumentaria tradicional y repitiendo los gestos característicos que les enseñaron sus abuelas, sintió mucho orgullo y ternura. Después, llegó la rabia.

El video de Gloria Crispín y Sofía Taipe interpretando el tema Cerveza, ¿por qué te busco? se hizo viral por desde la malicia de quienes se rieron de ellas. La temática de la canción, las voces agudas y el gesto de cantar tapándose la boca con las manos como parte de una costumbre ancestral de Chopcca volvió a atraer miles de críticas en los comentarios. “Yo puse de alarma su canción y me levanto antes que suene”, decía uno. “¿Cómo desperualizo mi TikTok?”, comenta otro.

“Con ellas se estaba repitiendo mi historia”, cuenta Sulca en videollamada con América Futura. “Una de ellas se parecía tanto a mi mamá y a sus cantos tradicionales, que me afectaron aún más las burlas... Tenía que decir algo, porque estaban siendo igual de malos de lo que fueron conmigo”. Lo dijo en un video que subió a sus redes y en el que explicó por qué es tan doloroso que se rían de las tradiciones de estos pueblos. “Cuando no conozcas una cultura, no te burles. Escúchala, obsérvala, respétala”, decía.

Desde entonces, los comentarios en TikTok de las jóvenes huancavelicanas cobraron otro tono: “Aquí respetando después que Wendy Sulca nos regañó“; ”Orgulloso de ser huancavelicano"; o ”Estoy aprendiendo a respetar otras culturas desde que Wendy Sulca nos metió una regañiza". Para la artista y actriz, esta pequeña gota en un océano de odio virtual es una gran batalla ganada. “No quiero que ninguna niña se avergüence de sus raíces”.

La cantante, quien ha colaborado con Fito Páez y Sara Hebe, no sólo hace activismo a través de sus redes. También con su música. Desde sus canciones ha intentado decirle adiós a las críticas, como en su canción Chau, chau, chau, y mostrarse al mundo “tal cual” es, como dice su single: Soy real, una canción de “neo perreo andino”. “Ahora estoy innovando con mi música, pero siempre hay mezcla con mis raíces peruanas, con el huayno”, matiza.

Aunque a Sulca le pesa ser recordada como esa niña de ocho años que cantaba con los “característicos gallitos”, los inicios de su carrera abrieron la puerta a miles de niñas indígenas que, de pronto, tenían un referente en la música de alguien que se parecía a ellas. Que cantaba como ellas. Ella fue la primera niña que se hizo un hueco en estas melodías tradicionalmente interpretadas por adultos de diferentes comunidades étnicas y que no tenían apenas oyentes fuera de las fronteras peruanas.

Wendy Sulca, cantante peruana.

Aunque entrar a un mundo de adultos implicó que también cantara canciones para ellos en los que se hablaba del amor, el desamor o la cerveza. “No digo que esté de acuerdo en que se beba tanta cerveza en nuestras comunidades, pero es una realidad. Es un tema cultural que tampoco entendieron [las voces más críticas]”, explica en alusión a su hit Cerveza, cerveza, con más de 32 millones de reproducciones, por el que también recibió críticas por la forma en la que una pequeña Sulca pronunciaba la letra: “sermesa, sermesa”.

“En el género folclórico se juega con el doble sentido, como en La Tetita [cuya letra habla de una niña emocionada al ver el busto de su madre por poder tomar leche]. Así como en el reggaeton... En el reggaeton hay muchas canciones de doble sentido y nadie dice nada, pero en el folclor todos critican”, lamenta. “Esto es la prueba de que lo que hay en verdad es racismo y discriminación”.

Pero la artista decidió darle la vuelta a la historia (y monetizarla). Desde hace una década sí recibe el rédito de sus videoclips de infancia e incluso sacó la versión 2.0 junto a Miss Bolivia y Maca del Pilar de uno de aquellos éxitos. Y aunque dice que no le gusta nada la bebida y que probó la cerveza por primera vez con 24 años, Cerveza Cerveza 2.0 [Ser Mesa] tiene casi un millón de visitas y lanza un mensaje claro al mundo: “No me arrepiento de nada”.

Ahora, Sulca ya superó las críticas. Hace la música que le nace y sigue siendo un referente de las mujeres indígenas, cada vez más vocal. “Ahora ya el bullying me daría igual, que digan lo que quieran. Porque recuerdo la frase que me decía mi mamá: ‘Shakira no le va a gustar a todo el mundo”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_